Martes, 16 de agosto de 2011

John Wesley, 1703 - 1791, fue un clérigo de la Iglesia de Inglaterra y un teólogo cristiano. Sin embargo, es también reconocido como un gran hereje de las filas evangélicas. Sostuvo que el bautismo quita el pecado original, por lo cual es un sacramento indispensable para la salvación. Además predicó la salvación por obras, al asegurar que la fe es una obra del individuo. Añade a esto que, si un infiel es sincero consigo mismo, Dios se ve obligado a darle la fe. Esta afirmación supone que la sinceridad del incrédulo obliga a Dios a darle la fe que lo hará salvo, aunque viva en una región donde jamás ha llegado el anuncio del evangelio. De manera que lo hará salvo sin Cristo, sin el conocimiento de su palabra, en violación a lo que la Biblia enseña: que la fe viene por el oír la palabra de Dios (el rema de Cristo).  También asegura Wesley que el decreto de la predestinación es blasfemo, una obra del diablo mismo. Con ello compara a Jesús con Lucifer, como lo hacían los del Sanedrín, los fariseos del tiempos de Jesús. Por si fuera poco, en 1766, le escribe una carta a su hermano Charles en la cual le manifiesta que no se ha considerado nunca un creyente de Jesucristo.

En una de mis últimas cartas estaba diciendo que no he sentido la ira de Dios constante sobre mí; no puedo creer que esto haya sucedido. Y con todo (éste es el misterio), no amo a Dios. Nunca lo hice. Por lo tanto nunca creí, en el sentido cristiano de la palabra. Por lo tanto soy solamente un pagano honesto ... ¡Y sin embargo soy un gran empleado de Dios! ¡Y tan protegido que no puedo ni ponerme hacia adelante ni hacia atrás! ... Si alguna vez he tenido esa fe, no sería tan extraño. Pero nunca he tenido cualquier otra prueba del mundo eterno o invisible que la que tengo ahora; y es decir nada en absoluto, a menos que brille tan débilmente en la luz tenue de la razón. No tengo testigo directo de algo invisible o eterno (no digo que soy un hijo de Dios, sin embargo). Y con todo no puedo predicar de otra forma a como lo hago, respecto a la fe, al amor, o a la justificación, o perfección (Stephen Tomkins, en John Wesley, A Biography).

Wesley fue un pragmático con un profundo instinto religioso. Esto lo condujo incluso a censurar los Salmos de la Biblia, a abrirse a los fenómenos carismáticos con gemidos y convulsiones. En su torcida teología afirmó que si Cristo no intenta salvar a todos los pecadores se le hace un gran engañador. Pero esto conlleva a una tautología por cuanto según Wesley existe el conocimiento previo de Dios por el cual salva. Dios previó quién habría de creer y por eso lo salva en el tiempo. De manera que si previó que algunos o muchos irían a creer y serían salvos por sus obras de perfeccionismo, perseverancia y fe, la pregunta se levanta de nuevo: ¿dónde queda la invitación sincera de Cristo cuando llama a todos al arrepentimiento, si sabe que muchos o algunos no se arrepentirán? Seguiría siendo un engañador, al proclamar un llamado que desde antes sabe que será rechazado por quienes lo oyen. Pero hay más, pues de seguro ese mismo Cristo supo con antelación que en muchos lugares no se proclamaría su evangelio por siglos, de manera que pasó por alto esas geografías. La acusación del señor Wesley acerca de que la predestinación encerraría el engaño de Dios, sigue en pie desde su visión teológica de la salvación.

Ese Dios de Wesley sería al menos tan diablo, tan falso, tan cruel e injusto como el que él supone es el Dios de los decretos de la elección y reprobación. El abjuró de la doctrina de la predestinación, por lo tanto abjuró del confeccionador de esa doctrina. Pablo asegura que la elección que Dios hizo de Jacob (y por ende de los que él representa) y de Esaú (con los que representa) tuvo lugar antes de que ellos hiciesen bien o mal, para que el propósito de la elección se mantuviese por el que elige, y no por las obras (Romanos 9).  Cristo dijo que no creían en él porque no eran de sus ovejas (Juan 10), de manera que es indispensable el ser oveja para ir a Cristo. Eso es una gran contradicción para la mente del señor Wesley, acostumbrado a poner las obras ante la gracia.

No se entiende cómo Spurgeon, llamado el príncipe de los predicadores, quien además se hizo dos autobiografías (en ofrenda a su ego), haya dicho que ¨el mundo no era digno¨ de Wesley.  Esa fue la frase usada por Jesús para referirse a Juan el Bautista, pero Spurgeon la retomó y dijo lo siguiente:  Se han dicho las cosas más atroces acerca del carácter  y de la condición espiritual de Juan Wesley, el príncipe moderno de los arminianos.  En relación a él yo sólo puedo decir que si bien es cierto que detesto muchas de las doctrinas que él predicó, sin embargo por el hombre en sí tengo una reverencia que nada tiene que pedir a sus seguidores. Y si se necesitara agregar dos apóstoles al número de los doce, no creo que se puedan encontrar dos hombres más idóneos que Jorge Whitefield y Juan Wesley. El carácter de Juan Wesley está más allá de toda crítica en cuanto a su abnegación, celo, santidad y comunión con Dios. Él vivió muy por encima del nivel ordinario de los cristianos comunes y fue alguien “del cual el mundo no era digno.” (Una defensa del calvinismo : Autobiografía  de C. H. Spurgeon, Volumen Uno).

 Wesley llegó a afirmar que si la salvación de cada ser humano depende enteramente de un irresistible, incambiable y absoluto decreto de Dios, sin miras a la fe o a las obras previstas, entonces la salvación no sería por obras. Pero ¿qué dice la Escritura? No por obras, para que ninguno se gloríe, de otra manera la gracia ya no sería gracia (Romanos 11:6).  En otro texto, Pablo añade sobre la fe, el haber sido salvos y la gracia: y esto no de vosotros pues es don de Dios (Efesios 2:8).

En la interpretación de Romanos 14: 15, donde se habla de no destruir (contristar), por causa de la comida, a aquel por quien Cristo murió, Wesley interpreta de la siguiente manera: ¡Qué! ¿La sangre de Cristo puede quemarse en el infierno? ... Si los oráculos de Dios son verdaderos, uno quien fue comprado por la sangre de Cristo puede irse allí. Uno que fue santificado por la sangre de Cristo puede ir al infierno...; puede estar incluido en esa indignación apasionada que devorará a los adversarios para siempre (The Works of John Wesley. Baker Book House, Grand Rapids, MI. 1996). Por supuesto esto transgrede el texto bíblico de Pablo a los Corintios cuando dice que la obra de cada uno (creyente) será juzgada,  Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo. Y si alguno edificare sobre este fundamento oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca; la obra de cada uno será manifestada: porque el día la declarará; porque por el fuego será manifestada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego hará la prueba. Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. Si la obra de alguno fuere quemada, será perdida: él empero será salvo, mas así como por fuego (1 Corintios 3: 11-15). Tal parece que Wesley ignoraba voluntariamente todos los textos que derrumbaban su doctrina del perfeccionismo, mejor conocida como el método para ser perfectos bajo el apelativo de metodismo. Un torcedor de la Escritura parece más un discípulo de Satanás que de Cristo, y por supuesto no puede jamás ser comparado con Juan el Bautista, como mal sugirió Spurgeon.

En otra oportunidad Wesley llegó a sostener, como se desprende de sus obras antes señaladas, que Dios respeta la calidad del corazón, en vez de la claridad de la cabeza; y que si el corazón de un hombre está lleno (por la gracia de Dios, y el poder de su espíritu) con el amor humilde y apacible y paciente de Dios y hombre, Dios no lo lanzará al fuego eterno, preparado para el diablo y sus ángeles, porque sus ideas no estén claras, o porque sus conceptos están confundidos. Pero la Biblia dice lo contrario: Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento (Isaías 64:6). Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino: mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros (Isaías 53:6). ¿No dice de nosotros? ¿A quiénes se refiere el profeta que también dijo que si el Señor no nos hubiera dejado remanente, seríamos semejantes a Sodoma o a Gomorra? Por cierto, Cristo no cargó con el pecado de toda la humanidad, sino que hay un nosotros en el texto, así como un muchos cuando Isaías también dijo que salvará mi siervo a muchos.  Pero aparte del segmento salvado, la humanidad entera aparece ante Dios como nada, o como menos que nada, no como sugiere Wesley, quien supone que existe algo bueno en el corazón del hombre al margen del conocimiento revelado en su cabeza. Para recordar, nada más, lo que dice la Biblia: He aquí que vosotros sois de nada, y vuestras obras de vanidad; abominación el que os escogió. Del norte desperté uno, y vendrá; del nacimiento del sol llamará en mi nombre: y hollará príncipes como lodo, y como pisa el barro el alfarero. ¿Quién lo anunció desde el principio, para que sepamos; o de tiempo atrás, y diremos: Es justo? Cierto, no hay quien anuncie, sí, no hay quien enseñe, ciertamente no hay quien oiga vuestras palabras. Yo soy el primero que he enseñado estas cosas a Sión, y a Jerusalén daré un portador de alegres nuevas. Miré, y no había ninguno; y pregunté de estas cosas, y ningún consejero hubo: les pregunté, y no respondieron palabra. He aquí, todos iniquidad, y las obras de ellos nada: viento y vanidad son sus vaciadizos (Isaías 41: 24-29).

En cuanto a las religiones diversas y bien ajenas al evangelio, el señor Wesley continúa en su apoyo. No creo que ningún ser viviente tenga el derecho de sentenciar a todo pagano y mahometano a la condenación. Es mejor dejar eso en manos de Aquél que los hizo, quien es el Padre de todos los espíritus y de toda carne, quien es también el Dios de los paganos tanto como de los cristianos, y quien no odia ni aborrece nada de lo que ha hecho.  Pero el Dios de la Biblia dice lo contrario: a Jacob amé mas a Esaú aborrecí. De manera que el Dios que hizo a Esaú lo aborrece o lo odia (Romanos 9), muy a pesar de las palabras del príncipe de los arminianos, como declaró Spurgeon. Jehová prueba al justo; Empero al malo y al que ama la violencia, su alma aborrece (Salmo 11:5).  He aquí que su bien no está en manos de ellos; el consejo de los impíos lejos esté de mí (Job 21:16). Dios es juez justo, y Dios está airado contra el impío todos los días (Salmo 7: 11).

También Wesley creyó que la virgen María siguió siendo virgen después del parto. En Una carta para un Católico Romano afirmó: pienso que usted se merece la estima más tierna que puedo mostrar... Sea esto porque el hijo de Dios nos ha comprado a usted y a mí con su propia sangre. Cuánto más si usted es una persona temerosa de Dios (cuando sin duda muchos de ustedes lo son) ... Creo que él fue... nacido de la bendita Virgen María, quien, también después como antes de traerlo fuera, continuó siendo una virgen pura e inmaculada. También afirmó que Pelagio no fue un hereje, sino un hombre sometido a vilipendio religioso, un acusado sin razón. De igual forma aseguró que Montano el hereje no fue tal, sino que era un hombre santo. Aseguró que somos regenerados y nacidos de nuevo por el agua del bautismo, basado en los versos de Efesios 5: 25-26 que dice que Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra. Interpreta a partir de este texto que ese lavamiento del agua es el bautismo que santifica. El verso mismo explica el contenido del lavamiento del agua, el cual es por la palabra, no por el bautismo. Jesucristo dijo que él es la fuente del agua vida, que quien de él bebe no tendrá sed jamás. Asimismo un salmo dice que el ciervo brama por las corrientes de las aguas, como el alma del salmista. Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, en tierra seca y árida donde no hay aguas (Salmo 63: 1).  Jeremías 2:13: Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen aguaJeremías 17:13: ¡Oh Jehová, esperanza de Israel! todos los que te dejan serán avergonzados; y los que se apartan de mí serán escritos en el polvo, porque dejaron a Jehová, manantial de aguas vivas.

Si tenemos la mente de Cristo (1 Corintios 2: 15-16) podemos juzgar todas las cosas.  Entendemos que se puede tener celo de Dios, pero no conforme a ciencia (Romanos 10: 2), pues hay los que siempre están aprendiendo, pero que nunca llegan al conocimiento de la verdad (2 Timoteo 3: 7). Cristo incluso habló del gran trabajo de los fariseos, quienes recorrían mar y tierra para hacer un prosélito que lo convertían en doblemente hijo del infierno con sus torcidas enseñanzas (Mateo 23: 15).

Véase:

1) Christopher Adams, (From Outside the Camp Vol. 3, No. 3) Naked and Unashamed: John Wesley Exposes Himself  http://www.outsidethecamp.org/wesley.htm

2)  Rev. Angus Stewart (Slightly modified from an article first published in the British Reformed Journal)   http://www.cprf.co.uk/articles/johnwesley.htm

3)  John Wesley, A Biography. Author: Stephen Tomkins. Oxford: Lion Publishing, 2003 Paperback, 208 pp. ISBN 0 7459 5078 7 

César Paredes

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