Viernes, 21 de noviembre de 2014

Vivimos en una época en que la iniquidad se perfila peor que en la era apostólica y la justicia se ha puesto lejos. Doquier encontramos falsos profetas y maestros engañadores, exhibiendo cualquier doctrina desviada. La humanidad ha dejado a un lado la presencia de Dios, se ha adentrado más en sí misma como paradigma de toda referencia.

En los púlpitos se pregona paz, paz, pero no hay paz para el impío. ¡Cuán difícil es conseguir una iglesia que predique la doctrina de la depravación total y la redención soberana! Al contrario, ahora se anuncia la relatividad de la perversidad, pues incluso hay congregaciones donde sus pastores realizan el matrimonio homosexual como algo natural. Habilidosamente estos maestros del pseudo-cristianismo argumentan con textos de la Escritura que confortan el alma de los feligreses, sin que importe su doctrina ni su conducta. En cuanto a lo amargo lo tienen por dulce y lo dulce por amargo.

Isaías dijo: El derecho se retiró, y la justicia se puso lejos; porque la verdad tropezó en la plaza, y la equidad no pudo venir (Isaías 59:14). Hermoso texto de contenido poético, mas no por ello halagador. La gente se opone a lo que es justo y en todo ven relatividad; en las cortes y judicaturas se recibe al testigo falso, pues aún es legal pagar por los testimonios que convengan. Lo que importa es el proceso y la forma en que se lleva, de manera que los abogados aprenderán a preparar a los testigos convincentes. Se dice que lo que trasciende es la verdad procesal, mas no la verdad verdadera.

Pero en las iglesias cristianas, bajo la bandera de su nombre, tampoco hay juicio en cuanto a las doctrinas. No se discierne lo enseñado, no se distingue entre verdad y error de lo aprendido. ¿Acaso no podríamos hablar de delincuencia espiritual? Pues el derecho (lo que es recto) se ha retirado también de los predios eclesiásticos y habita lejos; la verdad doctrinal ha tropezado igualmente en el púlpito, se ha caído, de manera que la verdad no ha podido entrar a las sinagogas contemporáneas. No en vano Juan habla de las sinagogas de Satanás.

LA DELINCUENCIA ESPIRITUAL

Los pastores se han dejado atrapar por la idea de la iglesia en crecimiento, bajo modelos de expansión transnacional. La megaiglesia es el norte de la congregación, la construcción del templo es el objetivo primordial de la membresía delictiva. Sí, porque se ha hecho caso omiso del dictamen bíblico, de que Dios no habita en templo hecho de manos de hombres, de manera que no se entiende como en el 99 por ciento de las iglesias se recoge ofrenda pro-templo.

Por otro lado, la alabanza a su dios es lo que despierta entusiasmo. La música de fondo, el guitarrista invitado, las voces que recitan letras no discernidas de una doctrina de demonios. Bajo el esquema de la delincuencia espiritual la masa se regocija en un evangelio amistoso, que nada ofende. Los textos de la Escritura son extraídos con sutileza para dejar la sensación de sentirse mejor y para que la psicología haga su énfasis en la mente de los presentes. Dios te ama, esfuérzate y sé valiente; Dios no hará nada en tu vida que tú no permitas, porque Él es un Caballero.

Adjunto a las frases escogidas aparecen los refuerzos emocionales y neurolingüísticos: yo declaro que esta propiedad será mía; yo decreto que esto habrá de acontecer; yo profetizo bienestar económico para tu vida. Por si fuera poco, hay conceptos que casi nunca se mencionan a pesar de ser provistos por las Escrituas. ¿Quién habla del infierno de fuego hoy día? ¿Quién menciona la doctrina de la predestinación de Dios? ¿A quién se le ocurre hablar del odio de Dios por Esaú? Ahora todo es paz y amor, donde no hay paz ni existe amor.

Sabemos que el camino al cielo es estrecho y que su puerta también lo es; uno debe presionar con mucha dificultad para ser salvo de esta condenación. Sin embargo, ahora el camino es ancho, incluso sin que sea necesario conocer el nombre de Jesucristo. Dios, se dice, mira en los corazones de los hombres y no en sus confesiones religiosas. Poco importa que la gente sea budista, arminiana, musulmana, calvinista o atea. Lo que interesa es que Dios está buscando corazones, de manera que los va a encontrar estén donde estén. Bueno, este invento es historia expuesta en palabras del predicador Billy Graham. Como él, millones de seguidores continúan pervirtiendo el derecho y haciendo tropezar la justicia en las calles. Es por ello que podemos hablar de delincuencia espiritual.

La relatividad de los sermones ha permitido decir a sus expositores que lo que interesa es que la gente salga con ánimo de las iglesias, por ello los conceptos duros como infierno y predestinación se colocan en un cajón de sastre bajo la etiqueta de relatividad. Hay quienes sostienen que Cristo pagó en la cruz el pecado de toda la humanidad; con esto en mente le dicen a sus fieles que depende de ellos aplicar o no ese perdón en su vida. De manera que esta proposición es descabellada por ilógica, ya que si pagó por el pecado de Judas Iscariote no sabemos qué hace ese señor en las tinieblas eternas.

La Escritura no enseña absolutamente nada a favor de ese criterio universal, más bien dice todo lo contrario. Pocos son los escogidos, manada pequeña, yo os escogí a vosotros, nadie viene a mí si el Padre que me envió no lo trajere. Sabemos que la Biblia enseña que la salvación no viene por obras de justicia que hayamos hecho, sino en base a la gracia y misericordia de Dios. A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí (antes de que hiciesen bien o mal). El Señor nos salva a través de la predicación del evangelio, por medio de la fe en el Hijo y por el acto operativo del nuevo nacimiento que produce el Espíritu Santo. Pero esa salvación se alcanzó en la cruz en el momento en que el Hijo dijo: Consumado es.

El que no esté inscrito en el libro de la Vida del Cordero desde la fundación del mundo no verá el reino de Dios. Para esto nadie es suficiente, sino solo Dios. Lo que Él hizo nadie lo puede deshacer, por lo tanto no existe forma ni manera de torcer el evangelio, a no ser por la vía de la delincuencia espiritual. Por cierto, el Señor les dirá en el día final a los que delinquen con las Escrituras que nunca los conoció, que nunca tuvo comunión con ellos.

Pero el hombre centrado en sí mismo solamente cree el evangelio que ha sido diluido de todo su poder; este pseudo evangelio produce maldición (anatema) en el que lo sigue y  en el que lo pregona, y no les hace ningún tipo de bien. Todo aquel entusiasmo que recogen domingo a domingo es como oro en bolsas rotas, como vino nuevo en odres viejos. Porque el hombre caído bebe iniquidad por causa del pecado, y se levanta en total oposición al verdadero Dios de las Escrituras. La mayor parte de la humanidad está caída y muerta en delitos y pecados, dando pasos hacia el infierno final, donde purgará sus delitos espirituales por la eternidad. Así lo declara la palabra revelada que conocemos como La Biblia.

El caos del mundo es un reflejo de la delincuencia espiritual, pero ésta también recibe su efecto del mundo, en un ciclo interminable que atrapa en su ojo huracanado a los incautos o a todos aquellos que han sido preparados para el día de la ira. Escapar de esa ira venidera debería ser el deseo de cada alma en el planeta, pero como dijo una vez Isaías: ¿quién ha creído a nuestro anuncio?`

César Paredes

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Tags: SOBERANIA DE DIOS

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