Un falso maestro entra por la puerta de atrás, no por el portal de las ovejas. Así lo afirmó Jesucristo, por lo que cuando alguien sigue al guía de ciegos caerá junto con él en el mismo hueco. El buen maestro es enviado por el Buen Pastor, con la finalidad de dar buen alimento a sus seguidores (Jeremías 3:15). El falso maestro enseña mentiras, aunque combinadas con verdades que usa para hacer creer que viene de arriba. Estos son asalariados, los que buscan satisfacer el vientre (sea su ego, su dinero, sus aspiraciones de líder, etc.). Los indoctos e inconstantes que los siguen tuercen las Escrituras, las perciben como algo duro de oír, pero lo hacen para su propia perdición.
Tito 1:9 nos dice que el buen maestro -quien también es un administrador de Dios- ha de retener la palabra como fue enseñada por los apóstoles y por Jesucristo, para poder exhortar con sana enseñanza (doctrina) y convencer a los que contradicen. El verso 10 nos da la razón del deber hacer del buen maestro: Porque hay aún muchos contumaces, habladores de vanidades y engañadores, mayormente los de la circuncisión (ahora se llaman mesiánicos, o los que mezclan obras con gracia diciendo que Cristo murió por todo el mundo, sin excepción, pero que depende de cada quien hacer eficaz su muerte). Pablo le dice a Tito que a éstos es preciso tapar la boca, porque trastornan casas enteras.
Los pastores y maestros conformes al corazón de Dios nos apacentarán (enseñarán) con ciencia y con inteligencia (Jeremías 3:15). Dios no está reñido con la inteligencia ni con el conocimiento (ciencia), así que conviene conocer al siervo justo que justifica a muchos (Isaías 53:11). En cambio, los falsos maestros le huyen a la ciencia y se afianzan en el conocimiento subjetivo, místico, de experiencias individuales, para buscar un texto como pretexto. Desarticulan la Escritura para hacerla decir aquello que su ideología predica, de forma que mantienen a su rebaño contento, abismado con promesas y sugestionado para dar ofrendas y diezmos que Jehová no exige.
El apóstol Pedro también lo dijo, que habría falsos maestros para introducir secretamente herejías destructoras, negando al Señor que los compró o adquirió (como dice en griego). No al Señor que nos compró con su sangre, porque cuando así se dice en el Nuevo Testamento se habla del Señor (Kuríos) y de su compra con precio de sangre; acá se dice que es el Despotes quien adquirió a toda la humanidad. Sabemos que de Jehová es la tierra y su plenitud, el mundo y los que en él habitan; de manera que en el momento de la creación adquirió por derecho de Hacedor todo cuanto hizo. Despotes se usa en lengua griega para describir al que es dueño absoluto.
Nos sigue diciendo Pedro (2 Pedro 2:1) que estos maestros falsos traerán destrucción a los que los siguen, mientras el camino de la verdad se blasfema. Lo hacen por avaricia, con palabras fingidas (se colocan al lado del que esté de turno, de acuerdo a la teología que se le exija, pero fingiendo). Pedro dice que éstos hablan mal de cosas que no entienden, por ejemplo, reniegan de la absoluta soberanía de Dios, diciendo que Esaú se condenó a sí mismo, que si Dios lo hubiese condenado antes de hacer bien o mal sería un Dios injusto, un diablo o un tirano. Hay quienes aseguran que sus almas se rebelan contra el que coloca la sangre del alma de Esaú a los pies de Dios, por lo tanto se rebelan contra el Espíritu Santo. Por eso Pedro les dice que hablan de lo que no entienden, como animales irracionales, nacidos para presa y destrucción (verso 12).
El falso maestro anuncia mentiras respecto al carácter de Dios, colocándolo como atado de manos en virtud de su amor. El concepto de justicia lo pretenden extender a todo el que quiera, como si Jesucristo, la justicia de Dios, hubiese representado a todo el mundo, sin excepción, en el madero. Olvidan que Jesús dijo la noche antes de morir que no rogaba por el mundo, sino solamente por los que el Padre le había dado y le seguiría dando por medio de la palabra de aquellos discípulos (Juan 17).
Por la doctrina se conoce al maestro; el buen árbol del buen tesoro de su corazón hablará, pero el falso maestro sacará la doctrina del mal tesoro de su corazón. La falsa doctrina enseñada denuncia al maestro en el acto, a pesar de su disfraz moral y su aparente amor. Es una manera moderna de pedir a sus seguidores que sigan a dioses falsos, a ese Cristo que en realidad es un anticristo, el que ha sido moldeado como lo que debería ser un Dios a imagen humana.
Cuando el creyente examina con la Escritura lo que dice el supuesto maestro de verdad, puede darse cuenta de la calamidad que está estado oyendo. Siempre encontrará algo en contra de la palabra de Dios, algo que delata el corazón de aquel maestro de mentiras. El falso maestro se agrada en atacar la soberanía absoluta de Dios, diciendo que su cualidad de Todopoderoso hace que la sangre del Hijo sea todopoderosa. En esa nueva relación semántica, el propósito de la muerte del Señor se extiende aún más allá de lo que procuró en la cruz. Hasta Judas hubiese salido favorecido, si no se hubiese suicidado; Esaú habría sido salvo si no hubiese vendido la primogenitura, porque del Calvario corre poder como un río que no se detiene.
Esa aparente nobleza del trabajo de Jesús está negando la verdadera labor realizada en la crucifixión. Jesús murió por todos los pecados de su pueblo (Mateo 1:21), por el mundo amado por el Padre, pero no murió por los que no rogó (los réprobos en cuanto a fe, los que fueron destinados a tropezar con él, aquellos cuyos nombres no fueron escritos en el libro de la vida del Cordero desde la fundación del mundo). Entonces, vemos que el falso maestro ha hablado en contra de lo que específicamente enseña la palabra de Dios.
Al falso maestro le agrada hablar palabras suaves, para alcanzar la paz de sus oyentes. Satanás hizo lo mismo con Eva, cuando le dijo que no pasaría nada de lo que Jehová había dicho, que no morirían sino que serían iguales a Dios. Esto anuncia el falso maestro: usted no morirá por decir que Jesús murió por todos, sin excepción; más bien usted será aplaudido y querido por ello, porque llevará esperanza a toda criatura que lo escuche. El falso maestro anuncia que Dios tiene un plan maravilloso para la vida de cada ser humano, si tan solo se aceptaran sus condiciones. La Escritura dice que Dios no tuvo plan maravilloso para Judas Iscariote, ni para Esaú que fue odiado por el Todopoderoso aún antes de hacer bien o mal, antes de ser concebido. La Biblia proclama que Jehová hizo al malo para el día malo (Proverbios 16:4), que el malo no se formó como malo por cuenta propia; que el Cordero sin mancha estuvo ordenado para venir en la era apostólica, desde antes de la fundación del mundo. Es decir, antes de Dios crear a Adán y a Eva ya Cristo estaba preparado como Cordero. Entonces quiere decir que Dios tenía un plan que ahora se desarrolla. En ese plan no todos son salvados, sino solamente su pueblo escogido por gracia, sin mediación de buenas obras.
Afirmamos que Dios hizo al hombre recto, pero que cada quien ha buscado muchas perversiones (Eclesiastés 7:29); a imagen y semejanza creó Dios al hombre y a la mujer. Por lo tanto, hubo rectitud en ellos, aunque el plan de Dios incluía el proceso de redención por medio de su Hijo, el cual llevaría la gloria exclusiva de Redentor. La Biblia insiste en que nos vistamos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad (Efesios 4:24). Adán y Eva, aunque contentos con su felicidad, se aventuraron a conocer el bien y el mal, de manera que nos llegaron muchos males. En esa trampa estuvo Satanás inmiscuido, pero, como nos enseña el libro de Job, nada ocurre sin que Dios lo haya ordenado. Si Adán no hubiese caído en la tentación, el Hijo de Dios no se habría manifestado para salvar a su pueblo, porque su pueblo no habría tampoco habría heredado la caída. Pero como en Adán todos mueren (en el espíritu), en Cristo todo su pueblo es vivificado.
La Escritura enseña que aunque haya mucho número de personas en la tierra, solo el remanente será salvo. La salvación de Jehová es eficaz, cierta, completa, no potencial, tampoco depende de la aceptación de la gente muerta en delitos y pecados. Dios resucita o hace nacer primero al elegido, para que cada redimido pueda tener vida en abundancia. La lógica resulta simple, pero la mentira siempre se manifiesta más compleja que la verdad. Por el mal fruto se conoce al falso maestro.
César Paredes
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