Martes, 08 de mayo de 2018

Hay muchos teólogos y seguidores religiosos que hablan del gran conglomerado de la cristiandad como muchos de distintos tipos. Para ellos da lo mismo que uno crea en la gracia absoluta y soberana de Dios y que otro asuma que Dios no salvó a nadie en particular. Les da igual que Jesús haya muerto por todos, sin excepción, proporcionando una salvación potencial. Como si Jesús haya hecho su trabajo pero todavía espera con ansiedad que un alma caritativa se le acerque. Los que no aceptan ese sacrificio del Hijo de Dios son condenados por su propia obstinación. Así se configuran los dos evangelios de distinto tipo.

Pero siempre hemos de cotejar lo que esos teólogos dicen (así como lo que acá decimos) con las Escrituras. ¿Qué pecados fueron perdonados en la cruz del Calvario? porque esto es mi sangre del pacto, la cual es derramada para el perdón de pecados para muchos (Mateo 6:28). No fue derramada para todos sin excepción, solamente para muchos. Se alega que esta declaración puede desmotivar la predicación del evangelio, pero ¿cómo detener el cumplimiento de la orden de Jesús de ir por todo el mundo y predicar el evangelio? La predicación del evangelio llamará a los elegidos del Padre, no hay otra forma de alcanzarlos. El Dios que predestinó el fin determinó también los medios.

Dios es capaz de guardarnos a nosotros hasta el final, sin que nadie nos pueda arrebatar de las manos del Padre ni de las del Hijo. Ni la muerte, ni la vida, ni principados, ni potestades, nada nos puede separar del amor de Dios en Cristo Jesús. Esa es una garantía dada por la declaración del Espíritu que inspiró las Escrituras, de manera que nadie puede condenar a los escogidos de Dios. Además, ha sido una declaración judicial la que se nos ha impartido, que somos hechos justicia en el Señor, ya que la justicia de Dios, la cual es Jesucristo, nuestra pascua, ha sido imputada a favor de los elegidos; por otro lado, todos los pecados de todo su pueblo han sido cargados en Jesucristo cuando padeció por su iglesia (sus amigos) en el Gólgota. Habiendo dicho Jesús que su trabajo fue consumado (Tetélestai) nada se puede añadir ni quitar a lo que ya ha sido perfeccionado.

La salvación no depende de una porción de teología, de conocer mucho o poco de ella, pero Dios es el que enseña a quien ha escogido para que vaya al Hijo. Lo afirmó Jesucristo en el Nuevo Testamento, pero ya había sido escrito en el Antiguo bajo inspiración divina. Todos tus hijos serán enseñados por Jehová, y grande será la paz de tus hijos (Isaías 54:13); la interpretación de este texto ha sido dada por el Señor (quien también es el autor del mismo): Está escrito en los Profetas: Y serán todos enseñados por Dios. Así que, todo aquel que oye y aprende del Padre viene a mí (Juan 6:45).

Si bien hay una gran variedad de religiones en el mundo, oponiéndose al cristianismo, dentro de la denominada cristiandad también hay muchos evangelios. Pero no que haya otro evangelio, como aseguraba Pablo, sino que hay quienes pervierten el evangelio de la verdad con su interpretación privada. Por eso insistimos en que lo que existe es una oposición al evangelio de Cristo y no distintos evangelios de diferente tipo. Es fácil oponer ateísmo a cristianismo, budismo al sistema de creencias bíblicas. Pero cuando se trata de la falsificación de la verdad muchos parecen confundidos, como si nunca les hubiera amanecido Cristo. En este punto se podría inferir que la operación de error ha sido enviada por Dios para confusión perpetua de los que no creyeron la verdad sino que se complacieron en la mentira.

Hay quienes hablan de un río gigante donde navegan con ciertos problemas de peñascos, árboles cortados, todo tipo de escombros acumulados, pero que finalmente conduce al océano celestial. Con esa metáfora pretenden hacer valer la herejía como un peñasco o como el acumulado de escombros, sin llamar malo a lo malo. Por otro lado, sugieren con metáfora parecida, que el gran río apacible lleva a los que han creído el evangelio de la gracia hacia el océano celestial. Lo que en realidad sugieren con semejante símil no es otra cosa que la igualdad entre herejía y debida creencia, ya que mientras se lleve el mote de cristiano todos los caminos conducen al mismo océano aludido. ¿Pero, es eso lo que enseñó la Escritura?

El Señor habló del camino ancho y del camino angosto, dejando en claro que son distintos sus destinos finales. Los teólogos que han intentado igualar ambos senderos son semejantes a los ciegos que guían ciegos; no aciertan en la comprensión de las cosas espirituales que se han de discernir espiritualmente. Su naturaleza corrompida no ha podido limpiarse con los años de religión en seminarios y sinagogas, como tampoco pudo Saulo de Tarso limpiarse a los pies de Gamaliel.

El pavimento del arminianismo está adosado con herejía y jamás logrará alcanzar el océano celestial. Los que creen que la fe y el arrepentimiento conducen a la regeneración están creyendo un evangelio diferente, en clara oposición al evangelio de Jesucristo. Si Dios no es irracional ni débil mental, no puede ninguno de sus hijos creer un sistema teológico irracional ni insano. Si hemos sido enseñados por Dios esa enseñanza no será semejante a la impartida por Gamaliel. Todo el conocimiento de Saulo fue estimado por basura por Pablo. A partir de haber caído del caballo, Saulo comenzó a ser transformado en Pablo, adquirió el conocimiento del Padre que lo condujo a querer conocer a Cristo. Nicodemo pudo acudir al Señor de noche, pero su conocimiento fue inútil para su conversión. Los llamados padres de la iglesia que no comprendieron bien el sacrificio de Jesús en el calvario tampoco fueron enseñados por Dios, porque la doctrina del Todopoderoso no es contradictoria ni plagada de paradojas. Poco importa que se llamen padres de la iglesia cuando ellos mismos no fueron parte de ella de acuerdo a la cabeza de ese cuerpo. Dios no deja a sus hijos en la ignorancia teológica, carentes de la doctrina bíblica esencial; ninguna de sus ovejas se va por un solo instante tras el extraño (Juan 10:1-5).

El evangelio extraño es opuesto al de Jesucristo; ese evangelio perverso cree que si Dios ordena a ciertas personas a vida eterna lo hace basado en la perseverancia que ve en ellos, en tanto Omnisciente; que Cristo murió para darle oportunidad de salvación a todo el que quiera aceptarla; que el Espíritu Santo ejerce la misma influencia sobre todas las personas, pero que los que son salvos lo son porque cooperan con él, mientras que los que se condenan lo hacen porque resisten ese poder divino: entonces, la salvación para ellos pasa a ser un trabajo conjunto entre Dios y el hombre; que la salvación no es una certeza del decreto de Dios ni del sacrificio de Cristo, sino que estando dotado el hombre de libre albedrío se hace libre del control de Dios, de manera que un hombre que ha sido regenerado puede llegar a estar perdido por su obstinación.

De esta forma, de acuerdo con el evangelio del extraño, Cristo jamás procuró la salvación de ninguno en particular. Apenas removió el obstáculo de la justicia divina para hacer que la humanidad se salve con un poco de su esfuerzo; esto es, la salvación procurada en el calvario es potencial y depende de que cada quien la actualice. Ese sacrificio no tuvo ninguna eficacia propia sino que ha dependido de la buena voluntad de los hombres. La salvación vendría a ser un trabajo adicional del libre albedrío de los seres humanos.

Pero contrario a esta oposición al trabajo de  Jesucristo, el verdadero evangelio incluye que Cristo murió como sustituto de ciertas personas (salvará mi pueblo a muchos: Isaías 53:11), llevando su castigo (Mateo 1:21); Cristo ha hecho cierta la salvación por su sacrificio (Consumado es: Juan 19:30); dice también que la muerte de Cristo aseguró la salvación de todos los que él representó (lo cual se desprende de muchos textos: Juan 17:9, Juan 10:28, por ejemplo).  Dios pudo dejar a toda la humanidad en su miseria para ser condenada por siempre, así como dejó a los ángeles que no mantuvieron su primera condición. Sin embargo, escogió en Cristo de acuerdo al buen consejo de su voluntad, y desde antes de la fundación del mundo, a un pueblo para que fuese santo y sin mancha (Efesios 1:4). Por esa razón nos justificó en Jesucristo, bajo un efecto judicial, de manera que no dependiera de nuestra justicia incierta e impura sino de la de Su Hijo. Por eso sabemos que todas las cosas operan para bien de los escogidos, habiendo sido conocidos en amor, predestinados para ser conformes a la imagen de Su Hijo, llamados eficazmente por el ministerio del evangelio, habiendo sido justificados y glorificados (Romanos 8: 28-30).  

Los arminianos son la verdadera esencia del papado, la enfermedad teológica de nuestra época desde hace ya varios siglos. El arrianismo fue la enfermedad sufrida por la iglesia naciente, pero la nuestra sigue recibiendo el azote luciferino por intermedio de sus maestros. La voz de la serpiente antigua todavía se escucha con su sibilante hipnosis, habiendo inoculado el veneno en las almas incautas que han preferido la mentira frente a la verdad. La tesis de Arminio ha venido a ser el gran monstruo creado por el hombre de pecado, como han dicho algunos.

Por eso insistimos en que hay oposición al evangelio de Cristo, no una superposición de evangelios semejantes. El universalismo es la antítesis del evangelio anunciado en las Escrituras, es el eructo de Satanás que respiran las masas satisfechas por haber encontrado quien les predique de acuerdo a su comezón de oír. Suponer que Dios batalla contra el mal implicaría desconocer que Él ha hecho al malo para el día malo (Proverbios 16:4). Y ese ha sido el espíritu dualista de los universalistas, al pretender que debemos ayudar al Creador pasándonos a sus filas para vencer a Satanás. El Cristo de los arminianos es un dios débil que espera por un alma caritativa que lo haga sentir victorioso, pero al final les pagará con nada porque no es sino una ilusión salida del pozo del abismo.

César Paredes

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Tags: SOBERANIA DE DIOS

Publicado por elegidos @ 10:19
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