Algo que se suponía era un invento de la Edad Media, del oscurantismo religioso de la historia humana, sale a la palestra como una enseñanza de siglos. Los demonios están muy activos en materia religiosa, sin cola ni cuernos, sin pelos largos en su piel y sin ojos rojos que espanten. Existe una relación muy estrecha entre el ídolo y quién está detrás de él; la gente ve el ídolo, lo adora, lo venera, lo coloca en sitio prominente y argumenta que lo hace porque es una manera de recordar, de facilitar lo abstracto. Dicen que es un símbolo, una representación de una entidad espiritual, que jamás adoran al objeto sino a lo que representa. Bien, Pablo nos dijo por revelación divina que el ídolo representa al demonio. Otros son más sutiles y ante la admonición bíblica aducen que ellos no adoran ídolos sino a los personajes de las Escrituras (llamados santos, Jesucristo, la virgen María, etcétera). Pero en toda esta actividad religiosa hay una clara desobediencia al mandato de la Biblia.
En 1 Corintios 10: 19-20 está la admonición en forma expresa: cuidado con los ídolos porque detrás de ellos están los demonios. Recordemos que ellos también creen y tiemblan pero siguen engañando porque para ellos no hay redención posible. Y Pablo nos dice que el ídolo en sí mismo es nada pero que su peligro yace en quien representa. Sabemos que los ídolos suelen formarse como producto de la imaginación humana acerca de la realidad espiritual. El paganismo está repleto de ellos, aunque dentro de los cristianos nominales también abundan. Dios en su manifestación al hombre se deja ver como un Ser anti-ídolo, ya que ordenó que no se hiciese imagen, ni ninguna semejanza de lo que está arriba en el cielo, ni en las aguas ni en la tierra. Luego añadió: no te inclinarás a ellas ni las honrarás.
La imagen y la imaginación están estrechamente ligadas. Hay imágenes concretas que se pintan, se dibujan o de las que se hacen esculturas. Pero hay imágenes abstractas que se quedan en la mente, que construyen a un dios como imitación del Dios revelado. Solo que en este último caso le colocamos matices que lo suavizan, le quitamos la aspereza que la revelación conlleva, lo adornamos con doctrinas de demonios. Sepamos que como detrás del ídolo concreto están los demonios detrás de los ídolos abstractos están también sus enseñanzas. Y Pablo manifiesta que no desea que nosotros tengamos participación con los demonios.
La carne de un toro sigue siendo carne y en ello no hay nada extraño, pero la carne sacrificada a los ídolos es ofrendada a los demonios. Entonces, dice Pablo, cuidado con participar de esa mesa de sacrificio a estos seres espirituales de maldad. En ciertas partes del planeta se celebra por tradición el nacimiento del niño-dios en cuyo nombre se come y se bebe. La enseñanza del apóstol a los Corintios nos dice que debemos guardarnos de participar en tales costumbres y que, si bien la comida y la bebida son solo eso, no debemos contaminarnos con ello al haber sido ofrendada a los demonios. Sí, a los demonios, muy a pesar de que la gente tiene en mente un oficio religioso casi bíblico. Y lo que la gente sacrifica a estos seres lo hace ante ellos y no ante Dios.
Una rebelión de Israel contra Dios fue precisamente despertarle a celos con la abominación de la adoración de imágenes. Le despertaron a celos con los dioses ajenos; le ensañaron con abominaciones. Sacrificaron a los diablos, no a Dios; a dioses que no habían conocido, a nuevos dioses venidos de cerca, que no habían temido vuestros padres. De la Roca que te crió te olvidaste: Te has olvidado del Dios tu criador (Deuteronomio 32: 16-18).
El pecado de Lucifer consistió en querer la adoración debida a Dios su creador. Él lo intentó una vez en medio de las huestes celestiales y fue expulsado de la presencia de Dios. Pese a ello insistió cuando Jesús estuvo en medio de su gente y lo probó en el desierto pidiéndole que lo adorara. Tal parece que esa es su obsesión mayor, asunto que consigue satisfacer a diario cuando miles y millones de personas lo reverencian y le temen. Pero para conseguir la alabanza humana de parte de los religiosos se esconde detrás de las figuras que la gente construye. Satanás ama el simbolismo y atrapa a muchos incautos que juegan con la imaginería religiosa, con el hermetismo de los grupos selectos que pretenden andar en las profundidades de lo desconocido. Ellos no saben que andan en las profundidades de Satanás (Apocalipsis 2:24). Esa profundidad satánica no es otra que la enseñanza de Jezabel, que estimulaba en la iglesia el servicio a los demonios (a comer cosas sacrificadas a los ídolos, verso 20).
Hoy día continúa la práctica de leer las manos, sumada a la de leer el humo del tabaco o la borra del café. Hay quienes se dicen profetas o profetisas, los que hablan en otras lenguas (como si el antiguo don de la iglesia primitiva estuviese vigente), aquellos que se maravillan con la magia. Aún a los niños les enseñan a disfrazarse de magos, como si eso fuese un juego divertido y no una práctica prohibida. Mucha gente que va a las iglesias también lee el horóscopo, pero argumenta que lo hace por diversión y no porque tenga fe en ello.
En 1 Timoteo 4:1 se nos dice que ... el Espíritu dice manifiestamente, que en los venideros tiempos algunos apostatarán de la fe escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios; que con hipocresía hablarán mentira, teniendo cauterizada la conciencia. Que prohibirán casarse, y mandarán abstenerse de las viandas que Dios creó para que con hacimiento de gracias participasen de ellas los fieles, y los que han conocido la verdad. Pero la gente no está contenta con la palabra revelada de Dios sino que se voltea con prontitud a las fábulas, a lo que supuestamente dicen las estrellas y a escuchar a los charlatanes magos, adivinos y religiosos que aparecen en los diversos medios de comunicación o en las esquinas de las calles.
1 Timoteo 4:1 nos advierte para estos días acerca del servicio a los demonios en materia religiosa. El contexto en el que Pablo nos habla viene precedido por el capítulo 3, versos 15 y 16, referente al misterio de la piedad. Esa verdad develada es Cristo, pilar y fundamento de la iglesia (no que la iglesia sea la verdad sino que se sustenta en ella). Pese al misterio develado el Espíritu advierte claramente que en estos tiempos muchos seguirían el consejo de los demonios en materia de doctrina (enseñanza) religiosa. Lo que era futuro para el apóstol ha llegado a ser historia y presencia para nosotros.
Estos demonios son los que promueven herejías pero a través de las personas que seducen. Algunos, dice Pablo, prohibirán casarse o abstenerse de ciertas comidas. ¿No vemos esto en la cultura religiosa del catolicismo? ¿No prohíben casarse a sus sacerdotes? ¿No recomiendan dejar de comer carne en lo que llaman la Semana Mayor? Esta es una clara predicción de lo que la iglesia romana haría posteriormente, pero que en nosotros ya es historia y presencia.
Veamos otros ejemplos de las enseñanzas de demonios. ¿Cuántos no creen en las iglesias que hay vida después de la vida gracias al testimonio de personas que dicen haber vivido la experiencia de la muerte por algunos momentos? ¿Cuántos no hablan del túnel de luz entre la esfera terrestre y la celestial? ¿Cuántos no asumen como verdad que algunos han visitado el infierno y se les ha dado una nueva oportunidad? Estas enseñanzas extra bíblicas aparentan piedad, nos hablan de la bondad de Dios y de la realidad espiritual después de la muerte. Pero cabe preguntarse si nuestra fe ha de basarse en testimonios de experiencias místicas o extrañas antes que en la palabra revelada. Dios no da oportunidad después de la muerte por lo tanto tales experiencias son reprobadas, al ser convicciones inculcadas por demonios. ¿Y qué de aquellos que aseguran que Dios les reveló tal o cual cosa y citan a continuación un texto de la Escritura? ¿Necesita Dios revelarnos algo que ya lo especificó en su palabra?
La Biblia nos asegura que está establecido que los hombres mueran una sola vez y después de esto el juicio (no una segunda oportunidad). La Biblia no nos habla de un túnel de luz que separa el cielo de la tierra. La Biblia nos recomienda interceder los unos por los otros pero deja en claro que no es posible que los muertos intercedan por nosotros, o que nosotros podamos interceder por ellos. Después de la muerte el juicio, declara, no la intercesión para una segunda oportunidad. La Biblia también nos dice que en el cielo seremos en parte semejantes a los ángeles (sin tener que casarnos o sin tener pareja), no porque el sexo sea un pecado sino porque eso no es un don dado a ellos. Pero hay muchos que se gozan especulando en si los ángeles caídos copularon con las mujeres de la tierra y tuvieron gigantes como hijos. Esta enseñanza extraña la infieren de ciertos textos del Antiguo Testamento y pasan meses y años recreándose en esa posibilidad. ¿Es esa una enseñanza de la Escritura o más bien una doctrina demoníaca?
Cuando Jesucristo dijo que tenía otras ovejas de otro redil no se refería a los extraterrestres. ¿No hacía más bien referencia a los gentiles frente a los judíos? Pero la gente se goza en la especulación y comienza a inferir acerca de seres en otros planetas a los cuales hay que anunciar el evangelio (otra doctrina de demonios). Hoy día está en boga el cuento urbano-religioso del Código secreto de la Biblia. Un éxito editorial que embauca a millones de personas diciéndoles que se ha descubierto una parte oculta de las Escrituras en las letras que la acompañan. Si el mundo no puede soportar la parte interna, ¿de qué le sirve lo externo? Pero de eso se ocupan, de lo cabalístico, de lo oculto, de aquello que es esotérico, porque los demonios seducen con el simbolismo y con el esfuerzo humano para hacerle frente a la revelación. Ahora no hay que ocuparse de lo revelado sino de lo que estos seres insinúan está escrito en código secreto.
La actividad demoníaca es continua y estruendosa. No he mencionado otras manifestaciones espirituales como la de los poseídos por demonios (que todavía existen), las cuales serían dignas de estudiar en forma muy particular. La cultura de lo oculto gobierna los programas de entretenimiento y las expresiones populares acerca del demonio lo hacen cercano. El diablo me lleve, diablos, por un demonio, son algunos ejemplos de lo que se escucha a diario en las calles. Y en muchos círculos intelectuales se le rinde culto expreso a Satanás como el autor del conocimiento, diciéndole que es el arquitecto del universo. Bajo la cultura esotérica se invierte lo que es sencillamente revelado para convertirlo en un intrincado argumento que necesita la participación de intérpretes de alto nivel. Es el secreto religioso lo que atrae, lo que seduce, por mediación de los espíritus engañadores que para quienes los siguen son guías de luz.
No en vano Juan dijo una vez: Hijitos, guardaos de los ídolos.
César Paredes
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