Domingo, 24 de abril de 2011

Cuando buscamos el sistema de una tesis estamos apuntando a la m?dula de su estructura. Los elementos se construyen y configuran una armaz?n que no ser?a m?s que el conjunto de partes ligados entre s?, a no ser por su funci?n, por el ramaz?n sist?mico que se produce. De all? el c?lebre adagio del estructuralismo: el todo es m?s grande que la suma de sus partes. La inmensa cantidad de componentes de un autom?vil no tendr?an la misma relevancia que manifiestan cuando armados unos con otros constituyen el carro que funciona. He all? la importancia del sistema sobre la estructura y sus partes.

De igual forma, dentro de la teolog?a cristiana, la sumatoria de versos de la Biblia no hablan de la misma manera que toda ella en su conjunto. En el campo de lo escrito podemos comprender f?cilmente que un texto fuera del contexto no es sino un pretexto. Un libro es m?s que palabras yuxtapuestas, que cap?tulos sucesivos, que p?ginas numeradas. La Biblia es conocida como la palabra de Dios, por lo tanto es de suma importancia comprender su funci?n, su estructura y el sistema en el cual se inserta.

Usted puede a atreverse a hacer teolog?a a partir de un texto aislado, pero eso correr?a el riesgo de conseguirse con otro pedazo del libro que contradiga aquel solitario verso. De manera que en ocasiones nos encontramos con vers?culos que interpretamos fuera del contexto en que fueron dichos, los readaptamos a la conveniencia de otro sistema interpretativo y construimos teolog?a. Pero esta manera de abordar el libro santo no es muy feliz, por cuanto nos conduce la m?s de las veces a contradicciones y a suponer una revelaci?n alejada de su verdadero sistema.

Resulta de importancia capital el comprender la manera en que mejor debemos entender la Escritura inspirada por Dios.? Ella misma nos da la luz necesaria para su interpretaci?n, cuando nos exhorta a ir siempre a la Ley y al Testimonio (Pedro), cuando leemos que las cosas espirituales han de interpretarse espiritualmente, o cuando se nos aclara que Dios no es hombre para que mienta.? Con estos anuncios hemos de entender que no puede existir contradicci?n alguna en la Biblia, entre sus elementos estructurales y sist?micos, a no ser que los queramos yuxtaponer fuera del contexto en que fueron expuestos.

La Biblia tiene como autor a Dios, aunque la hayan escrito manos humanas. Asumimos que es palabra inspirada y que Dios no se contradice. Jesucristo nos recomend? a escudri?ar las Escrituras, porque en ellas nos parec?a que estaba la palabra de Dios para la salvaci?n de nosotros. Estas asunciones dichas nos lleva buscar con inter?s y con esfuerzo a descifrar su contenido revelado. El hecho mismo de que es material escrito presupone la necesidad que tenemos de saber leer al abordar su estudio. Algunos no saben leer - o son analfabetos - pero buscan a otros que lean el texto, y en esta era tecnol?gica hay muchos que se apoyan en el material digital grabado, el cual pueden escuchar en cualquier momento. El punto es que de cualquier manera tenemos que acercarnos al texto, sea leyendo o sea escuchando. Lo que s? sabemos es que ese contenido no entra por ?smosis, sino que tiene que ser proferido de alguna forma f?sica, pues Dios nos meti? en este mundo cargado de espacio y tiempo, lo cual implica que no podemos violentar esas leyes f?sicas a las que estamos sometidos.

Dentro de la unidad tem?tica de la soberan?a de Dios, tenemos que asumir que la soberan?a no se puede compartir. O Dios est? absolutamente en control de su creaci?n, o son sus criaturas las que han ideado ese Dios. Esto ?ltimo es lo que creen muchos incr?dulos, que Dios es nuestra invenci?n, hecha a imagen y semejanza nuestra. Pero la Biblia dice lo contrario, que ?l es el Creador, el Alfarero y que hace con nosotros como el que trabaja la arcilla con sus manos y configura algunos vasos destinados para honra y otros para deshonra. Jam?s se sugiere que nosotros seamos seres libres, sino sujetos a responsabilidad. Nos ense?a tambi?n que Dios no cambia, ni tiene sombra de variaci?n, que es el mismo ayer, hoy y por los siglos. Nos anuncia que desde los siglos ha pensado todo, ha anunciado con anticipaci?n todo lo que hab?a ideado y que habr? de acontecer. Tambi?n nos afirma que no hay Dios fuera de ?l, y que de su mano no hay quien libre.

Para con los que ama es el Padre eterno, el que tiene amor permanente y misericordia constante. ??Para con el imp?o est? enojado todos los d?as. La Biblia nos declara que Dios ha hecho todo lo que ha querido, de manera que nadie puede resistir su voluntad.? Ese es el mensaje de un Dios todopoderoso, que ha hecho al malo para el d?a malo, que crea la luz y las tinieblas, y del cual un profeta exclama: ?Habr? acontecido algo malo en la ciudad, el cual Jehov? no haya hecho?? Ese Dios es odiado por muchos, ignorado por otros, pero anunciado por sus escritores.

Mas no todo es negativo, por cuanto el mismo libro proclama: Am?state ahora con ?l, y por eso te vendr? paz y te har? bien. En otro momento anuncia: Acercaos a Dios y ?l se acercar? a vosotros, y tambi?n buscad a Dios mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que est? cercano. Y no en vano se nos recuerda que si oyereis hoy su voz, no endurezc?is vuestros corazones.

El evangelio es anunciado en muchas formas y en diversas ocasiones, pero no todos los que lo oyen reciben con agrado su mensaje. En algunos produce fruto, y por eso son llamados a sufrir el rechazo del mundo, caracterizado casi siempre desde el primer momento por una burla t?pica, una iron?a continua y un dejo de aborrecimiento. Se nos considera poco inteligentes o poco intelectuales. En ocasiones se hace un marcaje social, pues somos vistos como segundones, ya que a lo necio del mundo, a lo que no es, escogi? Dios, para deshacer a lo que es. No hay muchos nobles entre nosotros, no somos de atractivo para ser deseados. Por el contrario, somos contados como ovejas para el matadero.

En el elegido, todas estas circunstancias producen un eterno peso de gloria. El que Dios haya tenido misericordia para con unos y no para con todos es asunto de su gobierno. En la boca de la l?gica natural humana sale a flor de labio una interrogante que tiene siglos: ?por qu?, pues, inculpa? Pues ?qui?n ha resistido a su voluntad? Pero en el coraz?n del creyente mora la respuesta b?blica que reprende esa manera de pensar: ?Y qui?n eres t? para que alterques con Dios? ?Oh profundidad de las riquezas de la sabidur?a y de la ciencia de Dios! !Cu?n insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! Porque ?qui?n entendi? la mente del Se?or? ?O qui?n fue su consejero? ?O qui?n le dio a ?l primero, para que le fuese recompensado? ?Porque de ?l, y por ?l, y para ?l, son todas las cosas (Romanos 11: 33-35).

C?sar Paredes

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