Jueves, 11 de abril de 2013

Cuando el apóstol Pedro dijo que estuviéramos preparados para presentar defensa de nuestro evangelio, cuando fuere demandado, utilizó una forma nominal griega de la que deriva nuestra apología (ἀπολογία).  La defensa del evangelio se ha convertido en una clase de ciencia que expone las pruebas y fundamentos de la verdad cristiana. La apología es una defensa verbal, son argumentos razonados para defender la verdad revelada de las tergiversaciones de aquellos que tuercen las Escrituras con interpretaciones privadas.

Pero el término no es bíblico, sino que pertenece a la lengua griega antes de Cristo. Por ejemplo, Platón narra la defensa de Sócrates durante su proceso, es decir, la apología de Sócrates. Sin embargo, una vez que el término pasa a la iglesia ésta nos muestra maestros apologéticos como Pablo, Pedro, Judas y Juan. En su principio, su defensa se dirigió contra los judíos y contra los cristianos judaizantes. A Juan le tocó enfrentar a los gnósticos y su doctrina herética llamada Gnosticismo cristiano, pues éstos sostenían que Cristo no había podido venir en carne porque era un espíritu puro.

La historia de la iglesia contiene numerosos ejemplos de momentos cruciales en los que fue necesario hacer sínodos para confrontar doctrinas extrañas, que Pablo anticipadamente llamó doctrinas de demonios en la advertencia que le hiciera el Espíritu. Cualquier enciclopedia de religiones podría documentar en esa materia, acerca de las disputas habidas y de las resoluciones tomadas en la apologética del evangelio. La importancia de la apologética es tal, que el libro de Los Hechos de los Apóstoles nos narra un ejemplo singular de un hombre docto en las Escrituras y con claridad de verbo, instruido en el Señor, el cual fue un gran estímulo para los primeros cristianos. Tanto lo fue, que muchos llegaron a decir que ellos eran cristianos de Apolo, si bien otros preferían a Pablo. Llegó entonces a Efeso un judío llamado Apolos, natural de Alejandría, varón elocuente, poderoso en las Escrituras. Este había sido instruido en el camino del Señor; y siendo de espíritu fervoroso, hablaba y enseñaba diligentemente lo concerniente al Señor (Hechos 18:24-25). 

La iglesia de hoy se enfrenta a dos grandes fenómenos que se llaman post-modernidad y pragmatismo. No quiere decir que sean esos sus únicos problemas, pero estos dos gigantes han permeado a la institución religiosa al punto que pareciera cumplirse al pie de la letra las apocalípticas palabras de Yo estoy a la puerta y llamo ... Jesús está fuera de la institución (quizás siempre lo ha estado) y llama a sus ovejas por su nombre, como el Buen Pastor.

EL PRAGMATISMO

Sabemos que esta escuela filosófica fue creada en los Estados Unidos a finales del siglo XIX por Charles Sanders Peirce, John Dewey y William James. Su tesis es que solamente es verdadero aquello que funciona (tesis funcionalista) en el mundo real objetivo. El problema surge cuando intenta estudiar la verdad y no encuentra un referente objetivo para nombrarla; por lo tanto está opuesto a las verdades absolutas, ya que las ideas son provisionales y sujetas a cambio de acuerdo a los hechos (pragma).

Peirce llega a decir que el signo lingüístico nos permite apenas una sugerencia de significado, pues para saber lo que realmente significa la palabra caballo, por ejemplo, habría que interrogar a todos los habitantes vivos del planeta, a los que habrán de nacer e incluso tomar en cuenta la opinión de los muertos. Esto señalaría al signo lingüístico como una flecha que apunta a una trayectoria casi interminable, a un mundo platónico de las ideas donde estaría en realidad el verdadero caballo de Platón.

En alguna medida se liga el pragmatismo con la practicidad; todo  aquello que sea funcional es práctico, digno de ser conocido como hecho o pragma. Si la verdad se mide de acuerdo al éxito o funcionalidad práctica de esa verdad, el pragmatismo ya  parte de ese prejuicio o a priori para su planteamiento de no tomar en cuenta las verdades absolutas por ser esto un prejuicio.

La religión funciona para mucha gente, poco importa su relación con la verdad. Precisamente, esta manera de abordar la praxis de vida no está amparada por aquello que quiso decir Peirce junto a sus seguidores; todo lo contrario, para los pragmáticos la verdad religiosa no puede ser objetiva, por lo tanto no es funcional. Así como es casi imposible definir el significado de una palabra (el caballo del ejemplo anterior), tampoco puede definirse la verdad en términos absolutos. Pero sin lugar a dudas, la idea de que algo funcione es práctico, por lo tanto está vinculado en algún sentido con lo verdadero. Pero Cristo no es uno solo, sino que hay miles; así como los griegos tenían dioses antropomórficos para representar diversas situaciones humanas, el Cristo pragmático funciona de acuerdo a lo que cada quien considera verdadero. Por eso surgió la apologética, para defender con la razón la verdad y la tergiversación de la revelación. Pero si el pragmatismo desconoce la verdad absoluta o revelada, ya de entrada se enfila contra el texto bíblico y facilita la religión que funcione.

EL POSMODERNISMO

Como reacción a lo que prometía la era moderna, en el siglo XX aparece esta corriente que defiende la cultura popular, lo híbrido, el sincretismo religioso, la desconfianza en los textos de autoridad intelectual y por supuesto aquellos llamados revelados. El texto, dicen ellos, pone de manifiesto el prejuicio del autor, su cultura y el contexto de aparición. Un texto jamás podrá exponer a ciencia cierta lo que en realidad sucedió; incluso, en materia lingüística, opinan que el lenguaje manipula y moldea nuestro pensamiento. La hipótesis de Sapir-Whorf, llamada de la relatividad lingüística, nos declara que la lengua es un producto social, un sistema mediante el cual pensamos, y configura nuestra visión del mundo; por lo tanto, a lenguas diferentes, visiones diferentes del mundo. En alguna medida la lengua es medianera entre el mundo y lo que de él conocemos, aunque también podría vislumbrarse el hecho de que el mundo sin la lengua no es más que un caos.

Desde esta perspectiva, la religión cristiana no es más que una visión judía del universo y de lo que se concibe como Dios. A diferentes lenguas, diferentes visiones religiosas y distintos dioses. La verdad pasa a ser un asunto de perspectiva o contexto, no algo universal. El ser humano no puede tener acceso a la realidad, sino apenas a aquello que a uno le parece real. La posmodernidad también es anti-dualista, de manera que cobra sentido el incorporar nuevas perspectivas para favorecer los intereses de los otros. No existe solamente macho y hembra, sino que hay que brindar el derecho a los de la tercera vía, los que pueden gozarse de participar tanto como macho y hembra al mismo tiempo. Esto conlleva una crisis al planteamiento bíblico que ya había sido puesto en duda anteriormente, porque la verdad absoluta tampoco es demostrable, sino que es más bien una verdad relativa.

LA IGLESIA DE HOY

Es el sentir de muchos el que se predique el verdadero evangelio de Cristo, tal como aparece en la Biblia.  Sabemos que la apertura religiosa hacia las masas le ha causado un grave daño a la congregación de fieles que desean seguir en la verdad. Pero una iglesia hermética, dedicada al estudio de la verdad, no es práctica porque no produce ganancia. La ganancia no ha de valorarse siempre en términos económicos, sino que puede verse desde la perspectiva social. Como el evangelio sigue siendo una palabra dura de oír (Juan 6:60), el evangelio se abarata para que las masas se acerquen.

La tercera vía que se propone frente a la dualidad de lo blanco y lo negro, lo santo y lo inmundo, es mi perspectiva. La relatividad de lo aprehensible -ya que depende de mi lengua y no de la verdad per se- permite que el neo cristiano busque su comodidad, de tal forma que su constructo divino le funcione. Para algunos, el tener la Biblia abierta en el Salmo 90, o en cualquier otro libro, le permite ahuyentar parte de los problemas cotidianos; para otros, encontrar formas místicas en las Escrituras les resulta fascinante. Muchos han sido enseñados que la Biblia está llena  de misterios, de manera que interpretarlos es tarea de exégetas y en ocasiones la privacidad interpretativa les facilita el camino. Se puede leer la Biblia, creer su verdad, y al mismo tiempo violentar su norma esencial. Es como si se dijera el oxímoron de que la religión cristiana ofrece libertad de cultos.

La posmodernidad es la época del desencanto, y en eso hay razón de sobra para mostrar una iglesia sin atractivo. El héroe americano, o el Llanero Solitario, es el prototipo de heroicidad concebida, ya que en la posmodernidad se busca el progreso individual. La construcción de ídolos sociales es rápida, ellos se construyen con facilidad y técnica, se les da su premio y luego desaparecen. Por esta vía van desvaneciéndose las grandes figuras de atracción en el mundo, para dar paso por intermedio de la efervescencia a los nuevos íconos del canto, del baile, del deporte, de la política, de las artes en general y de la religión.  La imagen y no la ideología es el mensaje en esta era globalizada, manipulada por los centros de comunicación de masas.

La inmediatez y el presente es lo que importa, nunca más el futuro ni el pasado. Es un aquí y ahora, porque la vida dejó de ser trascendente, ya que todo es relativo y la verdad absoluta es imposible de probar. En algún sentido, el pragmatismo también ha permeado la posmodernidad; el sentido de la verdad ha llegado a ser un sinsentido, pues si el sentido (significado) refiere siempre a un objeto sensorial (pragmático y probable), la verdad carece de ese referente. Por lo tanto, la verdad es un asunto de interpretación, no de referencia a la realidad.

Tal vez la consecuencia inmediata de esta perspectiva de vida sea que el individuo se vuelve al cuidado de su cuerpo (gran cantidad de centros de gimnasia incorporados en los centros habitacionales), comparte su afecto por internet, le da preferencia a la religión electrónica por vía satelital, asume el conspiracionismo como modelo de análisis político o religioso, para poder explicar ciertos hechos históricos incomprensibles. En síntesis, lo que importa no son los hechos sino sus interpretaciones. Estamos militando en un nihilismo débil, dentro de una babel informativa, según palabras del filósofo Gianni Vattimo.

Ante los valores relativos declarados bajo la premisa de que nada es totalmente malo ni bueno, todo es permitido. Algunos  sugieren que si la iglesia no cambia con la sociedad corre el riesgo de quedar atrás, atrapada en su hermetismo y sectarismo impartido. Pero las palabras de Jesucristo continúan sonando hoy día, frente al pragmatismo y a la posmodernidad: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie viene al Padre sino por mí.

Desde esta óptica, Vincent Cheung ha dicho que si la gente rechaza venir a Cristo por intermedio del mensaje correctamente expuesto en las Escrituras, esa gente no debería venir jamás a Cristo del todo; ya que aquellos que profesan creer en un Cristo bajo condiciones relativas y de duda han hecho una falsa profesión de fe. Ya hay demasiados falsos cristianos en nuestras iglesias para sumar más a esas filas. Lo peor de todo es que la gente rechace el evangelio no porque crea que sea una falsa asunción, sino porque entiende que es impopular. Pero el error ha radicado en suponer que hemos de hacer popular el evangelio para beneficio de las masas; con ello lo que ganamos es traer voluntariamente a la cizaña a las iglesias y abrirle la puerta a los lobos y a los cabritos, que en la metáfora bíblica son los que vienen a molestar a las ovejas.

LA EVANGELIZACION

Por el mandato de Jesucristo, de ir por todo el mundo a predicar este evangelio del reino, tenemos muy claro el anuncio del verdadero evangelio. De nada suple el anunciar un falso evangelio, para cumplir la promesa evangelizadora. Evangelio significa buena nueva, de tal forma que es la buena noticia que Dios tiene para su pueblo. ¿Quién es su pueblo? Dice la Escritura que el que creyere será salvo, pero también agrega que nadie puede ir a Jesucristo si el Padre no lo llevare. De esta forma, queda claro que así como existe un Jacob a quien Dios amó por el puro afecto de su voluntad, desde antes de la fundación del mundo, sin que se tomara en cuenta el que hiciera bien o mal, existe un Esaú a quien Dios aborreció para mostrar su ira y hacer notorio su poder. Por ello anunciamos el evangelio completo, como dijo Pablo, todo el propósito de Dios. Pero como la fe no viene sino por el oír la palabra de Cristo, esperamos confiados en que esta palabra anunciada surta el efecto para el que fue enviada: a unos les resultará el beneficio de que seamos grato olor de Cristo para salvación, pero a otros les hará el efecto del olor de muerte para muerte. Esta gran verdad ha de ser anunciada para no abaratar el evangelio, pues en nuestro ánimo está el decir que aunque a muchos esta palabra les parece dura de oír, a otros Dios les abre el entendimiento para que les alumbre la luz de Cristo.

La apologética es fundamental para poder evangelizar. La defensa de la fe y la doctrina nos permite comprender el mensaje que debemos proclamar.  Esa es nuestra tarea, pero Dios es quien da el nuevo nacimiento y el crecimiento. Y como bien dijo el apóstol,  para estas cosas ¿quién es suficiente? Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden; a éstos ciertamente olor de muerte para muerte, y a aquéllos olor de vida para vida. Y para estas cosas, ¿quién es suficiente? (2 Corintios 2:15-16).

La nueva defensa del evangelio se centra ahora contra el pragmatismo y la posmodernidad, que han pretendido erigirse en verdades absolutas a partir de la negación precisamente de la verdad absoluta. La apertura hacia las masas y el abaratamiento del evangelio ha producido mucha apostasía en la iglesia; el volver a la apologética a través del  sentido del texto revelado, nos permitirá ocuparnos de la doctrina que tanto bien nos hace nosotros y a la evangelización. Pero nuestra apologética no debe tener el objetivo funcionalista del pragmatismo, el ganar almas a expensas de la verdad; más bien, en la medida en que defiendo la verdad revelada ella se hace más inteligible para mí mismo y para los que habrán de oír con oídos abiertos.

César Paredes

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Tags: SOBERANIA DE DIOS

Publicado por elegidos @ 11:45
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