Mi?rcoles, 10 de abril de 2013

Uno suele hablar con facilidad del catolicismo, pero hoy día se hace imperativo remitirse a otro fenómeno religioso que podemos denominar el evangelicalismo. Estos son los evangélicos de turno que se jactan de no ser católicos, ni budistas, ni mucho menos musulmanes, pero creen en un Cristo inexistente. De hecho, a muchos de ellos les da lo mismo conectarse a la televisora Enlace, una de esas tantas que pescan el dinero de sus simpatizantes, desde donde se ha escuchado la siguiente frase: Para Enlace lo primero es el dinero; primero viene el dinero, lo demás después. Resmas de papel se imprimen ante los televidentes para mostrar la gran cantidad de gente que llama para sembrar una semilla y cosechar después; también se ve que los evangelicalistas pagan por adelantado para que intercedan ante Dios por sus necesidades.

O tal vez intercambian sus ofrendas por las herejías de Cash Luna, o las de Beny Hinn, entre tantos otros, con las Cruzadas de Milagros, los que además son defendidos por la televisora Enlace. En el evangelicalismo existe la venta de amuletos, de mantos sagrados de oración, medallones con figuras de ángeles; aceite de oliva santo de la llamada Tierra Santa, para la unción. Dentro de estas sinagogas contemporáneas se promueven viajes a Israel para visitar la tumba vacía de Jesucristo, para re-bautizarse en el río Jordán y obtener así un verdadero bautismo; en otros términos, se promueve el turismo espiritual en el mundo. Esta situación me trae a la memoria un texto de la Biblia que ilustra en forma perfecta lo que acontece hoy:  Han dejado el camino recto, y se han extraviado siguiendo el camino de Balaam hijo de Beor, el cual amó el premio de la maldad (2 Pedro 2 : 14).

Pero el evangelicalismo es muy amplio, no se detiene en los tele-evangelistas de renombre. Como el agua caída de un cerro arrastra toda clase de impureza y no conviene ingerirla. Existe una gran diversidad teológica que se aleja de la interpretación bíblica lógica que el Espíritu recomienda, ya que el Hijo de Dios es el Logos (En el principio era el Logos -el Verbo, la Palabra). Veamos por un momento el Lordship salvation que no es otra cosa que la doctrina del señorío de Cristo. Sus seguidores han llegado a pregonar que para poder ser salvos debemos primero que nada reconocer y aceptar a Jesucristo como nuestro Señor. Una vez que Él ha llegado a ser nuestro Señor, entonces podrá ser nuestro Salvador. Este disparate lo fundamentan en textos aislados de su contexto en las Escrituras. Esta doctrina o teología no es otra cosa que volver a la salvación por obras; una vez que uno obre el hecho de aceptar el señorío de Cristo, entonces Él se convierte en nuestro Salvador. Pero la Biblia no lo enseña de esa manera, la Biblia dice que la humanidad murió en delitos y pecados, de manera que urge el nuevo nacimiento, pero que esto no depende de la voluntad humana (del que aceptemos que Cristo es el Señor) pues los muertos no tienen ni voluntad ni interés. Entonces, si el Espíritu es el que vivifica (el que da vida), una vez que hemos nacido de nuevo (esto es, que hayamos sido renovados para arrepentimiento, que hayamos recibido el Espíritu de Cristo como la garantía de Su salvación para nosotros), entendemos que Jesucristo es el Señor. Uno puede preguntarse con certeza si acaso existe alguna persona que haya recibido el Espíritu de Cristo y no reconozca que Cristo es el Señor. Pero reconocer los atributos de Dios, de Su Hijo y del Espíritu Santo viene como consecuencia de haber sido nacidos de nuevo, nunca como una condición previa al nuevo nacimiento.

El evangelicalismo ha tomado también el camino emocional, el de la pereza intelectual, porque supone que es mejor creer con el corazón que con la mente. Se equivocan los que así piensan, pues del corazón mana la vida, según las Escrituras. Del corazón salen los malos pensamientos, dijo Jesucristo; entonces, ¿cómo es que la mente puede estar separada del corazón, si del corazón salen pensamientos? En muchas sinagogas de Satanás se les imponen las manos a las personas y las derriban, cuando Jesucristo levantaba a las personas de sus lechos de enfermos. En esas sinagogas se hablan jerigonzas que no sólo son difíciles de entender, sino que son ininteligibles. A eso llaman manifestación del Espíritu; esto sucede por igual entre los carismáticos católicos como entre los carismáticos evangélicos (del evangelicalismo), así como en medios espiritistas. Estudios lingüísticos se han realizado para mostrar la relación de las lenguas habladas en tres agrupaciones religiosas: católicos, evangélicos y de María Lionza (una divinidad en Venezuela), y para sorpresa de la investigación, las lenguas registradas y transcritas mostraron identidades curiosas. ¿No hablaban así algunos griegos en la época del apóstol Pablo, cuando invocaban los oráculos de sus dioses? Sus sacerdotisas danzaban y caían en trance, para dar profecías que eran interpretadas porque venían canalizadas por una forma lingüística ininteligible.

El evangelicalismo en su afán por salvar las almas humanas que están en el mundo se ha volcado a la técnica de la predicación. Una estructura de orden sicológico se dispone para el gran público asistente. Después de una prédica digna de la tradicional retórica, el predicador cambia su tono de voz mientras pide a los hermanos para que oren en silencio (no tan silencioso) y al pianista para que toque un himno (por lo general es una melodía suave y lenta, de algún canto de invitación a venir a Jesús). Con cambios frecuentes en su tono de voz, el predicador llama y amenaza a la congregación: Tal vez sea tu última oportunidad, tal vez Jesús venga esta misma noche y ya no tengas más chance. Entonces, la mente más sensible y asustada levanta su mano o da un paso al frente, para ser salvo. El predicador dice: Dios te bendiga.  Acto seguido, la congregación que tiene por lo general los ojos cerrados, dice un Amén, o un Gloria a Dios, palabras que conmueven a los otros que estaban que se levantaban pero que necesitaban un empujón anímico. Esto contribuye a que otros se añadan a la lista. Pero poco importa la doctrina que se haya expuesto en ese momento, que por lo general es la doctrina del evangelicalismo: Cristo murió por toda la humanidad, pagó por el pecado de todo el mundo y ya hizo Su parte; ahora le toca a usted hacer la suya. En otros términos, la salvación se convierte en un proceso sinergístico, de colaboración entre Dios y el hombre. La gloria absoluta de Dios es compartida con el hombre, que tiene ahora de qué jactarse: Yo recibí a Cristo, yo acepté el regalo. Si vemos el proceso de conversión de los apóstoles, modelo dejado en las Escrituras para nuestra enseñanza, fue Jesucristo quien los llamó sin trucos sicológicos, y ninguno de ellos puso objeción. Jesucristo en la noche previa a su muerte, oró en Getsemaní y pidió por sus discípulos y por los que habríamos de creer por su palabra; pero específicamente no rogó por el mundo (Juan 17:9). El vino a poner Su vida por su pueblo, por sus ovejas, no por los lobos que se disfrazan de oveja. Pero para los evangelicalistas eso no importa, lo que interesa es torcer las Escrituras para beneficio de las almas que se salvan y para sus arcas. Sin embargo, Jesucristo también dijo que éstos caminaban la tierra entera en busca de un prosélito (seguidor o afecto), pero que ellos lo hacían doblemente dignos del infierno (debe ser por la herejía en que incurrían). Pablo señaló que el celo que los judíos tenían de Dios no les servía de nada, porque no era conforme a ciencia o conocimiento, ya que la doctrina importa (Romanos 10:1-3). De igual forma Jesucristo hizo énfasis en que Él predicaba la doctrina de Su Padre (Mateo 7:16). Pablo también le dijo a Timoteo que se ocupara de la doctrina, ese cuerpo de enseñanzas que los hermanos habían recibido con toda obediencia en su corazón, a la cual habían sido entregados (Romanos 6:17 y 1 Timoteo 4:16).

LA COSECHA Y LOS ASALARIADOS

Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos (Mateo 9:37). La palabra mies es cosecha, acto de recoger lo que se ha sembrado. En un sentido figurado quiere decir la reunión de los hombres en el reino de Dios. Las almas que están listas para recibir la verdad son muy numerosas, pero los obreros pocos. Es cierto que hay muchos pastores (pero son asalariados), hay muchos admiradores de la obra de Dios, pero no son colaboradores; hay escribas y fariseos, sacerdotes de la ley, reverendos del evangelio, pero no todos trabajan por el reino. Jesucristo dijo que rogáramos al Padre por obreros, no por directores de orquesta. Esto quiere decir que a pocos les gusta el trabajo fuerte, el cual consiste en orar, escudriñar las Escrituras, explicarlas y proclamar el evangelio a toda criatura.

En el cultivo del campo uno puede observar que muchos son los que consumen sus productos, pero pocos los que lo trabajan.  Cada día hay menos trabajadores en la viña del Señor; muchos de éstos descansan en la estrategia tecnológica y se ocupan más bien de cómo aparecer en la televisión cristiana, en la estrategia de mercadeo del evangelio. Otros prefieren la radio, los micrófonos y los grandes parlantes; asimismo, se publican millones de títulos que aluden al evangelio, pero son pocos los que trabajan como obreros.

El obrero en la viña del Señor es el que ora, el que estudia la Palabra, el que busca pasar horas delante del Espíritu de Cristo y junto a Él se dedica a interpretar la doctrina mostrada en el evangelio. El trabajador tecnológico del evangelio se ha dedicado a hacer dinero con las ventas de sus libros, con la transmisión de sus programas televisivos (la iglesia electrónica). Ahora se tienen otras Biblias, son libros que sustituyen la verdadera Palabra de Dios. Pero también se da el caso de los predicadores famosos que le colocan su nombre a una Biblia comentada y con eso les nace el derecho de autor, de un libro que lo escribió Dios pero del cual ellos reciben las regalías por sus comentarios. Esos no son obreros que cosechan almas para el reino de Dios; tal vez cosechan almas para su propio reino.

Cadenas de televisión son programadas para pedir dinero a los televidentes, almas secas y vacías, que no creyeron a la verdad, por lo cual Dios mismo les ha enviado ese poder engañoso para que crean en la mentira. Ahora tienen que creerle a los falsos predicadores, profetas engañosos que piden dinero por interceder por ellos, que les dicen que siembren una semilla para que a su tiempo cosechen. Esto sabemos que no viene de Dios, sino del pozo del averno, aunque sea como parte del castigo de Dios y para que exista la apostasía de estos tiempos.

LOS ELEGIDOS

Hay un gran número de elegidos de Dios, algunos de ellos ya estaban en aquellas ciudades cercanas a los apóstoles; Jesús tuvo misericordia de esa gente, de la condición en que se encontraban, por lo cual se volvió a sus discípulos para enviarlos a predicar públicamente el evangelio (esto se prueba en el capítulo 10 de Mateo). Asimismo, esta idea del obrero y la cosecha es aplicable a través del tiempo posterior a esos discípulos, pues el número de los elegidos del Dios del cielo es cierto y todavía no se ha alcanzado al último consiervo. Pero estas almas no están preparadas del todo, el fruto no ha madurado para cosecharlo, y mucho menos habrá que suponer que ellas mismas se aprestan a ser cosechadas. Es por la gracia de Dios que ha sido señalado un tiempo para la cosecha, para que el llamamiento eficaz y la conversión (o nuevo nacimiento) de sus elegidos se produzca en el momento indicado.

LOS OBREROS

El pastorado (pastoreo) ha llegado a ser un fondo de comercio que se cuida como cualquier empleo, por lo cual hasta los sermones vienen preparados por internet o cualquier otra vía, para que estos asalariados no tengan que pasar horas delante de una Biblia buscando el sentido de lo que el Espíritu quiere que se enseñe (pues no tienen el Espíritu). De esta forma el tiempo alcanza más para ocuparse de las urgencias del mundo, su verdadera patria.  

Ahora la preocupación es por el número de las almas que entrarán en sus templos (no en el reino de Dios), para que el fondo comercial aumente sus activos y sus beneficios sociales. Por eso la  Biblia dice que el asalariado huye cuando viene el lobo para arrebatar a las ovejas, porque no le interesan. Por eso el asalariado deja que se enseñe todo viento de doctrina, o lo que es peor, las doctrinas de demonios. Esta es una forma de huir frente al lobo, al no dar la cara en el debate doctrinal porque no se está preparado por el Espíritu. Por supuesto, estos son ladrones y salteadores, estos no son pastores como los que se exige en Juan capítulo 10. Los asalariados escuchan la voz del extraño y conocen su voz y le siguen hasta la perdición eterna.

En síntesis, debemos tener cuidado con el evangelicalismo o con sus palabras huecas carentes de la doctrina bíblica. Humillémonos bajo la poderosa mano de Dios, para que Él nos exalte cuando llegue el tiempo (1 Pedro 5:6); si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra (2 Crónicas 7:14).

César Paredes

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Tags: SOBERANIA DE DIOS

Publicado por elegidos @ 10:44
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