Mi?rcoles, 17 de diciembre de 2014

Si Dios puede salvar a toda la humanidad pero solo salva a algunos es inmoral e injusto. Ese es el planteamiento del objetor levantado en Romanos 9 pero que ha sido seguido a lo largo de la era cristiana. Al parecer, uno de los más férreos seguidores contemporáneos fue el extinto David Hunt, célebre arminiano de los púlpitos evangélicos. No es de extrañar que en medio de la mentira teológica más grande de los tiempos todavía se continúa propagando que cada individuo responde de acuerdo a su capacidad innata ante la libre oferta del evangelio.

La oferta de salvación de Dios se hace genuina en la medida en que el libre albedrío humano esté activo y vigente. Si no hay libertad para aceptar o rechazar, la oferta de salvación de Dios sería una burla. Ante este resumen de la lógica humana habrá que ver la proposición bíblica que nos pone de manifiesto la lógica divina.

LA SOBERANIA DE DIOS EN LA SALVACION Y LA INCAPACIDAD HUMANA

Jesucristo dijo lo siguiente: Nadie puede venir a mí, a menos que el Padre que me envió lo traiga; y yo lo resucitaré en el día final ... y decía: Por esta razón os he dicho que nadie puede venir a mí, a menos que le haya sido concedido por el Padre (Juan 6:44 y 65).  Pablo argumenta en una de sus cartas que no hay justo ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. Todos se apartaron, a una fueron hechos inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. Sepulcro abierto es su garganta; con su lengua engañan. Hay veneno de serpiente debajo de sus labios; su boca está llena de maldiciones y amargura. Sus pies son veloces para derramar sangre;  hay ruina y miseria en sus caminos. No conocieron el camino de paz; no hay temor de Dios delante de sus ojos (Romanos 3:10-18).

Esta pequeña muestra bíblica sirve para señalar la inhabilidad humana en materia de moral y justicia divina; ¿cuánto más no servirá para exhibir la incapacidad del hombre en aquello de juzgar a Dios? La arrogancia de David Hunt es apenas un ejemplo de cualquier corazón natural humano atascado de religión; la lógica del hombre caído se confronta con la capacidad moral de su Creador que lo exhibe impotente. El paladín del libre albedrío no es más que un muñeco de paja que sirve para desviar la atención del foco bíblico, del corazón del evangelio. No existe compatibilidad entre responsabilidad y libertad, pues el hombre responde ante Dios quien por soberano no responde ante nadie.

Dios es absolutamente libre por lo cual no tiene por qué dar respuestas, pero el hombre es esclavo del pecado y dará cuentas ante su Creador. La presunción de libertad humana es una falacia, un adefesio que busca ilusionar el alma caída al obsequiarle una motivación existencial de poder. Con ello, los seres humanos se entretienen con el argumento de rendir o no rendir su vida a Jesucristo.

La Biblia tan clara en estos asuntos nos agrega que todo lo que hagamos ha sido preestablecido desde la eternidad. Este criterio enardece al hombre esclavizado al no poder asumir con su lógica desviada a un Dios que lo ha creado para un fin que no le ha consultado. De hecho, la Biblia abunda en textos y contextos que señalan a Dios como soberano exclusivo y al hombre como barro en sus manos. A Jacob amé, pero odié a Esaú, antes de que hiciesen bien o mal.

Tal proposición bíblica incita al alma natural humana y anima al corazón de la humanidad a elevar sus puños contra el Dios soberano. Meterse con la fantasía del libre albedrío humano hace surgir el último rastro de soberbia que los hombres guardan contra Dios. El placer de Dios es la única causa de la elección, sin que medie previsión de fe. De acuerdo al beneplácito de su voluntad (Efesios 1:5) fuimos escogidos para salvación, de la misma forma que se anuncia en el verso 9: Él nos ha dado a conocer el misterio de su voluntad, según el beneplácito que se propuso en Cristo. Pero los Esaú del mundo se levantan prestos a revolver los textos de manera que presumen haber impuesto su voz: o la salvación es una oferta real para todos sin excepción, o no queremos a un Dios injusto e inmoral.

Los predicadores acostumbrados a entretener a su feligresía quedan asustados ante tales anuncios, por lo cual hacen coro con esta doctrina llamándola equilibrada y justa. Pareciera que no se dan cuenta de que torcer las Escrituras no solamente es un delito sino una señal de apostasía y herejía. ¿No fue el Padre el que escondió de los sabios y entendidos la doctrina de su reino? ¿No se agradó Jesucristo de tal idea y proposición? Lea Mateo 11: 25-26 y lo corroborará.

SI LA ELECCION FUESE CONDICIONADA

Hay quienes pregonan el error doctrinal de una elección condicionada. Dicen que Dios previó en virtud de su Omnisciencia quienes irían a creer, por lo cual los predestinó para tal fin. Pero sea lo que sea que haga que Dios vaya fuera de Sí mismo debe ser rechazado, ya que sus actos son inmanentes y Él es acto puro. Nada de lo que acontece en su creación puede darse el lujo de su independencia, de manera que se ilusionan vanamente aquellos que suponen a Dios viendo algo en su criatura como base de su eterno deseo. Dios no espía los corazones humanos para determinar Su propia voluntad, jamás será un plagiario de las ideas humanas para escribir sus profecías.

Tal error concebido nos lleva a inferir el absurdo de un Dios que escribe a través de sus profetas lo acontecido en el Calvario basado en lo que vio en los corazones humanos. Vio a Judas Iscariote con ganas de entregar al Hijo de Dios y se aprovechó de esa idea. Pero si esto fuese poco, hay que agregar que no solo vio a Judas sino que vio el concepto de entregar al Hijo de Dios. Entonces el Hijo también fue una idea humana previa al plan de Dios. Así seguiríamos con la fantasía del libre albedrío humano y el plagio divino, lo cual habla muy mal de ese Dios distorsionado en el imaginario teológico de la humanidad.

Dios supo anticipadamente que no quebrarían ni uno de los huesos de Su Hijo, que un soldado lo traspasaría con su lanza, que sería crucificado en medio de dos malhechores. También vio por adelantado en la mente de los romanos que se rifarían sus vestiduras, o que Judas lo vendería por treinta piezas de plata, de manera que envió a sus profetas a escribir las ideas de los hombres. Quizás también previó que existirían tales profetas dispuestos a relatar aquello que Él les dictase, por lo cual uno concluye que ese es un Dios con demasiada suerte. La suerte de que el voluble ser humano mantuviese sus deseos inmutables y en consecuencia obrase de acuerdo a su concepción anticipada.

Ninguna cosa temporal puede ser la causa de nuestra eterna elección, llámese fe, obediencia, creencia en las Escrituras, aceptación del evangelio o sumisión a la voluntad de Dios. Lo que en realidad dicen las Escrituras es que hubo una predestinación, antes de los tiempos, no una post-destinación en el espacio-tiempo. Los frutos de la elección no pueden confundirse con la causa de la elección. La Biblia dice que fue el puro afecto de la voluntad de Dios lo que hizo que fuésemos predestinados en amor. Nuestra perseverancia, fe, esperanza, devoción, aprendizaje de la Palabra, nuestro amor, tesón, pasión por el evangelio solamente se muestran como signos de esa elección en la eternidad.

La venta de la primogenitura de Esaú fue un acto en el tiempo, tan necesario como lo fue el aborrecimiento que Dios tuvo por él en la eternidad. Esta comprensión de la revelación divina molesta a los que no son sus ovejas. Hay que resaltar que muchos se inquietan por esta palabra, les parece dura de oír, consideran a Dios injusto por inculpar a quien no puede resistir a su voluntad; sin embargo, muchos de estos objetores están bajo el ropaje de oveja. Ellos son cabritos que dan cabezazos a la congregación de los fieles, son fieras ondas del mar que tumultuosas levantan sus crestas para incomodar a los amados del Padre.

El Buen Pastor dijo que ninguna de sus ovejas se va tras el extraño, porque no conoce su voz. Aquellos que le son dados a Cristo en el decreto de la elección vendrán a Cristo y creerán en él. Los que no vienen a él y no creen en él no le han sido dados a él; muchos se han acercado pero en protesta por su doctrina. A éstos les parece bien que Dios en un acto de misericordia haya elegido a Jacob para salvación, pero detestan que haya escogido a Esaú para perdición. Ellos siguen repitiendo la vieja frase del objetor bíblico: ¿Por qué, pues, inculpa? Pues, ¿quién ha resistido a su voluntad?

Concluimos una vez más con las Escrituras, que tantos como fueron ordenados para vida eterna creyeron (Hechos 13:48); Todo lo que el Padre me da vendrá a Mí (Juan 6:37); Ustedes no creen, porque no son de mis ovejas (Juan 10:26). A pesar de semejante evidencia hay quienes asumen una doctrina contraria y tuercen las Escrituras para su propia perdición. Ellos prefieren decir: Ustedes no son de mis ovejas porque no creen; todo el que viene a mí el Padre me lo da; tantos como creyeron fueron ordenados para vida eterna. Con razón hoy en día se predica en los templos (sinagogas de Satanás) que si usted levanta su mano será anotado en el libro de la vida.

César Paredes

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Tags: SOBERANIA DE DIOS

Publicado por elegidos @ 16:52
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