Jueves, 27 de enero de 2011

Existe una gran diversidad de herej?as, unas m?s evidentes que otras, pero el hecho de que una de ellas sea m?s destacada no hace a la m?s simple menos da?osa. Las enfermedades del esp?ritu tienen todas una sola cura, el Esp?ritu de Dios. Cualquier intento por sanar que deje fuera la actividad de la gracia del Creador conduce a la muerte, y poco importa lo irrelevante de la dolencia en el alma.

Comparativamente, Pelagio es un hereje m?s fuerte que Arminio. Aqu?l negaba la existencia del pecado original, de la ca?da humana en la representaci?n que nos hiciera Ad?n. Arminio crey? en la contaminaci?n general del esp?ritu humano, al punto en que asumi? que necesitamos de la gracia de Dios para el rescate de nuestra alma. En apariencia este ?ltimo se nos muestra m?s noble que el otro, quiz?s m?s corregido que aqu?l.? Pero secretamente, Arminio guarda en su bolsillo la navaja punzante con el veneno en la punta, y asesina tantas almas como su predecesor Pelagio.

Si Arminio cree en la ca?da humana en el Ed?n, no pretende que el hombre est? totalmente incapacitado para su propia recuperaci?n espiritual. Arminio otorga a la raza humana la virtud de ser part?cipe en el proceso salv?fico, haci?ndola colaboradora de Dios. En otros t?rminos, da pie al adagio popular ay?date que yo te ayudar?. Esta creencia le devuelve al individuo un amplio sentido de responsabilidad sustentado en la capacidad de su voluntad, exalt?ndole el orgullo de la coparticipaci?n con Dios. De un ser pasivo, incapacitado y muerto, el hombre pasa a ser ahora activo, capaz y sobreviviente de la ca?da del G?nesis con Ad?n.

Los Jesuitas fueron formados en un cuerpo regular, hacia mediados del siglo diecis?is. Hacia el fin del mismo siglo Arminio comenz? a infestar las iglesias Protestantes. Las doctrinas asociadas con la predestinaci?n estaban prohibidas, no solo de ser predicadas, sino de ser impresas; y el sentido Arminiano de los Art?culos fue estimulado y propagado. Ahora la doctrina de la Sola Gratia es vista como traici?n o herej?a, pues el sart?n lo creen tener por el mango y han volteado el cocido. (Mateo 24:4-5).? Nuestro llamado es a seguir al verdadero Cristo, al verdadero evangelio, de lo contrario incurrir?amos en la maldici?n o el anatema.

Nosotros conocemos el Cristo del catolicismo romano. Ellos profesan que ?l es verdadero Dios. El sufri? y muri? por el perd?n de los pecados. El resucit?, y ascendi? a los cielos y viene otra vez. Pero el no es un salvador completo. El Cristo de los cat?lico romanos no puede salvar a los pecadores sin las buenas obras de ellos y la intercesi?n de los sacerdotes. El no es el Cristo de la Biblia. Nosotros no somos enga?ados por este Cristo, El es un Cristo falso (Augustus Toplady -1740-1778-? El Arminianismo: El Camino a Roma).

Seg?n la Biblia, a mucha gente no se le anuncia el evangelio, a muchos se les llama, pero pocos son los escogidos. De all? que en Mateo 24:24 se nos aclara que se intentar?a enga?ar -si fuere posible- a los escogidos. Sabemos que no es posible, pero la realidad es que nos reunimos en congregaciones mixtas, repletas de llamados -no necesariamente de escogidos. Es all? donde el arminianismo crece y se propaga como la ciza?a junto al trigo. Eso genera molestia porque nos gustar?a aceptarlos como tal, ya que comparativamente con el resto del mundo que est? totalmente fuera de la iglesia ?stos se ven m?s nobles y m?s parecidos a las ovejas. Es la misma similitud entre las dos herej?as mostradas al inicio: la de Pelagio y la de Arminio. Una se ve m?s peligrosa que la otra, pero ambas son mortales.

?D?nde se tuercen las Escrituras en la cultura arminiana? ?D?nde est? la diferencia que convierte en herej?a la tesis de Arminio y sus seguidores? ?Es all? donde se construye otro evangelio diferente al ense?ado por los ap?stoles, por lo cual est?n bajo el anatema prescrito por Pablo en su autoridad apost?lica.? He aqu? algunos textos de la Biblia que exponen lo que intentamos descifrar: Mucho m?s amoroso, el otro Dios (otro dios) ama individualmente a todas las personas en el mundo entero, deseando su salvaci?n. Esa benevolencia sin igual lo presenta atractivo para la humanidad en general, negando la historia de la redenci?n que ha sido eficaz y parcial. El Dios de la Biblia pretende y alcanza la salvaci?n de los que han sido escogidos antes de la fundaci?n del mundo, sin miramientos a sus obras. ?No lo ilustra as? Romanos 9, cuando afirma que Dios am? a Jacob y odi? (o rechaz?) a Esa? antes de que hicieran bien o mal, para que el prop?sito (de la salvaci?n) se mantuviera por el que llama y no por las obras? (Romanos 9:10-13).? Los insensatos no estar?n delante de tus ojos; aborreces a todos los que hacen iniquidad (Salmos 5:5). Dios es juez justo, y Dios est? airado contra el imp?o todos los d?as (Salmos 7:11).? Jehov? prueba al justo; pero al malo y al que ama la violencia, su alma los aborrece (Salmos 11:5).? ?Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre;?y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo,?y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar (Mateo 11:27). ?Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son, y todo lo m?o es tuyo, y lo tuyo m?o; y he sido glorificado en ellos (Juan 17:9-10). Y el Se?or a?ad?a cada d?a a la iglesia los que hab?an de ser salvos (Hechos 2:47). ... y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna (Hechos 13:48). ...seg?n nos escogi? en ?l antes de la fundaci?n del mundo, para que fu?semos santos y sin mancha delante de ?l... (Efesios 1:4). ?Y qu?, si Dios, queriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder, soport? con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucci?n,?y para hacer notorias las riquezas de su gloria, las mostr? para con los vasos de misericordia que ?l prepar? de antemano para gloria...?? (Romanos 9: 21-23).

Podr?amos preguntarnos si un gran celo por la obra de Dios nos hace aceptables ante su presencia a pesar de nuestros errores doctrinales. A fin de cuentas, un Dios inmensamente sabio y amoroso es capaz de entender las vicisitudes de los mortales que le buscan y le alaban, reconociendo su magnificencia y nuestra insignificancia. El punto es que la palabra revelada es la ?nica fuente de verificaci?n que poseemos, y en ella encontramos que los jud?os ten?an celo de Dios, pero no conforme a ciencia (no conforme a conocimiento) (Romanos 10). Esto trae a nuestra memoria un principio jur?dico casi universal, el de que la ignorancia de la ley no nos excusa de su cumplimiento. ?A la ley? y al testimonio, dice Pedro. Sabemos que ese conocimiento no precede a nuestra regeneraci?n, sino que es dado en el paquete de la redenci?n. Todo aquel que es redimido (nacido de nuevo) conoce que su condici?n previa era la de un muerto en delitos y pecados, de uno que rechazaba en su coraz?n el fondo de la ley de Dios (pudo amar incluso la letra, pero ella mata), de uno que estaba en enemistad con su Creador, como consecuencia de la ca?da federal de Ad?n. El d?a que de ?l comi?reis morir?is, le dijo Dios a Ad?n, pero la serpiente sugiri? que Ad?n y Eva conseguir?an el conocimiento del bien y del mal, llegando a ser como dioses. De esa manera creaba un espantap?jaros argumentativo, una falacia circunstancial, pues obvi? la sentencia de muerte del Creador. Sabemos que Ad?n y Eva tuvieron muchos hijos despu?s de su ca?da, que al final de muchos a?os murieron f?sicamente. Pero lo que la Biblia nos aclara desde el mismo G?nesis con la actitud de Ca?n (el primer criminal humano, que era del maligno), con la muerte bajo el diluvio universal, y con los dict?menes de su palabra, es que el hombre muri? espiritualmente. De esta forma qued? incapacitado para la medicina, para el m?dico, para la curaci?n. A menos que el Esp?ritu de Dios opere el nuevo nacimiento (no por voluntad humana, sino de Dios), el hombre continuar? muerto en sus delitos y pecados. Nadie viene a m? si el Padre que me envi? no le trajere, dijo el Se?or. No ruego por el mundo, a?adi? en otro contexto. Creyeron los que estaban ordenados para vida eterna, seg?n la cita del libro de los Hechos. La bestia fue adorada por todos aquellos cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la vida desde la fundaci?n del mundo (Apocalipsis 13:8 y 17:8).

La falacia arminiana justifica la elecci?n en la cualidad humana. Esa es la ponzo?a peligrosa que se esparce en las iglesias reformadas de hoy d?a. No obstante, sabemos que a los elegidos no podr? enga?ar, pues no le ser? posible. Lo que s? consiguen es marchitar la alegr?a de poder anunciar la palabra abiertamente como ella misma se pronuncia. En los elegidos Dios produce tanto el querer como el hacer, por su buena voluntad (Filipenses 2:13), de manera que hemos sido llamados de las tinieblas a la luz, y nadie nos podr? separar del amor de Dios. Pero denunciamos la mentira arminiana como un gran enga?o contempor?neo propagado dentro de la iglesia reformada. El prop?sito de esta denuncia es que aquellos que son llamados y elegidos salgan de all?: salid de all?, pueblo m?o dice el Se?or en el libro del Apocalipsis. Ese es el prop?sito de esta exposici?n, nunca la de eliminar tal droga propagada desde Roma por la v?a de los jesuitas del siglo XVI, pues esas cosas tienen que venir para que se cumpla la Escritura en eso de la apostas?a y la ciza?a necesaria, de las cabras frente a las ovejas, as? como la sentencia de que muchos ser?n llamados, pero pocos los escogidos.

El veneno de Arminio est? en que introduce otro evangelio, con una expiaci?n diferente, no solamente mengua el car?cter absoluto de la soberan?a de Dios, sino que adem?s adapta las exigencias de la ley de Dios al debilitado poder del hombre (R. B. Kuiper, The Glorious Body of Christ, P. 43-44). El arminianismo argumenta que los decretos de la elecci?n y reprobaci?n son posteriores a nuestras buenas o malas obras, y en consecuencia provienen de ellas, como previstas por Dios desde toda la eternidad. En consecuencia el arminianismo ofrece salvaci?n a todos los pecadores, contrario a (Juan 5:21; 6:37-40; 10: 25-30; Fil. 2:13; Is 55:11); presupone el libre albedr?o en el pecador muerto en delitos y pecados, contrario a Hebreos 12:2; Fil 1:29; Romanos 9:16; Juan e:3; 6:44; 5:16); asegura que Cristo muri? en la cruz por todo el mundo haciendo posible la salvaci?n para cada persona (incluye al Fara?n de Egipto, a Esa?, a Judas, a Ca?n, a los hijos de perdici?n, a los hijos del diablo, a los destinados desde el principio para condenaci?n eterna), contrariando una vez m?s textos de la Escritura (Lucas 19:10; Juan 10:14-15,26; Hechos 20:28; Romanos 5:10; Efesios 5:25 Hebreos 9:12; 1 Pedro 3:18). Pero adem?s, el arminianismo cree y pregona que muchos de los que su falso cristo ha salvado se pierden, porque no contin?an en la fe. Poco importa que el Cristo de la Biblia da seguridad eterna, pues es un proyecto eterno, una elecci?n inmutable del Padre que no cambia; poco importa que en Romanos 8 leamos que nadie nos podr? separar del amor de Dios que es en Cristo Jes?s. ?Su tesis contrar?a a Juan 5:24; 10:26, 29; Romanos 8:29-30, 35-39; 1 Pedro 1:2-5; Judas 24-25.

En conclusi?n, estos Cristos son excluyentes. Son semejantes, pero no m?s que lo que presupone comparar a Lucifer con Jesucristo:? Lucifer es llamado ?ngel de luz, lucero de la ma?ana. Jesucristo es llamado estrella de la ma?ana. Lucifer era perfecto, Jesucristo tambi?n lo era ?s?lo que contin?a si?ndolo. Lucifer es pr?ncipe de este mundo, Jesucristo es Rey de reyes. Lucifer es un esp?ritu, Jesucristo tambi?n lo es, en la medida en que Dios es Esp?ritu. Lucifer busca que le adoren, Jesucristo dijo que el Padre tambi?n busca que le adoren (y Jesucristo y el Padre son uno solo). Jesucristo premia y castiga a los que son suyos, Lucifer hace algo parecido. Solamente que Jesucristo dijo en una ocasi?n, en que el diablo andaba por ah? acerc?ndosele, que ?l (Satan?s) nada ten?a en ?l, que Satan?s es padre de mentira, que ha sido asesino desde el principio.

Este ejercicio mental bastar?a para demostrar que las coincidencias no unen, pues basta una diferencia en la esencia para que se manifieste la divisi?n y separaci?n definitiva. Asimismo, la comparaci?n entre las doctrinas protestantes (ajustadas a la Biblia) y las doctrinas cat?lico-romanas (contrarias a la luz de las Escrituras) no basta para argumentar que es m?s lo que nos une que lo que nos separa, pues son excluyentes en su esencia. El Cristo del arminianismo es parte de otro evangelio, por lo tanto es anatema.

C?sar Paredes

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Publicado por elegidos @ 12:16
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