Martes, 04 de agosto de 2020

La Biblia está cargada con admoniciones contra los ídolos. Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento hablan en contra de tales prácticas, pero la desobediencia del mundo sigue sin contención. Lo más triste es que dentro de las llamadas iglesias idolatría continúa. Ahora ya no basta tener un muñeco de yeso o madera para adorar, ya que prescindiendo de tales objetos la feligresía inventa formas distintas de la divinidad bíblica. Me refiero al cambio que le hacen a la doctrina que no pueden soportar, lo cual genera por necesidad un nuevo dios. Si la Biblia dice que hay un infierno de fuego eterno para los condenados, algunos feligreses señalan con sutilezas que el Sheol y la Gehena tienen un significado diferente. Si se menciona el lago de fuego, hacen de inmediato una referencia a otro concepto. El punto de esa sutileza radica en torcer lo que les parece feo, dando por consiguiente el paso a una nueva divinidad que respalde tal doctrina.

Puede que la llamen Jesús, el Cristo, el Hijo de Dios, pero su maquillaje doctrinal ladescubre como un ídolo que no puede salvar, en palabras de Isaías. Ese es un dios muy pequeño a imagen y semejanza de lo que la mente humana pueda concebir, pero sin poder para salvar una sola alma. Contra esos ídolos luchamos día tras día,tratando de exponer la palabra del Señor con sus advertencias en contra del servicio a los demonios. Un ídolo es nada, decía Pablo, pero lo que la gente sacrifica a los ídolos a los demonios sacrifican. Eso hay que tenerlo en cuenta, ya que cualquier imagen que se tenga del Dios de la Biblia que no se corresponda con la palabra revelada viene a ser un ídolo. Recordemos a los viejos fariseos que se jactaban de tener las Escrituras, de conocerlas, de interpretarlas, pero desconocían al verdadero Dios de ellas. Ellos llegaron a creer en un dios que no puede salvar a nadie, porque si hubieran creído al verdadero Dios no hubiesen detestado a Jesucristo, Dios hecho hombre entre nosotros.

El que uno se haga una imagen mental y lo llame Jesús, Jehová, Elohim, Emanuel, no nos da evidencia de salvación alguna. Eso no es otra cosa que un dios que no puede salvar. El Salmista nos dijo que los que hacen ídolos y los que lo adoran se vuelven semejantes a sus ídolos (Salmo 115:8). El dios impotente es aquel que no es capaz de volver la mente de los hombres hacia lo que él quiere, es el que se somete a los demás para permitir que las cosas pasen, muy a pesar de que ese dios no quiera que acontezcan. Ese mismo dios impotente hizo que su hijo derramara su sangre en vano, ya que demasiada gente se pierde y yace en el infierno eterno. De esa manera se prueba que su sangre fue ineficaz en los que se pierden, pero también se comprueba que si eso pasa es porque no puede salvar una sola alma. Ese no es nuestro Dios que está en los cielos y todo lo que quiso ha hecho (Salmo 115:3), ni el que ha hecho al malo para el día malo (Proverbios 16:4), ni el que ha dicho que nadie puede ir al Hijo si no es enviado por el Padre (Juan 6: 44).

El profeta Isaías compara al ídolo con el Dios soberano, le dice a la gente que se reúnan los que están entre las naciones, para que oigan la admonición del Señor: No tienen conocimiento aquellos que erigen el madero de su ídolo, y los que ruegan a un dios que no salva. Proclamad, y hacedlos acercarse, y entren todos en consulta; ¿quién hizo oír esto desde el principio, lo tiene dicho desde entonces, sino yo Jehová? Y no hay más Dios que yo; Dios justo y Salvador; ningún otro fuera de mí (Isaías 45:20-21).

Como ya dijimos, poco importa que sea hecho de madera o de bronce, basta con que sea fabricado en nuestras mentes para ajustar un cuerpo de doctrina que agrade más que la revelada en la Biblia. Un grupo de discípulos se retiraron haciendo murmuraciones contra Jesús, porque les parecía dura de oír su palabra o doctrina. Ellos se fueron a buscarse su ídolo, alguien que les endulzara los oídos e hiciera más barata la redención. Esto está escrito en el evangelio de Juan, capítulo 6. El desafío del Señor no se hizo esperar, no les rogó para que se quedasen, no abarató sus palabras (que mostraban la doctrina de su Padre). ¿Esto os ofende?- fue la expresión de sus labios, junto con la reiteración de aquello que los ofendía: Por eso os he dicho, que nadie puede venir a mí si no le fuere dado del Padre (Juan 6: 65).

El Espíritu Santo inspiró a Pablo a escribir la Carta a los Romanos, la que en su capítulo 9 declara la absoluta soberanía de Dios en materia de salvación y condenación. Se levanta allí la figura retórica de un objetor, alguien que pretende altercar con Dios en relación a su justicia. Esa figura testifica de la debida interpretación del contexto en el que el apóstol escribe, ya que hace referencia a lamanera en que Dios inculpa a Esaú. Su puño levantado contra el cielo obedece a su indignación porque no existe ningún libre albedrío, porque Dios hace como quierecon la criatura creada. Pero parece ser que los idólatras religiosos de hoy siguen los pasos de ese objetor, al sublevarse contra las palabras de la Escritura y al tratar de hacerle decir lo que no dice. Estos son los que se han confeccionado un dios a su propia imagen, los cuales andan tan perdidos como los paganos que están lejos de Dios.

Sin embargo, el objetor levantado en Romanos parece más inteligente que sus seguidores contemporáneos. Él sí comprendió la supuesta injusticia de Dios al inculpar a Esaú sin tomar en cuenta sus pecados, porque refutó diciendo: ¿Por qué,pues, inculpa? Pues, ¿quién puede resistir a su voluntad? En cambio, los seguidores de la objeción perdieron toda lógica y se salen del contexto, al afirmar que Cristo murió tanto por Jacob como por Esaú (por cada uno de los que este último representa). Estos modernos objetores de Dios asumen que el texto refiere a dos pueblos y no a la predestinación de los individuos, alegan también que odiar significa amar menos.

Cuando el apóstol Juan recomendó a la iglesia a guardarse de los ídolos, no solamente se estaba refiriendo a los muñecos hechos de mano, sino a cualquier construcción mental que derivase del desacato a la doctrina de Cristo. Fue él mismoquien dijo que el que no habita en la doctrina de Cristo no tiene al Padre ni al Hijo. Y cualquiera que le diga bienvenido a alguno que no traiga la doctrina del Señor sehará culpable de las plagas que acompañan a tal desacato. Los ídolos no son nada, pero el que sacrifica a los ídolos a los demonios sacrifica. Precisamente, las falsasdoctrinas son denominadas doctrinas de demonios. Recordemos que una enseñanza que se oponga a lo que enseñó el Señor es una falsa doctrina.

César Paredes

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Tags: SOBERANIA DE DIOS

Publicado por elegidos @ 18:01
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