Lunes, 30 de junio de 2014

La justicia de Dios por la fe de Jesucristo, para todos los que creen en Él: porque no hay diferencia; Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios. Siendo justificados gratuitamente por su gracia por la redención que es en Cristo Jesús (Romanos 3:22-24). A algunos les surge la interrogante de si todos los que pecaron son los mismos que fueron justificados gratuitamente por la gracia y redención de Jesucristo. Al pensar de esa manera pueden estar siendo asaltados en su mente por la doctrina de la salvación universal. En otras palabras, todos pecaron y todos son justificados.

El argumento errático lo toman al suponer que el verbo ser en su forma de gerundio, escrito en el verso 24, hace referencia a los dos textos anteriores (de los versos 22 y 23). Nada más alejado de la realidad esa suposición, por cuanto el texto con su gramática y contexto no lo permite.

Antes de continuar me gustaría referirme a un asunto de ámbito lingüístico. Sabemos que uno de los niveles del lenguaje es el pragmático. El pragmatismo nos permite escapar un tanto de la lógica rigurosa a la que estaríamos sometidos; de no ser por la libertad pragmática no tendríamos flexibilidad de comunicación en la lengua. De no tener esa característica en el lenguaje como capacidad (por extensión hablo de todas las lenguas como manifestación de esa capacidad) nos veríamos forzados a ser extremadamente lógicos. Por ejemplo, una persona le pregunta a quien cocina si la cena ya está lista. La respuesta lógica a esa pregunta sería un o un no categóricos (Sí está lista, o no está lista). Pero en cambio recibe una respuesta tan pragmática como la siguiente: Sí, ya casi.

Sabemos que no es lógico afirmar y al mismo tiempo negar o dudar en tal afirmación. El sí, ya casi afirma y niega al mismo tiempo la idea central de la pregunta, acerca de si la comida estaba lista. Bueno, eso se hace por pragmatismo en el uso del lenguaje. De la misma forma, el escritor bíblico emplea un esquema lingüístico similar, el cual nos fue dado por Dios en el paquete del lenguaje. Con ello se evita una serie de repeticiones que serían agotadoras y se permite una flexibilidad que hace que el interlocutor participe de la dinámica de la respuesta. Fijémonos por un momento en la respuesta lógica a esa pregunta: No, la comida no está lista. Tal respuesta implicaría que el interlocutor continuaría exhaustivamente una ronda de nuevas preguntas referidas a cuándo estaría lista la comida. Por otro lado podría interpretar que tiene tiempo para alejarse por una hora del sitio, aunque falten apenas minutos para comenzar a comer.

La pregunta que nos ocupa de acuerdo a Romanos 3: 22 al 24 es la siguiente: ¿Todos los que pecaron son los mismos que justificaron? Consideremos lo siguiente:

1)   El  tema de Pablo en el capítulo 3 de Romanos es visto en el verso uno. El habla de los judíos y su relevancia al ser custodios de la palabra de Dios. Venía el apóstol diciendo en el final del capítulo 2 que los que son realmente judíos son los circuncisos de corazón, no en la carne.

2)   Pablo se refiere a la justicia de Dios, la cual es por gracia; pero esa justicia no se elimina por la gracia sino que la iniquidad del hombre la exalta (verso 5). El apóstol dice que en eso no hay contradicción en Él, pues ese mismo Ser que justifica al hombre por la fe en Jesucristo juzgará al mundo (verso 6).

3)   El verso ocho muestra en qué medida Pablo era juzgado por otros, al predicar la gracia de Dios, mas dice que quienes lo critican de tal forma tendrán una condenación justa.

Entonces nos damos cuenta de que el apóstol está hablando de dos grupos: los que reciben la justicia de Dios en Jesucristo y los que son condenados por Dios justamente. Los unos son los verdaderos judíos de corazón (los circuncisos internamente) y los otros son los falsos circuncisos, los que lo son solamente en la carne (como señala el capítulo dos al final).

Jesucristo apareció sin la ley para todos, para judíos y gentiles; pero al mismo tiempo esa justicia de Dios, que es Cristo, es testificada por la ley y los profetas (verso 21). Recordemos lo que dice el texto de 1 Corintios 5:7: ...nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros. Y esto es posible porque La muerte de Cristo es nuestra ofrenda por el pecado (Hebreos 9:26).

En ese contexto volvamos a mirar los versos 22 al 23 de Romanos 3: La justicia de Dios por la fe de Jesucristo, para todos los que creen en Él: porque no hay diferencia; Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios. He resaltado el hecho de que toda la humanidad pecó, por lo tanto se implica que como la paga del pecado es muerte toda la humanidad murió espiritualmente. La justicia de Dios (Cristo, nuestra pascua) es solamente para todos los que creen en Él, no para todos los que pecaron. Eso lo dice claramente el texto, si seguimos su contexto.

Con eso en mente, el verso siguiente (el 24) no podrá jamás referirse a que todos los que pecaron son los mismos que son justificados por su gracia. Siendo justificados gratuitamente por su gracia por la redención que es en Cristo Jesús. El verso 26 lo resalta muy bien, ya que justificará al que es de la fe de Jesús. Por lo tanto, el verbo ser (siendo) del verso 24 refiere en forma exclusiva al sintagma del texto 22: por la fe de Jesucristo, para todos los que creen en Él.

Cuando me referí al nivel pragmático de la lengua quise decir que Pablo no tiene que repetir cada vez el sujeto gramatical al cual refiere en cada verso escrito. Eso se sobreentiende por el contexto de lo que él mismo explica. Se ha visto que al inicio Pablo hablaba de dos grupos: 1) los judíos circuncisos de corazón, dentro de los cuales entramos nosotros los gentiles incircuncisos según la carne, pero que internamente hemos creído; 2) los judíos incircuncisos de corazón, que tienen solamente una fachada externa de la circuncisión. Al mismo tiempo, el apóstol se refería a los que habrán de ser juzgados por Dios (Dios juzgará al mundo, verso 6), el cual tendrá una condenación justa (verso 8).

Por lo que se ha expuesto resulta imposible que Pablo haya entendido en forma universal que todos los que pecaron son los mismos justificados por la gracia de Dios.  Asumir tal implicación es interpretar privadamente la Escritura, ya que el contexto no lo permite ni tampoco su gramática. El pragmatismo del lenguaje es el que hace desvariar a los que se pierden, por cuanto en su inflexibilidad lectora pretenden ver una rigurosidad lógico-sintáctica inexistente, al importar arbitrariamente un elemento de un texto hacia el que pretenden forzar y torcer.

Es por ello que el Espíritu Santo inspiró al apóstol a escribir en el verso 26 que Dios justificará al que es de la fe de Jesús, no a todos los que pecaron. La restricción semántica de los justificados es absolutamente explícita, limitada a los que son de la fe de Jesucristo. El hecho de que esa justificación es gratuita queda sobreentendido por lo expresado en el verso 27, que no puede haber jactancia en los justificados, pues no es por obras sino por la fe. Y podemos traer a colación lo dicho por el apóstol a los Efesios, en capítulo 2, verso 8: Porque por gracia sois salvos por medio de la fe, y esto no de vosotros; pues es don de Dios, con lo cual se reafirma que no puede existir alarde o vanagloria alguna, ya que aún la fe que nos justifica en Cristo es un regalo de Dios.

Ah, pero además, no es de todos la fe (2 Tesalonicenses 3:2), sino que hay hombres importunos y malos de los que necesitamos ser librados. Esos hombres malos son los que por no tener la fe (regalo de Dios) serán condenados por haber sido destituidos de la gloria de Dios, de los cuales Cristo no fue su propiciación, ni sus pecados fueron jamás pasados por alto (Romanos 3:25).

UNA JUSTIFICACION GRATUITA

El método usado por Dios para tal justificación pasa primero por la escogencia que hizo para Sí de los que quiso en su voluntad redimir. Su libre amor y favor se manifestó en la justificación que hizo del pecador. Al mismo tiempo, esta gracia abarca el hecho de haber preordenado a Jesucristo como la satisfacción y pago por nuestras culpas; el haberlo llamado para que encarara la situación de venir a la tierra con su misión. De igual manera, Jesucristo cumplió con lo cometido y pudo exclamar en la cruz Consumado es. Asimismo, el Padre aceptó satisfecho la propiciación hecha en favor de sus elegidos, a quienes quiso impartirles la fe necesaria en el Hijo y a quienes les dio el conocimiento de la justificación en Cristo. Esto lo hizo el Padre sin acepción de personas, en el sentido de que escogió hombres y mujeres, pobres y ricos, judíos y gentiles, sin miramiento de razas y sin respeto de obra o mérito humano alguno. Fue todo de pura gracia, pero al mismo tiempo utilizó el mecanismo de la locura de la predicación, pues no puede haber nadie que oiga si no hay quien le predique.

Por si fuera poco, todos los escogidos fuimos hechos de la misma masa, lo mismo que los demás, y somos pecadores al igual que el resto de la humanidad. Todos fuimos en un tiempo cautivos al pecado, siguiendo al príncipe de este mundo, en las prisiones de la ley y de las obras (las de hacer y no hacer). Pero la sentencia condenatoria de la ley recayó sobre Cristo, quien fue suficiente para satisfacer la justicia ante el Padre, por lo cual Dios justifica a todos los creyentes. A pesar del precio que el Hijo tuvo que pagar por nuestras ofensas, al punto en que Dios lo hizo pecado por nosotros hasta abandonarlo en la cruz, ahora nosotros disfrutamos de ese favor gratuitamente.

No en vano la Escritura exige que si de gracia recibimos debemos dar de gracia (Mateo 10:8). Pero los asalariados están ocupados en hacer mercadería de las personas a quienes les predican su evangelio. Pese a que existe un solo evangelio, aparecen evangelios diferentes con falsos maestros y pastores de cobranza, quienes miran las ganancias que pueden obtener al predicar un evangelio de obras, una parte hecha por Dios y otra parte hecha por el hombre. Esa es la única manera en la que pueden justificar sus ganancias deshonestas, pues en el evangelio de la gracia el Señor dejó una sentencia lapidaria para todos aquellos que quieren ganar a expensas de su gratuidad: dad de gratis porque recibisteis de gratis.

Pablo trabajaba con sus manos para procurarse el sustento diario. Las limosnas que recogía lo hacía en nombre de una u otra congregación, para ayudar a los hermanos pobres. Dijo que no pusiéramos bozal al buen que trilla, que digno era el obrero de su salario. Pero en ningún momento dejó abierta la posibilidad de que el evangelio de la gracia fuese un empleo más al que muchos deberían procurar para  ganar su sustento. Ahora hay gente tan deshonesta que toma la Biblia y la comenta y comienza a venderla, como si fuese autora de lo que sus líneas dicen. Si no se puede dar de gratis es mejor no dar nada, pues ese es el mandato del Señor.

¿No dijo el apóstol que lo imitáramos a él, así como él imitaba a Jesucristo? Bueno, es tiempo de empezar por no cobrar en virtud de la gracia, sino por trabajar para ganar el sustento. El resto del tiempo se puede dedicar a los pormenores de la propagación del evangelio, la buena noticia para los elegidos del Padre. Pero como ya dijimos, los asalariados abren las puertas a las cabras y las apacientan junto a las pocas ovejas, para cobrar por el sustento de la palabra torcida que predican, como la que acabamos de referir respecto a la salvación universal. Salid de ella, pueblo mío, dijo el Señor, al referirse a la Babilonia espiritual en la que todavía tiene gente. Los que no salen de ella es porque no son su pueblo, así de sencillo.

César Paredes

[email protected]

destino.blogcindario.com

 

 

 

 


Tags: SOBERANIA DE DIOS

Publicado por elegidos @ 10:24
Comentarios (0)  | Enviar
Comentarios