Viernes, 29 de junio de 2018

Sea anatema todo aquel que trae otro evangelio (Gálatas 1:8-9) porque hay algunos que turban a la iglesia (verso 7) con la alteración de la simpleza del evangelio. ¿Qué es el evangelio para Pablo? ¿Será viable el que Pablo sea tan dogmático y no permita siquiera una interpretación un poco más amplia e inclusiva del evangelio? En Gálatas 1:4 se intenta dar una definición del evangelio, cuando al hablar de Jesucristo se dice que es quien se dio a sí mismo por nuestros pecados. De este modo nos libró de la presente época malvada, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre.

¿Cuál fue esa presente época malvada? ¿Tendrá vigencia para hoy día ese conjunto de palabras?  Pudiera bien ser el mundo judío y sus sinagogas, o la iglesia comprometida con el santuario mundano, entregada a la tradición y a los rudimentos del mundo. Los judíos esperaban a un Mesías para gobernar políticamente a Israel y no a uno que fuera crucificado. En todo caso vemos que aquella definición de Pablo cobra sentido también en nuestra época, cuando el mundo es malo por definición y su ideología se extiende como lo más natural para la humanidad. Esa manera de ver la vida que tiene el mundo es totalmente opuesta a la Escritura, ya que la humanidad entera yace bajo el maligno, en falsedad y en su propio pecado.

Los deseos de la carne, de los ojos y la vanagloria de la vida imperan en cada ser humano, hoy más que nunca dominado por los medios de comunicación social. Jesucristo, de acuerdo al evangelio de Pablo, se dio a sí mismo para rescatarnos de este poder maldito del mundo, de su influencia y gobierno, así como de Satanás su príncipe. Las vanas conversaciones de los hombres se sujetan a la influencia del que gobierna desde las tinieblas, para destrucción perpetua de los impíos.

Fue bajo el determinado consejo y conocimiento de Dios que Jesucristo fue enviado hacia las manos de hombres malignos, puesto a muerte por ellos. Ese fue el propósito y la voluntad del Padre,  para que el Hijo fuese hecho pecado (aún sin haber cometido pecado) y como oveja llevada al matadero fuese obediente sin abrir su boca con alguna queja. De esta forma Jesús murió por los pecados de su pueblo (Mateo 1:21) para permitir nuestra adopción de gracia; todo esto sin mediar valor alguno en nosotros, ya que éramos por naturaleza hijos de la ira, lo mismo que los demás.

Si los Gálatas trastabillaron y se encantaron por la fuerza de los predicadores anatemas, los Corintios, a pesar de sus múltiples problemas carnales, habían permanecido en el evangelio enseñado por el apóstol. Y ese era el mecanismo de su salvación, ya que Pablo les dice que por estar firmes en ese evangelio predicado por él están salvos, siempre y cuando lo retengan como él lo ha predicado. Esa es una seria advertencia contra la apostasía, de manera que hay que estar advertidos en cuanto a permanecer en la doctrina de Cristo (de lo contrario no se tiene ni al Padre ni al Hijo, ni tampoco al Espíritu como garantía de la salvación). ¿Y cuál fue ese evangelio enseñado a los Corintios? Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras (1 Corintios 15:3).

La tarea de cada persona que se dice creyente ha de ser la investigación exhaustiva de las Escrituras para descubrir cómo fue que Cristo murió por nuestros pecados. En ningún lugar de ellas se ha dicho que haya muerto por los pecados de cada uno de los habitantes del planeta, sino sólo por los pecados de su pueblo. Fue el mismo Señor quien también aseguró que nadie podía ir a él a no ser que su Padre lo llevara (a la fuerza). Esa fue la razón fundamental por la que muchos de sus discípulos se retiraron con murmuraciones, ya que les pareció dura de oír dicha palabra. Y fue Jesús quien también dijo que los que no iban a él no podían hacerlo porque no eran parte de sus ovejas. La investigación en las Escrituras debe llevarnos a la comprensión de lo que significa la palabra mundo en sus páginas y lo que implica el término todo en ellas.

Jesús exhortó a que examináramos las Escrituras si en ellas nos parecía que estaba la vida eterna. Es deber de cada persona que se llama creyente el darse a la tarea de ese examen, sin la excusa de que no tiene las herramientas teológicas para la evaluación. La razón de su admonición es porque esas páginas escritas son las que dan testimonio de él. Tengamos presente que las Escrituras se escribieron por causa de nosotros y no por causa del mundo. En el Antiguo Testamento se nota en forma remarcada esta separación que Jehová hizo con su pueblo histórico Israel. Solamente miró de entre los pueblos del mundo a esa gente, no por ser los mejores sino más bien por ser los menos apropiados. Pero el resto de las gentes quedaron desinformadas del mensaje dado a Israel. Hoy día el evangelio se ha extendido a los gentiles, debido al endurecimiento de aquel Israel. Pero aquellas Escrituras decían cosas como las siguientes: Él nos dará vida después de dos días; al tercer día nos levantará, y viviremos delante de él (Oseas 6:2). Tus muertos volverán a vivir; los cadáveres se levantarán. ¡Despertad y cantad, oh moradores del polvo! Porque tu rocío es como rocío de luces, y la tierra dará a luz a sus fallecidos (Isaías 26:19). Recordemos también la señal de Jonás, quien pasó tres días en el vientre de un gran pez, como símbolo del que resucitaría al tercer día.

La presente época malvada nos muestra de qué hemos sido liberados en Cristo. Basta con mirar alrededor, en el noticiero, o en las páginas de los libros de la falsamente llamada ciencia, para que uno pueda comprender la gran falacia en la que se refugian los moradores de la tierra. Y en la iglesia no hay nada más pervertido que un maestro que tuerza el evangelio. Pero eso no debería asombrarnos, ya que la falsa doctrina conlleva por fuerza la aparición de falsos maestros y, lo que aún sigue siendo malo, el desfile de falsos seguidores de las buenas nuevas. Sí, la gente se amontona porque tiene comezón de oír y busca quien le predique. En ese sentido los maestros enseñan lo que el público desea escuchar, por lo cual aparecen otros evangelios diferentes del evangelio que enseñaba Pablo.

Tal vez no vengan con la historia de la circuncisión de Moisés, pero de igual manera incluyen las obras: las de hacer y las de no hacer. En la medida en que usted muestre su buena voluntad Dios lo llamará, si usted procura Dios lo puede salvar, en fin, Dios hizo su parte pero ahora nos toca a nosotros hacer la nuestra. Pero deberíamos mirar de nuevo en las Escrituras y preguntarnos qué libre albedrío hizo que Saulo de Tarso se convirtiera en Pablo. El hombre no es libre de Dios en ningún sentido, por más que la serpiente antigua haya intentado venderle esa idea a Eva. Lo dijo el salmista: ¿Adónde huiré de tu presencia? Incluso Satanás será atormentado por siempre en presencia del Cordero, de manera que no hay tal cosa como un ser humano independiente de su Creador. Simplemente cada quien sigue su guión que le fue escrito, aunque eso incluya el ignorar por completo o en parte que haya sido escrito para él. Judas Iscariote iba como decía la Escritura, para que ésta se cumpliera; Esaú también fue odiado desde antes de ser concebido, lo mismo que el Faraón, aunque no lo supiera a ciencia cierta. Y todo esto se escribió para que Dios mostrara que la elección depende de Él y que no hay obra humana que pueda servirle al hombre para su jactancia.

No en vano la Escritura también señala que horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo, que nos conviene amistarnos ahora con Él para que nos venga bien y tengamos paz. Pero de nuevo, para esto ¿quién es suficiente? No depende de querer o correr, ya que el Señor endurece a quien quiere endurecer pero tiene misericordia de quien quiere tenerla. La presente época malvada persigue a las ovejas escogidas de Dios, para afligirlas; el tirano que gobierna desde las tinieblas azota al pueblo que le pertenece a Jehová, pero esas aflicciones son necesarias para que se demuestre quién es nuestro Consolador y quién en verdad es un escogido.

Como en la época de los Gálatas cuando venían judíos a la iglesia a judaizar, recordando que la ley de Moisés mandaba la circuncisión de la carne, hoy día vuelven los judíos cristianizados o mesiánicos a decirnos que es menester aprender palabras en hebreo. Con ese látigo pretenden gobernar a los débiles y temerosos, los que ignoran la palabra de Cristo; es allí que el pueblo padece por la falta de conocimiento. Estos modernos judaizantes aseguran que el Nuevo Testamento se escribió en hebreo y no en griego, como si Dios se hubiera equivocado; pretenden devolverle el nombre hebreo o arameo al Señor como si el Padre no hubiese querido que se usara la lengua gentil por excelencia para propagar el evangelio. Así, se la pasan hablando la palabra bajo el hechizo de los hebraísmos, de la pronunciación en lengua hebrea de ciertos nombres emblemáticos. Con ello pretenden decirnos que esa forma se ve más santa, más cercana al Todopoderoso.

La presente época malvada nos deja tan solos como estuvo el profeta Elías en su tiempo. En ocasiones pensamos que solamente unos pocos hemos quedado, pero lo cierto es que cuesta conseguir a un hermano que haya creído el único evangelio que enseñó Pablo. En cambio, seguidores de los otros evangelios los hay por millares de manera que sentimos su peso y su escarnio, su señalamiento contra la Escritura misma con tal de que prevalezcan en su ideología. Estos son los maestros de la inclusión, de la evangelización sicológica para las multitudes, los que torciendo un poco la Escritura la adaptan para que sus palabras los respalden. De esta manera han llegado a la locura de afirmar que el verbo odiar significa amar menos.  A ellos les molesta que Dios reclame para Sí mismo todo cuanto existe y ha obrado, que haya dicho que ha hecho al malo para el día malo, que ha creado el mal y que hace la guerra y la paz, que da vida y da muerte.

Dura de oír les suena a los del evangelio anatema la doctrina de Jesús, por cuya razón no permanecen en ella y por lo cual exhiben su propia perdición. Es fácil reconocerlos y más fácil aún resulta huir de ellos, si es que se pertenece al rebaño del Señor. El evangelio diferente es el que nos sugiere medios diferentes a los enseñados por Pablo para alcanzar la salvación, pero el único evangelio es el que nos dice que una gran cantidad de pecadores culpables hemos sido aceptados en el Amado, solamente por causa de la muerte vicaria de Jesucristo en tanto Dios hecho hombre. Si somos ovejas del Buen Pastor huiremos de los extraños y caminaremos junto al Maestro que nos conduce dentro de las buenas nuevas de salvación.

César Paredes

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Tags: SOBERANIA DE DIOS

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