Martes, 13 de marzo de 2018

El Señor conoce a los que son suyos y por supuesto sabe bien quiénes no son de él. Solamente acepta a los que el Padre le ha dado, los cuales son instruidos por Dios y enviados hacia el Hijo. Hay una promesa extendida para cada uno de los que a él se allegan (siempre que sean enviados por el Padre), que no serán jamás echados fuera de su regazo.  Cuando Juan escribió su evangelio recogió las palabras dadas por el Señor a un grupo de personas, como algo emblemático de lo que sucede en oposición a las ovejas: Ustedes no creen en mí porque no son de mis ovejas.

Esta declaración coloca sobre la mesa la aserción que refiere a que no es posible convertir a un cabrito en oveja, o su parte invertida: una oveja en cabrito. La naturaleza de cada uno sale ya con la persona, de acuerdo a como el Omnipotente lo haya predeterminado. Uno no puede conocer a simple vista quién es quién, pero se nos conmina a examinar los espíritus (las personas) para ver si son de Dios.  El Señor tenía (y tiene) la cualidad de conocer el corazón humano, de saber quiénes son los escogidos del Padre; por lo tanto sabía siempre lo que hacía, ya que aún cuando escogió a Judas Iscariote conocía que era diablo.

A estos judíos les dijo que no eran de sus ovejas y que por esa razón no podían creer en él. Muy sencillo, él conoce a cada criatura y sabe a quienes habrá de llamar en el tiempo oportuno. Su llamamiento será por lo tanto eficaz, sin error de ningún tipo, sin lucha para dominar el corazón que habrá de redimir. Simplemente ya hizo su labor en la cruz y ahora el Espíritu es el que da vida a los elegidos del Padre. Dios Padre elige, Dios Hijo redime (con su sangre en la cruz a esos elegidos) y Dios Espíritu da vida (regenera o hace nacer de lo alto). Por lo tanto, resulta imposible que el Espíritu esté luchando por convencer a quienes no son ovejas; ni siquiera lucha por traer una oveja a Cristo, ya que nadie puede resistir a la voluntad de Dios. Si no hay resistencia Dios no tiene que batallar con nadie.

Los arminianos en su herejía saltan a la palestra de inmediato para torcer las Escrituras, y con ello demuestran el talento del diablo en el ardid viejo del engaño. Ellos alegan que hay quienes resisten al Espíritu. Pero de nuevo sacan de contexto la frase dicha por Pablo, ya que según el apóstol los que resisten al Espíritu no son los que se resisten a la conversión, sino al dictamen general de arrepentirse y creer en el evangelio. ¿Es que se les olvida que la ley fue introducida no para salvar a nadie sino para condenar? Pues maldito será el que cumpla toda la ley pero transgreda aunque sea uno solo de sus mandatos, será culpable de todos ellos. De la misma forma, cuando se dice no codiciarás el corazón humano codicia mucho más, de tal forma que por la ley el pecado abunda.  Ah, pero donde abundó el pecado sobreabundó la gracia.

Esa gracia no sobreabundó para Esaú y sus representados (Judas, el Faraón y un etcétera).  Para ellos abundó la ley, el Espíritu que ordena en forma general la ley y el arrepentimiento. A los réprobos en cuanto a fe solo les es dado el resistir la voz general del Espíritu, no el llamamiento eficaz. De nuevo es Pablo el que dice: ¿Quién puede resistir a su voluntad? (Romanos 9).  Aquellos judíos no tuvieron ninguna gracia delante de ellos sino la declaración terrible del Señor: no vienen a mí porque no son de mis ovejas.

De manera que el contexto del capítulo 10 del evangelio de Juan nos habla de la cualidad de la oveja. Ella oirá la voz del Buen Pastor que va delante, lo seguirá y huirá del pastor extraño. Esos pastores que son lobos disfrazados de ovejas han venido para hurtar, matar y destruir. Pero no podrán engañar ni a uno solo de los escogidos, más allá de que puedan alcanzar sus cuerpos y exponerlos al matadero o al degüello. El robo del ladrón supone una invasión a nuestro espacio, de esa forma podrá llevarse lo que consiga en ese lugar. Los maestros de religión vienen no por la puerta correcta (el Jesús de las Escrituras) sino por la parte trasera (el Jesús del arminianismo, por ejemplo). Ese maestro engaña los corazones de las cabras, porque de acuerdo a lo que Jesús enseñó las ovejas huirán de él porque olvidaron esa voz.

Recordemos los momentos en que gente extraña ha tratado de convencernos de algo indebido; sus artimañas son las mismas siempre, sus silogismos han sido preparados desde el pozo del infierno. Cuando tuercen un poco o mucho las Escrituras, para su propia perdición lo hacen. Esos ladrones y saqueadores se nutren del pasto preparado para las ovejas, ellos se engordan con el salario que las cabras les proporcionan. Diezmos y ofrendas, invitaciones a comer, regalos especiales, ayudas en sus templos. En realidad, ellos han procurado su fondo de pensión, su trabajo diario a expensas del engaño. Son vulgares comerciantes pero el rubro que trafican se llama fe. Por supuesto, la fe en el otro Jesús, en el otro evangelio, en el rebaño de las cabras.

¿Recuerdan la historia de Absalón, el hijo de David? El usó sus encantos, su carisma público, su linaje para engañar las almas que estaban dispuestas para la desviación. Aunque todos ellos pensaron que harían un buen servicio, terminaron rebelándose contra David y contra el Dios de las Escrituras. Su destino también ha sido narrado en las páginas de la Biblia. Los viejos fariseos habían venido para robar el alma de Israel, también los saduceos con sus doctrinas desviadas, diciendo que no había resurrección alguna. Y asimismo han venido otros con el reclamo de que Dios es un Espíritu Puro y no puede contaminarse con la naturaleza humana, por lo tanto Jesucristo no sería Dios sino hombre solo, o es solo Dios pero se apareció en medio nuestro como si fuera un espectro de Él. En fin, hay muchas maneras de engañar, de alegar a favor del falso maestro. Por otro lado, la Biblia enseña que muchos se amontonan porque tienen comezón de oír y buscan a los maestros para que les cuenten sus fábulas.

Esos extraños devoran las casas de las viudas, los rincones de la gente pobre a quienes engañan, pero tragan algo más que dinero: procuran las almas de sus incautos. Sus falsas doctrinas matan las almas de los que los siguen, envenenan sus mentes con argumentos falaces. Ellos procuran construir un Cristo a la imagen y semejanza del corazón humano, acorde al imaginario colectivo de lo que pueden oír. En realidad no toleran la dura palabra de Jesús y dicen que nadie puede escucharla, por esa razón procuran suavizar la dureza de lo que la Biblia expresa y van torciendo poco a poco la Escritura. Poco a poco también se van perdiendo,  pero de manera segura.

Las palabras de Jesús siguen siendo verdad: él vino para que sus ovejas tuvieran vida y en abundancia. No vino para morir por los cabritos, no vino para morir por esos judíos a quienes les dijo que no eran de sus ovejas. De la misma forma no vino para morir por todo el mundo, sin excepción, sino solamente por los que el Padre le dio (Juan 17:9). Y si Jesús no rogó por el mundo (no amado por el Padre) tampoco lo representó al día siguiente en el madero cuando ofrecía su vida en rescate por muchos. La oferta de Jesús es hecha en exclusividad para las ovejas, solo a ellas procuró vida eterna y solamente ellas la tendrán.

Por mucho que se afanen los arminianos (y cualquiera otra secta o doctrina extraña) no podrán añadir a la verdad bíblica un codo. Solamente creerán los que estén ordenados para vida eterna, y por eso se predica el evangelio. El evangelio torcido y falso no ha salvado todavía ni una sola alma, más bien él asegura la perdición eterna de los cabritos. Los falsos pastores se alimentan en esta vida del producto de su engaño, pero cosecharán igual que las almas que les son cautivas: perdición eterna.

Claro está que hay variantes dentro de los arminianos, los hay quienes asumen la predestinación de Dios pero siempre y cuando se diga que Dios tuvo que conocer en el tiempo (al mirar en los corazones de los hombres) quiénes le seguirían y quiénes no. De esta manera su doctrina del libre albedrío sigue intacta, algo tan preciado en la naturaleza caída del hombre. Ah, pero si Dios tuvo que conocer algo nuevo que no sabía no era tan Omnisciente como dicen que era. El problema para ellos está en reconocer la soberanía absoluta de Dios y en destronar al hombre como centro del universo. Con mi libre albedrío no te metas, parecen decir sus acólitos. Por eso hay también dentro de ellos los que sostienen junto al jesuita Luis de Molina (doctrina del molinismo) que Dios se despoja voluntariamente de su soberanía por un instante frente a cada ser humano para dejar que el hombre decida su destino. Fábula del pozo del abismo, ya que con la Escritura no cuentan. También los hay quienes aseguran que Dios siempre tiene ante sí múltiples futuros y va eligiendo el que se acople a las circunstancias. En otros términos, el asunto gris de ellos es que Dios no tiene todo bajo control y el hombre es quien se condena a sí mismo. Y algunos de ellos también llegan a decir que Dios salva a quienes se quieren salvar, porque Él es un Caballero que respeta el arbitrio humano.

Con razón el Señor dejó dicho a los que son su pueblo que salieran de en medio de Babilonia. Los que continúan allí y no pueden huir del extraño no son de las ovejas del Señor. Ellos jamás podrán ir a Jesús porque el Padre jamás los habrá enviado allí. Y usted tal vez se pregunte si Dios es justo o injusto dadas estas circunstancias, pero la respuesta también fue dada en la Biblia. El Juez de toda la tierra hará lo que sea justo; por otro lado, la olla de barro no puede altercar con su alfarero ni alegar que Dios lo hizo de una u otra manera, como si eso lo exculpara. ¿Quién puede acusar a Dios? ¿Ante quién tiene que dar cuentas el Altísimo? Esto es lo que molesta a la mayoría de los que se acercan al relato bíblico, y como no pueden humillarse ante el Omnipotente Dios se retiran con murmuraciones y con el argumento de que la palabra de Dios es dura de oír, ynadie más debería escuchar aquello.

César Paredes

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Tags: SOBERANIA DE DIOS

Publicado por elegidos @ 10:02
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