El falso evangelio viene en una gran variedad de formas, pero en cada una de ellas hace daño. El disfraz que usa siempre tendrá elementos de la Biblia, ya que un lobo disfrazado de cordero disimula su ferocidad. Para poder distinguirlo se hace necesario llegar a conocer el verdadero mensaje bíblico de salvación, el cual es el anuncio que se pregona en la Escritura para todos aquellos que son llamados de las tinieblas a la luz. Es de resaltar que el evangelio no es una oferta al mejor postor, sino la información de que Dios ha provisto la redención para todos aquellos que Él mismo ha predestinado como objetos de la salvación.
Por supuesto que el falso evangelio manifiesta de inmediato su enojo ante estas palabras, ya que odia todo lo que tenga que ver con la absoluta gracia soberana. Términos como elección, predestinación, libro de la vida, molestan a los seguidores del engaño de Satanás. En todo caso, si es que hubo predestinación se debe a que Dios previó desde los siglos quiénes habrían de creer. Esa argumentación los lanza de inmediato por otro desfiladero, el tener que eliminar la depravación total de la humanidad. Para ellos, la humanidad no se encuentra del todo inhabilitada; más bien comparten con el viejo Pelagio (siglo V) la idea del hombre apto para conseguir el camino al cielo.
Pero como quiera que los muchos textos se muestran en la Escritura declarando al hombre como muerto en delitos y pecados, los defensores del evangelio extraño asumen la falacia que habla de un Dios que se despoja de su soberanía por un instante para darle al hombre el más absoluto libre albedrío y hacer que decida por su cuenta. En otros términos, ellos han llegado a sostener que Dios no influye positivamente en la decisión humana hacia Jesucristo, sino que el que estuvo muerto en delitos y pecados es sacado de la muerte por un instante para que tome su decisión. El lector avezado de las Escrituras sabe que eso no encuentra respaldo en ellas, por lo que conoce que es un desvarío la lógica de los falsos creyentes.
En la Biblia uno puede encontrar que Jesús es el único salvador en forma completa, el que dijo en la cruz que todo había sido consumado. Aún en el tiempo presente hay un remanente de acuerdo con la elección de gracia. Y si por gracia, no es por obras: de otra forma la gracia no sería más gracia. Y si por obras, entonces no sería de gracia: de otra forma las obra no sería más obra (Romanos 11:5-6). Duro texto para los defensores de Arminio, de Pelagio, de los que proponen que la última palabra en materia de salvación la tiene el hombre. Y es que el falso evangelio abraza la doctrina de las obras humanas, aunque se les oiga hablar de la gracia.
Hay una sofistería con la que intentan disimular su blasfemia contra el Dios de la Biblia. Aseguran que hay muchos pasajes de la Escritura que pueden ser entendidos como textos arminianos. Por ejemplo, el que la Biblia muestre el llamado a la humanidad para que crea y se arrepienta es porque Dios considera que el hombre tiene la aptitud para tal cosa. Es como si se validara la presunción de hacer algo para alcanzar la salvación, hacer una profesión de fe, levantar una mano, realizar una oración de fe, manifestar la voluntad abierta hacia Jesucristo.
Ah, pero el que se use la Biblia para razonar no valida el argumento falaz. Lucifer hizo lo mismo con Jesucristo en el desierto, usó la Escritura para tratar de persuadirlo de cosas impropias. Usar las Escrituras en un razonamiento no garantiza que la conclusión derivada sea válida. De nuevo, Satanás en el desierto probó a Jesucristo razonando con textos de la Escritura pero partiendo de premisas fuera de contexto o llegando a conclusiones fuera de contexto. Pedro dijo que hay quienes usan la Escritura para torcerlas, lo cual ya demuestra la intención oscura del corazón que viaja hacia su propia perdición (2 Pedro 1:20).
Nuestros sinceros esfuerzos no pueden ser tenidos como el rigor por el cual seamos aceptados por Dios. Es la justicia de Dios, la cual es Jesucristo, la que le agrada; esa justicia se nos ha imputado por dictamen judicial divino, sin que sea aceptada ninguna mezcla, sin que podamos contaminarla con nuestra propia justicia. Los trapos de mujer menstruosa no son bienvenidos ante la justicia de Dios. Sabido es que no depende del que quiere ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia; por lo tanto, al haber llegado la humanidad a estar muerta en delitos y pecados, ¿cómo puede alguien pretender que puede acudir a Cristo por cuenta propia? El hecho de que la Escritura contenga el mandato de arrepentirse y de creer el evangelio no significa que el hombre muerto pueda siquiera oír tal admonición.
El evangelio de Cristo contiene su núcleo en la expiación hecha por el Cordero de Dios en el madero. Esa expiación fue hecha por su pueblo (Mateo 1:21) y no por el mundo (Juan 17:9). Es cierto que el mundo del que habla Juan 3:16 es el que ha sido amado por Dios, es el conglomerado de las ovejas del buen pastor, de los Jacob amados por el Padre desde la eternidad. Pero el mundo por el cual Cristo no rogó es el de los Esaú, de los odiados por Dios desde la eternidad, de Judas Iscariote, del Faraón de Egipto, de los que adorarán a la bestia porque sus nombres no fueron escritos en el libro de la vida del Cordero inmolado desde la fundación del mundo. Ciertamente, los réprobos en cuanto a fe no fueron objeto de la expiación de Jesucristo. Decir lo contrario es abaratar la sangre del Señor, es pisotearla, haciendo al Dios soberano un mendigo que intenta ganar almas para redimirlas pero que obtiene el infierno como monumento a su fracaso.
Los que tratan de hacer que la salvación dependa de la condición de nuestro libre albedrío, creen en el esfuerzo humano como decisivo para nuestra relación con Dios. Y de esta forma continúan con su desvarío usando la Escritura para la perversa mentira de la adoración a la criatura. Aunque parezca raro, el ego humano está exaltado cuando Dios no se toma como soberano absoluto. En esa adoración camuflada, la soberanía de un rey se ha convertido en la presidencia de un demócrata. Dios es visto como padre de la democracia y el hombre como el sustentador de la misma (el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo). Pero la visión bíblica es totalmente opuesta, Dios es el Soberano que gobierna y el hombre es apenas barro en manos del alfarero. Eso no gusta a la arrogante criatura que defiende a ultranza la mentira del libre albedrío.
Recordemos que Jesucristo le respondió a Satanás con la Escritura, aclarando los argumentos mal sostenidos por la interpretación privada de Lucifer. De la misma forma respondemos con la palabra de Dios a los argumentos torcidos de los defensores del libre albedrío (2 Pedro 3:16), ya que el hombre no puede determinar su propio destino como si fuera él mismo un dios. Más bien es el Dios soberano el que determinó los destinos de Jacob y Esaú, sin que mediara obras buenas o malas y aún antes de que fuesen concebidos (Romanos 9:13-24). El que sigue al buen pastor sabe que el mandato de creer y de arrepentirse no implicaba una capacidad inherente en el muerto que él era por sus delitos y pecados; reconoce que si Dios no le hubiera abierto el corazón (como lo hizo con Lidia, Hechos 16:14), todavía estaría en los sepulcros.
Lejos de imaginar que en virtud de su libertad decidió su vida por Cristo, lejos de llegar a creer que la diferencia entre cielo e infierno fue su sabia y oportuna decisión por Cristo, la oveja que sigue al buen pastor reconoce que era como Lázaro en la tumba, que no de haber oído la voz del Señor no hubiese vuelto a la vida. Y ese es el nuevo nacimiento de lo alto, del Espíritu de Dios, que no depende de voluntad de varón. Por haber nacido de nuevo pudo arrepentirse y llegó a creer en el evangelio. La diferencia entre él y los que andan todavía en tinieblas es que para él la Escritura no es más una gran parábola, sino palabras de vida eterna. En cambio, para los que no han sido llamados eficazmente el anuncio del evangelio no es discernible.
La palabra de Dios alcanza en el tiempo oportuno al elegido del Padre, pero al réprobo en cuanto a fe lo endurece. Y este endurecimiento puede manifestarse de muchos modos, uno de los cuales es precisamente el hecho de permanecer en el evangelio extraño. Y es a éstos que nosotros hemos llegado a ser olor de muerte para muerte, si bien a los que creen hemos sido olor de vida para vida (2 Corintios 2:16). Ahora bien, si quisiéramos endulzar la palabra de Dios y hacerla grata a la masa, a la mayoría de personas que escuchan, nos hubiésemos convertido como muchos que son traficantes de la palabra de Dios (2 Corintios 2:17). Los que trafican son los que venden al mejor postor, los que convierten el anuncio del evangelio en oferta de salvación, los que transforman la gracia (recibir de gratis) del evangelio en obras de salvación, los que hacen que la expiación de Cristo pase a ser indefinida, incierta, virtual o potencial. En otros términos, los que trafican con la palabra de Dios pervierten en evangelio de salvación del Señor glorioso y lo hacen abaratar para que muchos sean los escogidos y no pocos, para que la demagogia de su dios halle gratitud en las masas que tienen comezón de oír.
Salid de Babilonia, pueblo mío, es la exhortación del Señor en la Biblia. El que tenga oídos para oír que oiga y el que pueda ver que vea. Dios no dará su gloria a nadie, solamente Él es el que puede salvar y lo hará de seguro con quien Él quiera. La manada es pequeña, la puerta angosta y el camino estrecho; hay que ser valiente para arrebatar el reino de los cielos, pero esa bravura la entrega el Señor por medio de su palabra, con el conocimiento de él mismo. Porque es ese conocimiento el que salva, mientras que la ignorancia debilita y mata. Examinen las Escrituras, porque en ellas parece que está la vida eterna y ellas dan testimonio de Jesucristo.
César Paredes
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