El arrepentimiento es la pena y lamento que experimenta una persona como consecuencia de haber infringido un da?o, producto de su conducta. Esta aflicci?n que siente la persona por su conducta pasada es tambi?n una exposici?n de s? mismo ante el castigo. Tal vez el lamento se debe al miedo por el castigo que le vendr?, pero en este caso no tiene nada que ver con un cambio de vida. Pero el arrepentimiento que obra para bien es la contrici?n por el pecado, el dolor por haber ofendido el honor de Dios, la violaci?n de su ley y el haber sido ingrato ante su infinita benevolencia.
Esta es la forma de arrepentimiento de la cual habla la Biblia, la metanoia o cambio de mentalidad. Ahora me gozo, no porque hay?is sido contristados, sino porque fuisteis contristados para arrepentimiento; porque hab?is sido contristados seg?n Dios, para que ninguna p?rdida padecieseis por nuestra parte. Porque la tristeza que es seg?n Dios produce arrepentimiento para salvaci?n, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte (2 Corintios 7: 9-10).
Se escribi? un d?a algo muy importante que nos sirve en este momento: As? como no existe pecado tan peque?o que no merezca condena, de igual manera no existe pecado suficientemente grave que pueda condenar a aquellos cuyo arrepentimiento es verdadero (Confesi?n de Fe de Westminster, cap?tulo XV, secciones II, III, IV).
Le correspondi? a Juan el bautista predicar en el desierto de Judea, donde dec?a:? Arrepent?os, porque el reino de los cielos se ha acercado. Y fue Jes?s quien comenz? su pr?dica con las mismas palabras de su predecesor: Desde entonces comenz? Jes?s a predicar, y a decir: Arrepent?os, porque el reino de los cielos se ha acercado (Mateo 3:2, ?y Mateo 4: 17). Los ap?stoles tambi?n predicaron que el arrepentimiento es una condici?n necesaria para la salvaci?n. Esto lo observamos particularmente en las pr?dicas apost?licas del libro de Hechos. Pablo predic?: Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan (Hechos 17: 30).
Jes?s despu?s de su resurrecci?n les abri? el entendimiento a sus disc?pulos, para que comprendiesen las Escrituras; luego les dijo que hab?a sido necesario que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perd?n de pecados en todas las naciones (Lucas 24).
ATRICION VS CONTRICION
La atrici?n es el pesar de haber ofendido a Dios, no tanto por el amor que se le tiene como por temor a las consecuencias de la ofensa cometida. La contrici?n es el dolor y pesar de haber pecado ofendiendo a Dios. La atrici?n es por lo tanto una forma falsa y superficial de arrepentimiento, que podr?a ser considerado como egoc?ntrico porque gira en torno a la persona que se arrepiente y no en torno a quien se ofende. El temor al castigo, a perder una bendici?n especial, pudiera ser la motivaci?n escondida en la atrici?n. Por supuesto, eso no es lo que Jes?s predic?, ni tampoco lo hicieron sus ap?stoles ni lo ha anunciado la Biblia. Pero ciertamente alguien pudiera alegar a su favor el hecho de que al menos hay un reconocimiento del mal hecho, pero las Escrituras no rinden ning?n honor a esta manera de arrepentirse.
Pongamos por ejemplo el caso de Judas, el cual se arrepinti? de la traici?n cometida contra Jesucristo. Hizo ciertas obras de arrepentimiento, como devolver las 30 piezas de plata recibidas por su traici?n, manifest? con sus palabras que hab?a pecado entregando sangre inocente. Visto por encima parecer?a que hizo lo que muchas veces nosotros hacemos, pero la Biblia agrega que esto lo hizo viendo que era condenado (Mateo 27: 3). La consecuencia inmediata fue que no obtuvo el perd?n, sino que fue y se ahorc? en su desesperaci?n.
Hay un caso de atrici?n seguido de contrici?n, en el cual valoramos la actitud de Dios para ambos. Est? descrito en el libro de los Jueces cap?tulo 10.? Los israelitas peleaban contra los amonitas, pero los hijos de Israel hab?an hecho lo malo ante los ojos de Jehov?, sirviendo a los baales y a Astarot y a muchos otros dioses.? Por todo ello la ira de Dios se encendi? contra Israel y los entreg? en mano de sus enemigos, hasta quebrantarlos por dieciocho a?os. Pasado el tiempo se volvieron al Se?or, diciendo: Nosotros hemos pecado contra ti; porque hemos dejado a nuestro Dios, y servido a los baales (Jueces 10: 10). Eso no fue sino una brev?sima descripci?n de lo que hab?an hecho, pero no hubo all? contrici?n por la ofensa contra el Dios verdadero.? La respuesta de Jehov? fue muy dura: Andad y clamad a los dioses que os hab?is elegido; que os libren ellos en el tiempo de vuestra aflicci?n (Jueces 10: 14). Inmediatamente los hijos de Israel clamaron diciendo que se hiciese con ellos como Jehov? quisiese. Pero a?adieron algo m?s a su arrepentimiento, una contrici?n que presupon?a la correcci?n de su mal y el deseo de no querer ofender m?s a su Dios, pues ?quitaron de entre s? los dioses ajenos, y sirvieron a Jehov?; y ?l (Jehov?) fue angustiado a causa de la aflicci?n de Israel (Jueces 10: 16).
Otro caso de atrici?n es el c?lebre relato encontrado en el libro de Samuel, acerca de la triste conducta de Sa?l. Por su impaciencia en no haber esperado la venida de Samuel para recibir las instrucciones que Dios le tendr?a en el caso espec?fico, se apur? en hacer el sacrificio a Jehov?. Tampoco brind? el debido respeto al profeta, pues supuso que habr?a faltado a su palabra y no hab?a querido venir, por lo tanto se apur?. A partir de all? fue quitado del reino, en el sentido de que no le fue entregado a sus hijos por sucesi?n, sino que Dios preparaba a David para que asumiera su gobierno. Y m?s adelante, en otro contexto de guerra, Sa?l ten?a la orden de Jehov? de aniquilar a Amalec, pero lo perdon? porque era rey, y perdon? lo mejor de su ganado, asunto que ten?a prohibido. Samuel lleg? y le pregunt? por esos balidos y mugidos de los animales. De inmediato Sa?l comienz? a dar explicaciones con falsas aseveraciones, diciendo que fue el pueblo y no ?l quien perdon? al ganado para hacerle sacrificio a Jehov?. Samuel manifest? el enojo de Dios y reprendi? duramente a Sa?l, de manera que ?ste se arrepinti?, pero no fue perdonado. Su arrepentimiento est? de nuevo basado en una atrici?n, pues no quer?a ser avergonzado delante del pueblo. Y ?l dijo: Yo he pecado; pero te ruego que me honres delante de los ancianos de mi pueblo y delante de Israel, y vuelvas conmigo para que adore a Jehov? tu Dios...?(1 Samuel 15: 30).
De igual forma actu? Esa?, una vez que vendi? la primogenitura por un plato de lentejas. ... que por una sola comida vendi? su progenitura. Porque ya sab?is que aun despu?s, deseando heredar la bendici?n, fue desechado, y no hubo oportunidad para el arrepentimiento, aunque la procur? con l?grimas (Hebreos 12: 17). Esa? no lament? haber menospreciado a Jehov? al cambiar por comida el derecho de la primogenitura, sino que lament? la p?rdida de la bendici?n.
Ahora bien, un ejemplo claro de contrici?n nos lo muestra la Biblia con David. El relato recogido en el libro de Samuel nos describe su gran pecado encubierto, el asesinato de un militar y el adulterio con la esposa de su v?ctima. Nat?n fue el profeta encargado de confrontar al rey, y una vez que David entendi? que Jehov? le reclamaba su actuaci?n no dio rodeos como Sa?l diciendo que la culpa hab?a sido de otro, simplemente se ech? en tierra y exclam?: Entonces dijo David a Nat?n: Pequ? contra Jehov?. Y Nat?n dijo a David: Tambi?n Jehov? ha remitido tu pecado; no morir?s (2 Samuel 12: 13). El salmo 51 y el 32 nos atestiguan de la contrici?n de David y de la dicha del perd?n obtenido.
El hijo pr?digo tambi?n sufri? contrici?n por su alejamiento del Padre. Quiso volver a su hogar donde pertenec?a, aunque en forma humillada, como uno de los jornaleros. No quiso volver a buscar su antigua gloria, no fue presumido, simplemente evidenci? el contraste de su antigua vida junto al Padre y su inmundicia con los cerdos. En ese contraste obr? para su bien la contrici?n que le condujo en el camino de regreso a casa. No obstante su humildad, el Padre quiso restaurarle a su estado anterior.? En este relato vemos en la pr?ctica lo que despu?s escribiera el ap?stol hermano del Se?or: Humillaos delante del Se?or, y ?l os exaltar? (Santiago 4: 8).
El arrepentimiento es anunciado como indispensable para la relaci?n con Dios. Pablo dijo que hab?a anunciado por toda la tierra de Judea, por Damasco y Jerusal?n, y a los gentiles, que se arrepintiesen y se convirtiesen a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento (Hechos 26: 20). ?Y qu? son estas obras dignas de arrepentimiento? ?Son acaso penitencias que torturen el alma o el cuerpo? El mismo ap?stol lo aclara en su carta a los Efesios: El que hurtaba, no hurte m?s, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qu? compartir con el que tiene necesidad ?(Efesios 4:28).
El arrepentimiento verdadero no es creado o hecho por el hombre. Es el fruto de la regeneraci?n, no la causa de esto. Es el resultado de la obra del Esp?ritu Santo en la vida individual de un pecador. Jesucristo habla del ministerio del Esp?ritu Santo de esta manera en Juan 16, a partir del vers?culo 7: Pero yo os digo la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me fuese, el Consolador no vendr?a a vosotros; mas si me fuere, os lo enviar?. Y cuando ?l venga, convencer? al mundo de pecado... En otras palabras, ning?n pecador puede producir arrepentimiento. Esta pena aut?ntica y de acuerdo a Dios es la obra del Esp?ritu Santo en nuestras vidas. De igual manera ocurre con el fruto de la regeneraci?n. En el relato de Jes?s sobre el fariseo y el publicano que fueron a orar se muestra claramente que el primero hace simple atrici?n, mientras el segundo hace contrici?n. Uno es movido por su propia voluntad y el deseo de la bendici?n de las obras, el otro es movido por el Esp?ritu de Dios para agradarle. Este ?ltimo solamente pide misericordia en la propiciaci?n de Dios, la cual es Jesucristo. El otro simplemente agradec?a no ser semejante a los otros imp?os, daba gracias porque era un buen religioso cumpliendo los mandatos formales de la norma. Jesucristo dijo que solamente el hombre p?blico que ped?a misericordia conforme a la propiciaci?n de Dios regres? perdonado a casa, pues el que se enaltece ser? humillado, pero el que se humilla ser? ensalzado (Lucas 18: 9-14).
C?sar Paredes
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