Viernes, 29 de diciembre de 2017

No que haya otros evangelios pero ciertamente hay distorsiones del evangelio de Cristo; no que haya muchos dioses pero existe la confección de divinidades a partir de la interpretación privada de las Escrituras. Cuando uno lee la Biblia puede ver en la superficie lo que ya lleva concebido como doctrina; sin embargo, conviene buscar la objetividad en la lectura para no extraviarse en ella. Si una persona pretende crear un dios a su imagen y semejanza de seguro seguirá el parámetro de leer para justificar su ideología. Si usted lee Apocalipsis 3:20 pudiera llegar a la conclusión ligera de que el pecador decide y escoge seguir a Cristo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, en palabras del Señor, pareciera dejar chance a la libertad humana. De esta forma se coloca al Dios soberano como alguien que pide ayuda en su soledad para que el creyente abra la puerta y lo deje entrar. Pero se ha olvidado lo que el texto también dice: Este oír la voz y abrir la puerta no fue nunca una decisión privada para oír o para abrir lo cerrado. Más bien, toda persona escogida para salvación oirá la voz del Señor y abrirá la puerta de su corazón, porque el Padre así lo preparará para tales acciones. ¿No lo dice el texto de Juan en su evangelio? Que cada persona que es de la verdad escuchará la voz de Cristo (Juan 18:37). Pero de igual forma la Escritura dice que los que no creen no pueden hacerlo porque no son parte de las ovejas del Señor (Juan 10:26). Jesucristo en forma coherente oraba la noche antes de su crucifixión, sus palabras fueron recogidas y en ellas constatamos la eficacia de su acción. No rogó por el mundo sino solamente por los que el Padre le había dado (tanto por los de ese momento como también por los que irían a creer a través de la palabra de aquéllos). Juan también nos lo declara en su evangelio (capítulo 17) de manera que es tal la información que no podemos desviarnos de su contenido a no ser que quien lo haga se tropiece con la roca puesta para caída. A pesar de la abrumadora prueba en la Escritura en relación a la soberanía absoluta de Dios, hay quienes abogan por el libre albedrío humano. El dios de Arminio y de sus seguidores es uno a quien le preocupa la opinión humana. Ese dios depende del permiso que la gente le dé porque se dice que es un dios Caballero. Pero es más bien un dios mendigo que ruega ante los hombres para que lo dejen entrar en sus corazones, que comienza a reinar siempre y cuando el ser humano se lo permita. Para ese dios los habitantes de la tierra son todo y hace de acuerdo a lo que ellos le permiten. Cualquiera puede detenerle su mano y decirle epa, ¿qué haces? El dios de Arminio y sus seguidores comparte su gloria con los humanos y entrega su alabanza a esculturas. Porque la escultura no es solamente hecha con materiales físicos sino que puede ser construida con imágenes de la mente. Es un dios a imagen y semejanza de lo que el alma humana produce. De acuerdo a la lectura de Romanos 1 podemos observar que la humanidad entera ha conocido a Dios a través de la creación. No obstante, dado que la paga del pecado es la muerte (no sólo la física), no pudo ni puede el ser humano darle la gloria debida a Dios (Romamos 6:23). En tal sentido se ha trocado la gloria del Dios incorruptible por imágenes corrompidas acerca de lo que debe ser Dios. Hay textos rectores en las Escrituras, que rigen cualquier interpretación y la dominan. Por ejemplo, si Jesús dijo que nadie podía ir hacia él a no ser que el Padre lo enviara, y si añadió que el que a él fuere no lo echará fuera, esos dos parlamentos o textos regirán a cualquier otro que hable de la supuesta libertad humana para ir hacia el Señor. Pues si el Señor también dijo que el que quiera vaya y tome del agua de la vida eterna, dicha frase debe ser vista a la luz de los textos rectores. El que una persona llegue a querer esa vida y esa agua eterna se debe única y exclusivamente a que el Padre lo ha enviado hacia el Hijo. No le aconteció a Judas de esa manera, más bien decimos que no quiso nunca beber esa agua. De igual forma el Faraón de Egipto rechazó cualquier intento de arrepentimiento, como también le sucede a los demás réprobos en cuanto a fe. Las muchas lágrimas de Esaú no fueron eficaces como inservibles fueron las palabras de Jesús para aquellos oídos cerrados por la voluntad del Padre. Solamente su voz resulta eficaz cuando el Padre prepara el corazón, como le sucedió a la vendedora de púrpura ante las palabras de Pablo. Judas no fue sujeto de la gracia de Dios sino que fue escogido como hijo de perdición. Así también lo fue Esaú, aún antes de que naciera o hiciera bien o mal alguno. Eso es tan real que el escritor bíblico fue llevado por el Espíritu de Dios a que levantara la figura del objetor. Ese hombre que alterca con su Creador y pretende llamarlo a cuentas es el que objeta la metodología empleada por el Creador para condenar al hombre. El texto de Romanos 9 es altamente demostrativo de la forma como Dios actúa con sus réprobos formados por su mano: Dios es un alfarero que de la misma masa levanta vasos de honra y de deshonra, aún viniendo de la misma familia y de la misma genética, pero que demuestra su soberanía y la inescrutable mente divina en los designios eternos e inmutables. El objetor bíblico inquiere acerca de la razón por la que Dios hace semejante asunto. Para ese objetor Esaú es víctima de la soberanía divina y reclama que no se le debe inculpar. Acusa a Dios de injusto por juzgársele por algo que no puede evitar hacer, dado que ha sido preparado para que haga contra el mandato de Dios. Pero la Escritura responde de inmediato diciendo que en absoluto o que en ninguna manera Dios es injusto. Los que siguen con el argumento de Arminio batallan en contra de la declaración del Espíritu, por eso tuercen las palabras de la Biblia para que digan una cosa distinta. La soberanía de Dios aplasta y eso molesta a la criatura en su soberbia. Con la teología adaptada a la imagen del dios construido por sus concupiscencias, arma un argumento con el cual justifica ante su conciencia el asesinato del Dios de las Escrituras. Ahora levanta un dios nuevo, acorde al común denominador que impera en los corazones del hombre caído en todo el planeta. Se habla de una gracia preventiva por la cual el Creador habilita a la criatura para que tome la decisión de seguirle o de rechazarle. Pero esa supuesta gracia no hace nada más que contradecir la absoluta soberanía de Dios, que hace como quiere y que no da cuentas a nadie. Tal parece que Arminio no tuvo oídos para oír, más bien el Señor le habló a él en parábolas para que no entendiera el mensaje. Solamente a los que el Padre eligió les es dado el entender el misterio del reino de los cielos. Arminio construyó otro dios y adoró lo que no debía, asunto que también hacen sus seguidores. El malvado es guardado para el día de la perdición (Job 21:30) y aún al malo ha hecho Dios para el día malo (Proverbios 16:4). Ha sido una mentira difundida el decir que Dios ama a todo el mundo sin excepción. Eso es violentar la Escritura que afirma que Dios odió a Esaú aún antes de que fuese engendrado; y lo dice de una persona que no había hecho ni bien ni mal (Romanos 9). Esa es precisamente la razón por la que fue levantado el objetor, para enjuiciar a Dios tildándolo de injusto. Esa fue la razón por la que Arminio dijo que esa doctrina era repugnante, por la que Spurgeon aseguró que su alma se rebelaba contra tal idea. Asimismo lo hizo Wesley, agregando que ese Dios era un tirano más perverso que el diablo. Observamos que el objetor bíblico no se hubiera levantado si Dios hubiese condenado a Esaú en base a sus malas obras; de la misma manera ni Arminio, ni Spurgeon, ni Wesely, ni la Roma católica se hubiesen escandalizado. No obstante, el hecho de torcer la Escritura ha sido el signo inequívoco de una actividad propia de quienes andan perdidos y sin luz en el mundo. La pregunta ahora es para cada uno en particular: ¿A cuál Dios sirve cada uno? ¿Al de la Escritura o al de la mente depravada del hombre, al que es una declaración bíblica llana o al confeccionado por la ideología del hombre? El Dios de la Escritura es absolutamente divino mas el otro dios es una creación e invención del alma irredenta. Como Josué decimos: Yo y mi casa serviremos al Señor. Con Jesucristo afirmamos que yerran quienes ignoran las Escrituras. César Paredes [email protected] destino.blogcindario.com


Tags: SOBERANIA DE DIOS

Publicado por elegidos @ 10:56
Comentarios (0)  | Enviar
Comentarios