Mi?rcoles, 07 de octubre de 2015

Como ángel de luz no viene anunciando obscuridad o tinieblas, jamás con cuernos y cola encendida, ni patas con pezuñas al más folclórico estilo medieval. Satanás viene en forma encantadora y carismática, con dones especiales y haciendo favores. Poco le importa que ofrezca mucho, otorgue poco y después quite todo. Se ha hecho llamar el arquitecto del universo, ha mostrado habilidades especiales para mantener por siglos engañada a la humanidad, sin que sufra porque se niegue su existencia, lo cual facilita sus operaciones. Pocos errores se le atribuyen si bien hay uno que es de antología, el pretender engañar o seducir al Hijo de Dios.

Jesús estuvo con el Padre en la creación de todo cuanto existe, incluso en la formación de Lucifer cuando era perfecto; pero la Biblia también atestigua que Dios hizo al malo para el día malo. Con esta declaración entendemos que Jesucristo también estuvo formando al malo para su mal día. El error de Satanás radicó en suponer viable que el Dios de toda creación iría a aceptar el regalo del mundo, que al maligno le había sido dado, si el Creador adoraba a su criatura más oprobiosa. Pero eso no es más que una demostración de la estupidez que conlleva el pecado como practica en el padre de la mentira, el cual ha sido homicida desde el principio, en especial un homicida de almas, pero que se obnubiló con el poder recibido de su Creador y no ha hecho más que cumplir a cabalidad el guión asignado.

Para muestra tenemos a Judas Iscariote, quien obedeció a la seducción satánica y perfeccionó la obra encomendada. Job es otro ejemplo de la forma en que opera el acusador de los hermanos, siempre sujeto a la voluntad del Todopoderoso. Es Jesucristo quien tiene las llaves de la muerte y del Hades y vive por los siglos de los siglos. Esta declaración se narra en el capítulo uno de Apocalipsis, para atestiguar que Satanás no tiene poder sobre la muerte. El no gobierna en forma absoluta al mundo que le ha sido dado con sus reinos, sino que es apenas su príncipe. De importancia capital resulta tener claridad en esta aseveración por cuanto muchos dicen aun en las mal llamadas iglesias que Satanás gobierna en los suyos y dispone de la vida de sus seguidores, mientras Jesucristo solo gobierna en los escogidos del Padre.

Esa asunción equivocada genera una visión dualista del mundo, como si Dios combatiera el mal y estuviese en continua lucha por el bien de sus hijos. Nada más lejos de la realidad de acuerdo a la teología bíblica, pues no existen copias de las llaves de la muerte y el Hades, no hay réplica que pueda pertenecer a Satanás. No cabe duda tampoco que el odio de este ser maligno para con los hijos de Dios le hubiese sobrado para generarnos la muerte si estuviese a su arbitrio. Pero tampoco controla la forma y ocasión de la muerte de los que le pertenecen. Bastaría con dar un vistazo a los personajes del Antiguo Testamento que el relato bíblico señala como impíos. Fue el Dios soberano el que los hizo morir y no Satanás.

Recordemos el diluvio universal cuyo autor y consumador es Dios; miremos en como Jehová dispuso de la vida del rey Acab, cuya muerte fue anunciada proféticamente. La rebelión de los hijos de Coré fue castigada con sentencia mortal por manos del Altísimo, quien hizo que la tierra se abriera para tragárselos. Muchos salmos hablan de la forma en que el Dios de toda la tierra acababa con los enemigos de Israel, sin que se mencione a Satanás como el autor intelectual o material de tales eventos.

El diablo, llamado también la serpiente antigua, es el dragón o Satanás (el acusador). Tiene poder pero circunscrito a las actividades que el Dios del cielo le ordena. No puede disponer de la vida de los hombres a su antojo, solamente se somete a lo que Dios dispone. Recordemos partes de los evangelios que narran la forma en que los demonios se sujetaban a la autoridad de Jesús, sabiendo siempre que era el Hijo de Dios. Incluso en el libro de los Hechos se narra de una mujer adivina, la que con espíritu de adivinación daba ganancias a sus amos, gritando: Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, y les anuncian a ustedes el camino de salvación. Así continuó durante muchos días ... Pablo, se volvió y dijo al espíritu: Te mando en el nombre de Jesucristo, que salgas de ella. Y salió en la misma hora (Hechos 16:17-18).

Si el diablo fuese autónomo no hubiese obedecido a la voz del apóstol o tal vez hubiese matado a la muchacha antes de salir avergonzado por la derrota. Es evidente que Satanás no tiene las llaves de la muerte y del Hades porque no le fueron dadas ni se las ha robado. No en vano la Escritura nos asegura que si los hijos de Dios resistimos al diablo huirá de nosotros. La gente se enferma por la degradación del cuerpo, por la contaminación del ambiente, por la exigua alimentación. No siempre que hay una enfermedad está Satanás detrás de ella como su artífice, aunque en algunas oportunidades la Escritura nos enseña que hay casos en los que sí está actuando expresamente. Había una mujer encorvada por cerca de dieciocho años, la cual Satanás había esclavizado, pero Jesús la sanó un día sábado. Esto ocasionó molestia en los jefes religiosos porque profanaba su día sagrado, argumento que por demás es satánico. Allí vemos la doble acción de nuestro enemigo, la mujer enferma y el razonamiento religioso que con sutileza defendía la santidad del sábado (Lucas 13:16).

Nuestras enfermedades son consecuencia de la naturaleza pecaminosa que tenemos, incluso la muerte física obedece a la sentencia del Génesis. En diversas ocasiones los profetas, los apóstoles y el Señor sanaron a personas de sus dolencias, pero no siempre se les dijo que era Satanás el autor de sus males. Incluso Pablo le dijo a Timoteo que no tomara más agua sino vino por causa de su estómago. Esta recomendación médica del apóstol que tenía el don de sanidad debe llamarnos a reflexión, porque no reprendió al diablo en la dolencia de su amigo fiel Timoteo, ni le impuso las manos para sanarlo.

Pero así como Satanás mostró su estupidez al probar a Jesús en el desierto, pretendiendo que Dios mismo lo adorara, también intenta sembrar su argumentación torcida en las personas que se dejan aconsejar. El tiene su gente que le cree y a quienes tiene que engañar, pero a las ovejas propias del buen Pastor no podrá jamás someter porque por decreto divino no le será posible. Por otro lado, las ovejas huyen del extraño y no le siguen porque no conocen su voz. Este no conocer la voz del extraño implica por fuerza reconocer quién es el Señor y quién no lo es. Es igual a lo que dijo Jesucristo respecto de lo que dirá en el día final, nunca os conocí. No es el conocer cognitivo sino el conocer de la comunión a lo que hacía referencia.

Las ovejas del buen Pastor no conocen la voz del extraño (no tienen comunión con esa voz) sino que huyen de él para seguir al Señor. Esa es la lección que nos da la Escritura para que tengamos paz y no caigamos en la tentación del maligno. Satanás puede acusarnos con el cargo de que somos pecadores y merecemos el castigo, pero es él quien no tiene perdón. Aquellas personas por quienes Jesucristo murió en la cruz no debemos temer la acusación satánica. ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó, quien además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros (Romanos 8:33-34).

César Paredes

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Tags: SOBERANIA DE DIOS

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