Una herejía es una doctrina contraria a la Biblia. También puede ser considerada una práctica de tradiciones humanas que se impone ante la enseñanza de las Escrituras. Los falsos maestros que han de aparecer en la iglesia traen herejías dañinas y doctrinas de demonios (2 Pedro 2:1-3; 1 Timoteo 3:2-5). Jesucristo rechazó a los fariseos por ser portadores de tradiciones, por adorar a Dios a través de las doctrinas extraídas de los mandatos humanos (Mateo 15: 3,9).Tenemos un llamado a salir de Babilonia, cualquiera sea el nombre que se le dé, para no ser portadores de sus pecados y para no recibir sus plagas (Apocalipsis 18:4). De esta forma, ni un ángel del cielo, ni un apóstol o maestro, que predique un evangelio diferente al ya anunciado en las Escrituras, debe ser permitido en nuestras vidas (Gálatas 1:8). ¿Qué sucede en las congregaciones eclesiásticas donde se infiltran las erróneas doctrinas y se camufla el lobo como un cordero?
Para dar respuesta a esa pregunta tan relevante debemos partir de una premisa bíblica de suma importancia. Bien hacemos en llamarla la premisa mayor. Fue un argumento expresado por Jesucristo y recogido por Juan en su evangelio. El Señor expresó muy claramente: el pastor de las ovejas va delante de ellas (las ovejas le siguen, porque conocen su voz). El pastor va delante de las ovejas, esa es la premisa mayor. Lo que sigue es premisa menor y conclusión derivada. Si la premisa mayor está cambiada, o es falsa, entonces la conclusión es errónea. Pongamos un ejemplo de lo opuesto. Supongamos que decimos lo siguiente: El pastor extraño va delante de las ovejas. Eso sería una premisa mayor no válida, dentro de la doctrina de Cristo, lo cual es demostrado un poco más adelante en el texto señalado por Juan.
Pero para comprender aún mejor acerca de la imposibilidad de esta falsa premisa, tenemos que referirnos a otro argumento usado por Jesucristo. El habló de árboles, de unos buenos y de otros malos. Dijo que era imposible que un árbol bueno diera frutos malos, y que un árbol malo diera frutos buenos (Lucas 6:43). También habló en otra ocasión de ovejas y de cabras: las ovejas heredan el reino de los cielos, los cabritos irán a perdición. Entonces deducimos que Jesucristo estaba hablando reiterativamente de elementos que no pueden cambiar: no existe en toda la Biblia un ejemplo de una cabra transmutada en oveja o de una oveja que llega a ser cabra. Al contrario, él vino a buscar a las ovejas dispersas de Israel, a su pueblo. Pero también dijo que tenía otras ovejas que no eran de ese redil (se infiere que se refería a los gentiles). No dijo nunca que tenía unas cabritas que no eran del redil de aquellas ovejas, sino que en referencia a su pueblo habló siempre de árbol bueno, fruto bueno y de ovejas.
Volviendo al texto de Juan, Jesús es el buen pastor que va delante de las ovejas. ¿Qué hacen sus ovejas? Quizás la respuesta que demos está contaminada por la experiencia de lo que hemos visto en nuestra supuesta vida de creyente. Algunos dirán que las ovejas se van tras los pastores extraños, pues han visto que la apostasía ocurre en sus iglesias y los pastores se roban las ovejas. Más bien roban a las ovejas y les sacan su lana, las explotan, las sacrifican. ¡Ah! Pero ¿no había dicho el Señor que él iría delante de sus ovejas y que éstas le seguirían porque conocen su voz? Si él lo dijo ha de ser cierto. Primero que nada démonos cuenta que Jesús no expresó condición alguna para que la oveja lo siguiera, como tampoco dijo que el árbol bueno tiene que tener ciertas condiciones propias que mantener para ser bueno. Al contrario, en su metáfora se refirió a la imposibilidad de que el árbol bueno sea malo, así como de que el malo sea bueno. De igual forma la oveja no puede ser cabra ni la cabra oveja. Entonces la pregunta asalta de nuevo: ¿quiénes son los que se van tras la voz de los extraños? El Señor ha respondido a esta interrogante en forma absolutamente clara, pues declaró: Mas al extraño no seguirán, sino huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños (Juan 10: 5).
No nos pongamos a inventar historias para desviar el texto de lo que realmente dice. Es Jesucristo quien habla y lo hace en forma muy explícita. Fue una alegoría lo que dijo, y muchos no la entendieron, pero el que tiene el Espíritu de Cristo ha de entenderla. Existe la posibilidad de la venida del lobo para arrebatar a algunas y dispersar a las otras. ¿Qué significa arrebatar a algunas ovejas? ¿Será que dejan de ser ovejas y se convierten en cabras? Sabemos que los decretos de Dios son inmutables, de manera que eso no es posible, por lo tanto hemos de buscar la interpretación a dicha alegoría. Fue Jesús quien también dijo en el mismo evangelio de Juan que nadie podía arrebatar a las ovejas de sus manos, pues el Padre es mayor que todos (Juan 10:27-30). Jesús también dijo que no temiéramos a los que matan el cuerpo, pero el espíritu o el alma no pueden matar. De manera que un lobo puede comerse una oveja, dentro de la figura literaria mostrada, pero no puede cambiar la oveja en cabra. En otros términos, no puede sino comerse su cuerpo, mas nunca alterar su espíritu.
Ciertamente, el dueño de las ovejas las mantiene bien seguras. Pero hay pastores asalariados, que trabajan para disfrutar de las ovejas, de su alimento, de su lana, de su leche y aún de su carne. Ellos son malos pastores, pero lo más grave es que no defienden a las ovejas del lobo. Hay un caso bíblico interesante, con un hombre que fue sanado por Jesús. Lo llevaron ante los judíos, le preguntaron infinidad de veces. Interrogaron a sus padres, mas éstos respondieron que él era mayor, que tenía edad suficiente para responder por su cuenta. Estos padres actuaron como si ese hijo no fuese su propio hijo, pues lo abandonaron a las preguntas más acuciosas de los fariseos. Pareciera que ellos no querían meterse en problemas con las autoridades religiosas. Eso puede ilustrar una forma de abandono de una oveja por alguien que no es su natural pastor. A pesar de ser sus padres biológicos no pastoreaban su alma.
Vestido de oveja, el lobo viene a veces a tiranizar al rebaño. Hace de las suyas y hiere algunas mientras dispersa otras. Satanás ha metido a muchos en la cárcel (Apocalipsis 3), ha levantado diversas herejías a través de la historia de la iglesia, ha instaurado una iglesia paralela, profesante y apóstata. Tiene sus ministros y éstos se meten en ocasiones en los rebaños de las ovejas a través de sus mensajes, cantos seductores, predicaciones sensacionales, falsas profecías, supuestas y atractivas sanidades, teologías a la carta, y un sinnúmero de formas que usa con su disfraz de ángel de luz. A muchos les ha quitado el interés por la palabra, les ha sembrado la idea de un dios parecido al Dios de la Biblia, de tal forma que los seduce para que bendigan a otro dios. ¡Ay del pastor inútil que abandona el rebaño! ¡Caiga la espada sobre su brazo y sobre su ojo derecho! Su brazo se secará por completo, y su ojo derecho totalmente se oscurecerá (Zacarías 11:17).
Cristo es el Buen Pastor; pero muchos han sido negligentes con su deber, por lo que el rebaño es dañado y perjudicado. Es interesante que del texto de Juan 10 se desprende que Jesucristo no fue un mártir que entregó su vida por su doctrina o por sus creencias, sino que la ofrendó voluntariamente por sus ovejas. El Señor Jesús y sus ovejas tienen un conocimiento recíproco: él sabe a quiénes ha escogido, pero también sus ovejas reconocen en quién han confiado. Jesucristo murió como sustituto de su pueblo -sus ovejas (dijo pongo mi vida por las ovejas)- para lograr que ellos fueran librados del castigo del pecado (Mateo 1:21). Hemos sido advertidos de los lobos rapaces vestidos de ovejas, se nos ha recomendado ser prudentes como serpientes, pues andamos en medio de lobos que no perdonan al rebaño.
Dado que las metáforas siempre son limitadas y no pueden explicar con cada detalle todo lo que uno quiera que explique, entendemos que en las fronteras del pensamiento existe una interpretación adecuada para cada situación referida en la figura literaria. Mis ovejas me conocen, pero Jesús conoce también quiénes son las suyas. Esta reciprocidad entre el pastor y las ovejas conlleva a una intimidad única. De la misma forma el Padre conoce al Hijo y éste al Padre, pues ambos son uno solo. Jesucristo no rogó por el mundo (ni por las cabras ni por los lobos rapaces), sino que lo hizo solamente por las ovejas, cumpliendo con el objeto de llevar ese nombre (Jesús, como le explica el ángel a José en Mateo 1:21). Si Jesucristo dijo que él les daba vida eterna a sus ovejas y que no perecerían jamás, el que el lobo arrebate algunas y las destruya ha de referirse a algo que sucede en esta vida terrenal. Más allá de que haya persecuciones, falsas acusaciones y que Satanás meta a algunos en la cárcel por causa del evangelio, estas ovejas siempre oyen la voz del buen pastor y huyen de los extraños, de quienes no conocen su voz. El daño causado por una falsa doctrina puede alterar la paz del alma de las ovejas, puede llevarlas a balar en forma extraña, pero ellas buscarán de inmediato al buen pastor, ya que les está impedido seguir la voz del extraño. De allí que aquellas supuestas ovejas que se van tras el extraño son los mismos militantes de la iglesia que salieron de nosotros pero no eran de nosotros (1 Juan 2:19).
No existe tal conclusión derivada como el que una oveja se vaya tras el extraño. Esas son las palabras de Jesucristo y hemos de distinguir entre lo que puede hacer una cabra (disfrazada de oveja) y lo que en realidad hace una oveja capacitada con el Espíritu de Cristo. Pablo dijo que si alguno no tiene el Espíritu de Cristo (las cabras) el tal no es de él (sino del lobo rapaz). Los lobos y falsos pastores y erróneos maestros pueden pregonar sus doctrinas de demonios, pero más allá de enturbiar la tranquilidad del rebaño no podrán cautivar a ninguna oveja. Es por ello que se abalanzan contra ellas y las persiguen, las maltratan con insultos, las meten en la cárcel con falsas acusaciones, se apoderan de sus bienes, a algunas alcanzan a matar, pero jamás podrán hacerle daño a su alma o a su espíritu. Esos falsos pastores se gozan en su simulación con los generosos rebaños de las cabras, a quienes apacientan y de quienes viven.
El texto de Juan 10 nos aclara que no es posible ser oveja y seguir al extraño, que el falso pastor puede dañar al rebaño pero no puede bajo ningún motivo hacer que la oveja siga al extraño. De lo contrario, los lobos rapaces, los demonios con sus doctrinas, los falsos maestros, los charlatanes en las iglesias serían mucho más poderos que Jesucristo o el Padre. Como eso no es posible, no puede ser conclusión derivada siquiera suponer que una oveja sigue al extraño, ya que no conoce su voz. No confundamos a la congregación de las cabras con el rebaño de las ovejas. Aunque las ovejas y las cabras tienen muchas características en común, pertenecen a dos géneros y especies diferentes. La oveja es ovis aries con 54 cromosomas y la cabra es capra hircus con 60. El alimento marca otra diferencia en cuanto al hábito, pues mientras la cabra prefiere comer hojas, tallos tiernos y arbustos, la oveja se deleita más en las gramíneas. La naturaleza demuestra que son dos especies distintas, lo cual permite resaltar la figura literaria narrada por Jesús. El es el pastor de las ovejas, no de las cabras.
Jesucristo es el gran Yo soy, el ego eimi de la lengua griega. Ese es el mismo nombre dado por Jehová a Moisés, aunque en hebreo: Yo soy el que soy (o Yo soy el que hago todo posible). En este evangelio de Juan Jesús no solamente dice Yo soy el buen pastor, sino que también emplea esta frase en otros contextos: Yo soy el pan de vida, Yo soy la luz del mundo, Antes que Abraham fuese, Yo soy, Yo soy la puerta de las ovejas, Yo soy la resurrección y la vida, Yo soy el camino, la verdad y la vida, Yo soy la vid verdadera. El Yo soy el buen pastor, el que da su vida por las ovejas, tiene su antítesis: el asalariado, el que no es dueño de las ovejas, el que las abandona cuando ve venir al lobo. Imagino que a cada gran Yo soy de Jesús corresponde un opuesto por fuerza. Por ejemplo, si Jesús dijo Yo soy la luz, Satanás es presentado como el padre de las tinieblas; cuando Jesucristo expresó que él era el camino, la verdad y la vida, el diablo es el padre de la mentira, el generador de la muerte espiritual, el camino ancho y extraño que lleva a la perdición. Si Jesús se declaró como la puerta por donde entran las ovejas, Satanás es el camino de los salteadores y ladrones. Pero a la figura del buen pastor se antepone la del anti-pastor o anticristo, bien ilustrada por Zacarías, ¡Ay del pastor inútil que abandona el rebaño! ¡Caiga la espada sobre su brazo y sobre su ojo derecho! Su brazo se secará por completo, y su ojo derecho totalmente se oscurecerá (Zacarías 11:17). Esta es la imagen que presenta la película La Pasión, de Mel Gibson, un Jesús que tiene un ojo cerrado. Es la misma imagen venerada por el grupo Illuminati, la del ojo que todo lo ve (un solo ojo). Es la idea presentada por muchos artistas del espectáculo, cuando muestran cada uno su faz con un ojo tapado, bien por una mano, bien por el cabello o por cualquier otro instrumento. Es interesante que ya el Antiguo Testamento había descrito físicamente la figura del anti-pastor, que es también la figura simbólica del anticristo.
En resumen, en este capítulo 10 del evangelio de Juan se enseña que las ovejas siguen al pastor y desconocen la voz del extraño, a quien no siguen. Sin embargo, el lobo arrebata a algunas, para destruirlas y dispersar el rebaño. Más adelante Jesucristo reitera que sus ovejas no perecerán jamás. Sabemos que no hay contradicción alguna entre las dos declaraciones de Jesús encontradas en el mismo texto de Juan. Por un lado, el lobo acecha y busca dispersar y destruir el rebaño. A veces algunas ovejas son llevadas por senderos obscuros, por caminos con espinos, lejos de sus naturales abrevaderos. La garantía es que aún allí no escucharán al extraño que las ha usurpado por un momento. Pero tenemos además otra parábola o metáfora de Jesús, el pastor que viene a rescatar a la oveja perdida y la toma en sus brazos. Pero en Juan 10 existe también la promesa de Cristo de que sus ovejas no perecerán jamás y nadie podrá arrebatarlas de su mano. Esto es un decreto eterno cumplido en la historia. Por algo él es Dios y como tal es soberano. Ni la muerte, ni la vida, ni potestad alguna, ni nada creado podrá separarnos del amor de Dios en Cristo Jesús.
César Paredes
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