S?bado, 05 de marzo de 2011

Tal parece que la humanidad no tiene un t?rmino medio, sino que milita en extremos. La Biblia sostiene que el hombre es un esclavo permanente, muy a pesar de quienes pretenden imaginar la existencia del libre albedr?o.? En la carta a los romanos, Pablo les escribe diciendo que da gracias a Dios porque a pesar de que ellos hab?an sido esclavos del pecado, ahora hab?an obedecido de coraz?n la doctrina a la cual tambi?n hab?an sido entregados, y libertados del pecado han venido a ser siervos de la justicia. En este texto (Romanos 6: 17 al 18) el ap?stol subraya el tema de la esclavitud perenne, por un lado hacia el pecado y por el otro, una vez liberados, hacia la servidumbre a Cristo.

Es una afirmaci?n err?nea el decir que se necesita libertad para poder ser responsable.? La figura que Dios usa a trav?s de sus profetas y escritores da evidencia de una situaci?n totalmente opuesta.? El habla de un Alfarero frente a sus objetos que ha forjado con sus manos a partir de una masa com?n, el barro (Romanos 9). El se declara a S? mismo soberano absoluto, sin igual y sin competencia.? Aquellos que suponen la existencia de un contrincante que se opone a Dios y le resiste, imaginan como cierto el manique?smo dualista de una lucha eterna entre dos principios opuestos e indestructibles: el bien y el mal. De esta forma, el dualismo intenta explicar la presencia del mal en el mundo sin hacer responsable al hombre, simplemente acusa a una fuerza externa que le compele y le domina.

Pero la Biblia nos ense?a que Dios es el que en nosotros produce as? el querer como el hacer, por su buena voluntad (Filipenses 2: 13). Agrega que ?Qui?n ser? aquel que diga que sucedi? algo que el Se?or no mand?? ?De la boca del Alt?simo no sale lo malo y lo bueno? (Lamentaciones 3: 37 al 38). De manera que la Biblia sepulta el manique?smo y el dualismo que los hombres han generado como interpretaciones filos?fico teol?gicas de lo que acontece en este planeta y en el Cosmos. Por supuesto, es una visi?n muy diferente la que muestran las Escrituras, y eso conviene a sus seguidores, pues moldea el car?cter al educarnos sobre la presencia de un Ser Supremo que tiene control absoluto de todo cuanto acontece en el universo, y que se proclama a S? mismo como el autor de todas las cosas. Dios anuncia lo por venir desde el principio, y desde la antig?edad lo que a?n no era hecho; ?dice: Mi consejo permanecer?, y har? todo lo que quiero (Isa?as 46: 10).

El ha creado todas las cosas y por su voluntad existen (Apocalipsis 4: 11), y en cuanto a los hombres malos con su maldad asume lo siguiente: Todas las cosas ha hecho Jehov? para s? mismo, y aun al imp?o para el d?a malo (Proverbios 16: 4); formo la luz y creo las tinieblas, hago la paz y creo la adversidad. Yo Jehov? soy el que hago todo esto (Isa?as 45: 7).

A partir de estas declaraciones se pone en evidencia un Dios que no necesita defensores, ni da excusas dualistas para asumir su autor?a en cuanto evento se pone de manifiesto en el planeta, o en el resto del universo. Son sus malos int?rpretes los que distorsionan los hechos mostrados en sus declaraciones, los cuales tambi?n han sido destinados para que tal hagan.????????? ?Se tocar? la trompeta en la ciudad, y no se alborotar? el pueblo? ?Habr? alg?n mal en la ciudad, el cual Jehov? no haya hecho? (Am?s 3: 6).

De igual forma, el leopardo no puede mudar sus manchas ni el et?ope cambiar su piel.? Un ?rbol malo no da frutos buenos ni el ?rbol bueno puede dar frutos malos. La oveja nunca es cabra ni el trigo es ciza?a, y el lobo aunque se disfrace seguir? aullando cuando intente balar.? Porque en ?l vivimos, y nos movemos, y somos; como algunos de vuestros propios poetas tambi?n han dicho: Porque linaje suyo somos (Hechos 17: 28); esto fue parte del mensaje de Pablo en Atenas, cuando estaba indignado al ver la ciudad sumergida en la idolatr?a.? All? intent? explicar que si somos linaje de Dios, entonces ?l no puede ser semejanza de oro, plata o piedra, escultura de arte o imaginaci?n de hombres. Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan (verso 30). Pero este mandato no presupone libertad, simplemente responsabilidad. Al ser esclavos del pecado, los designios de la naturaleza humana - que la Biblia llama carne, sark?s en el griego - son enemistad contra Dios, pues no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden (Romanos 8: 7).? Entonces uno se pregunta en forma l?gica: ?Por qu?, pues, inculpa? Pues ?qui?n ha resistido a su voluntad?

Por un lado Dios ordena arrepentimiento, pero por otro lado nos recuerda que somos esclavos del pecado, que nuestra enemistad con ?l nos incapacita para arrepentirnos. Nos dice abiertamente que ?l ha creado unos vasos para deshonra - de la misma masa con la cual ha creado los vasos para honra.? Nos asegura que am? a Jacob, pero que aborreci? a Esa?.? Nos reitera que endurece a quien quiere endurecer, y que tiene misericordia para con quien quiera tener misericordia. A la pregunta l?gica de porqu? inculpa, responde que nosotros no somos nada para discutir con el Hacedor. Somos como el barro en manos del Alfarero, y la olla de barro no puede altercar con quien la ha formado, preguntando, ?por qu? me has hecho as?? ?Acaso no tiene el Alfarero potestad sobre el barro? (Romanos 9). Esas son sus respuestas a nuestras inquisiciones, por lo cual a Pablo se le dio la m?xima contestaci?n que podemos obtener en esta diatriba contra el Creador: quiso Dios salvar al mundo por medio de la locura de la predicaci?n. Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios. Pues est? escrito: destruir? la sabidur?a de los sabios, y desechar? el entendimiento de los entendidos. ?D?nde est? el sabio? ?D?nde est? el escriba? ?D?nde est? el disputador de este siglo? ?No ha enloquecido Dios la sabidur?a del mundo? Pues ya que en la sabidur?a de Dios, el mundo no conoci? a Dios mediante la sabidur?a, agrad? a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicaci?n (Primera de Corintios 1: 18 al 21).

En este plano de entendimiento, cuando comprendemos que estamos en las manos de un Dios absolutamente soberano, uno agradece que los p?jaros no caigan a tierra sin la voluntad del Padre (Mateo 10: 29). Tambi?n respira en alivio cuando entiende las palabras de Juan, Mirad cual amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios (Primera de Juan 3: 1). Concluyo con el texto de Romanos relativo a la servidumbre: ?No sab?is que si os somet?is a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedec?is, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia? (Romanos 6: 16).

Hay gente que promete libertad, pero ellos mismos son esclavos de la corrupci?n, pues el que es vencido por alguno es hecho esclavo del que lo venci? (Segunda de Pedro 2: 19). Y si Dios rompe nuestras prisiones y nos libera de la cautividad del pr?ncipe de este mundo, entonces pasamos a ser sus siervos (Salmo 116: 16), aunque tambi?n nos llame amigos (Juan 15: 15). No existe estado intermedio entre las dos esclavitudes, o servimos a Dios o continuamos en la servidumbre del pecado. Y pecar es errar el blanco, desviarse del camino, ir por una senda equivocada. Aunque ciertos senderos parecen derechos, su fin puede ser de perdici?n.

C?sar Paredes

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Tags: SOBERANIA DE DIOS

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