Se ha tratado de ocultar lo que la Biblia señala a voces, que Dios escoge basado en el puro afecto de su voluntad. Lo que ha decidido desde los siglos no lo cambiará en lo más mínimo, porque tiene un propósito eterno e inmutable. El salmista dijo que debía considerarse bendecido el que fuese escogido para estar cerca del Señor, por lo cual también Jesús cuando oraba al Padre dejó explícito que no rogaba por el mundo (Salmo 65:3; Juan 17:9), sino por los que le había dado.
Muchos teólogos conducen por un terreno impreciso, al asegurar que se puede hablar de un decreto indeterminado. Presentan a un Dios que desde antes del inicio de los tiempos miró la historia futura de la humanidad y comprendió que existirían algunos que de buen ánimo desearían estar junto a Él. En consecuencia fueron predestinados para vida eterna, mientras que los que no desearon acercarse al Todopoderoso fueron condenados perpetuamente. De esta manera se acercan a un Dios humanista, apegado a la razón de los teólogos que defienden la bondad sempiterna del Creador, que se mantiene ajeno al origen del mal, que no entiende cómo Satanás surgió de repente para arruinar sus planes.
Ese conocimiento previo de la Divinidad hizo posible varias acciones: 1) que los hombres de buen corazón fuesen redimidos; 2) que los de mal corazón fuesen condenados; 3) que Dios saliera de la ecuación que pudiera culparlo de una elección desfavorable para muchos seres humanos. Pero tal elucubración sobre el conocimiento previo divino tiene muchas fallas. Tal vez el principal error consiste en predestinar lo que ya vio como seguro, por lo tanto no cabe pre-establecer algo que de seguro acontecerá.
Se nota que en esta visión preventiva de la redención humana el ser humano se muestra como el agente principal de su salvación. Un pecador que está muerto en sus delitos, que odia a Dios por naturaleza, que no busca el bien y que no hace lo bueno, de repente decide redimirse. Reconozcamos que desear a Dios puede identificarse como una acción buena, así que si algo parecido aconteciera en la humanidad la Biblia mentiría en su declaratoria sobre la condición humana.
Pero Dios no puede considerarse como un observador pasivo de los eventos, de manera que ¿cómo pudo enviar a Jesucristo a morir por los que vio que deseaban arrepentirse? ¿Fue el Mesías una contingencia dada en virtud de lo que el Dios Creador vio en el corredor del tiempo? Cuando Jesucristo planteó que Judas era el hijo de perdición que iba conforme a la Escritura, se sabe que iba de acuerdo al plan divino. No fue Judas quien planificó por sí mismo lo que haría, sino que fue Dios quien lo preparó de antemano para que hiciera el mal. Eso significa andar para que la Escritura se cumpliera, no para que la voluntad autónoma de Judas se realizara.
Dios no llega a conocer cosas, como si no fuese un Dios Omnisciente. Dios sabe el futuro porque lo ha creado, no porque lo ha previsto en una bola de cristal o en los corazones humanos. Lo que Él dictó a sus profetas lo hizo de sí mismo, no como quien roba las ideas depositadas en las mentes de otros. Cuando se dice que Dios previó lo que acontecería porque lo pudo averiguar, se le está calificando como plagiario, mentiroso, ignorante y con soberanía limitada. Todo este andar erróneo ocurre para intentar disculpar al Creador de la maldad que se plantó en la tierra. El libre albedrío humano viene como ayudante de causa en la exculpación que se le desea hacer al Creador. Pero la Biblia insiste en declarar que Dios continúa con su accionar soberano desde el siglo y hasta el siglo.
Acordaos de las cosas pasadas desde el siglo; porque yo soy Dios, y no hay más Dios, y nada hay á mí semejante; "Yo anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no ha sido hecho. Digo: 'Mi plan se realizará, y haré todo lo que quiero.' Yo llamo desde el oriente al ave de rapiña, y de tierra lejana al hombre que llevará a cabo mi plan. Yo hablé, y yo haré que suceda. Lo he planeado y también lo haré (Isaías 46:9-11). Si Dios anuncia lo que aún no ha sido hecho, quiere decir que no ha aparecido siquiera la idea en el corazón humano como para que Él la tome bajo préstamo, robo o plagio.
Pero Sehón, rey de Hesbón, no quiso dejarnos pasar por su tierra porque el Señor tu Dios endureció su espíritu e hizo obstinado su corazón, a fin de entregarlo en tus manos, como lo está hoy (Deuteronomio 2:30). ¿Cómo puede Dios desear redimir a Sehón, rey de Hesbón, si Él mismo lo endureció para destruirlo? ¿Pudo Jesucristo orar por Judas Iscariote la noche antes de ir a la crucifixión? ¿No fue Judas parte del mundo por el cual Jesucristo no rogó aquella noche?
La Biblia resulta enfática al declarar que el que está en la carne no puede agradar a Dios. Porque la intención de la carne es muerte; mas la intención del espíritu, vida y paz: Pues la intención de la carne es enemistad contra Dios; porque no se sujeta a la ley de Dios, ni tampoco puede (Romanos 6: 6-7). ¿Y quién tiene capacidad para ir hacia Jesús? Ninguna persona la tiene, solamente aquellos que son enviados por el Padre al Hijo (Juan 6:44). Aunque el hombre no puede resistirse a la voluntad de Dios (Romanos 9: 19), Dios lo hace responsable en virtud de su soberanía absoluta. El hombre no puede escapar de su Creador, por más que intente cauterizar su conciencia. Le debe un juicio de rendición de cuentas, así que podrá acusarlo de injusto como lo hiciera el objetor levantado en Romanos 9 al pretender defender a Esaú, pero lo hará en vano. ¿Quiénes son aquellos teólogos que desean altercar contra el Creador? ¿Las cosas formadas tendrán alguna objeción contra Aquél que los formó de una manera particular? Su intento teológico ha engañado a miles, pero dentro de los miles que se pierden se puede decir, a ciencia cierta, que también fueron ordenados para tropezar en la roca que es Cristo (1 Pedro 2:8).
El que oiga la voz de Dios, que no endurezca su corazón.
César Paredes
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