Martes, 26 de octubre de 2010

Kant dijo: La ley nunca debe acomodarse a la pol?tica, sino la pol?tica siempre debe acomodarse a la ley (On a Supposed Right to Lie from Altruistic Motives, in From Plato to Derrida, p.898). Kant crey? que, para ser veraz en cualquier declaraci?n, se debe seguir lo que ?l considera un sagrado y absoluto mandato decretado por la raz?n. En este sentido, el principio categ?rico nos exige decir la verdad bajo cualquier circunstancia, muy a pesar de que esa verdad pueda ser peligrosa. ?La f?rmula general ser?a: Usted deber?a hacer esto, o Usted no deber?a hacer esto. Sin embargo, decir una proposici?n ling??stica no es suficiente para determinar si nuestra conducta es hipot?tica o categ?rica. Necesitamos indagar en nuestra voluntad, para preguntar por el motivo de cada conducta asumida. ?Supongamos que yo decida no robar. Si mi decisi?n se fundamenta en que yo no quiero problemas con la justicia humana, mi imperativo ser?a hipot?tico. Pero si mi decisi?n de no robar se fundamenta en mi deber, en mi obligaci?n moral, esto ser?a un imperativo categ?rico.

Pero esta afirmaci?n Kantiana -en cuanto al deber de procurar siempre los imperativos categ?ricos- me genera un problema teleol?gico. Desde una perspectiva moral, cumplidas ciertas condiciones de exigencia, yo necesito evitar robar porque as? me lo exige mi imperativo categ?rico. Sin embargo, no puedo negar que cuando no robo estoy teniendo el placer de no robar, ya que eso satisface mi conciencia. Estoy teniendo ventaja de mi conducta, que es al mismo tiempo mi placer. Mi razonamiento ser?a el siguiente: Si robo, pierdo el placer de no robar, el placer de mi moral satisfecha. ?De esta manera, el no robar ser?a en m? un imperativo hipot?tico y no necesariamente categ?rico.

La clave de esto es nuestra voluntad.? Al preguntar a nuestra voluntad acerca del centro de nuestra motivaci?n, la respuesta ser? necesariamente parad?jica. De all? que podr?amos suponer que todo imperativo categ?rico es necesariamente hipot?tico, en el sentido de que nuestra voluntad siempre responder? que habr? alg?n placer, deseo o intenci?n de hacer algo que satisfaga completamente nuestras expectativas. En otras palabras, satisfago mi voluntad haciendo mi obligaci?n.

Para Kant, el fundamento de las buenas obras es el deber ser, no una simple inclinaci?n al deber. ?Necesitamos hacer las buenas acciones por el deber mismo. El rigor Kantiano implica el deber por el deber, muy a pesar de que ese deber pueda ir en contra de mi felicidad, o de las personas a quienes yo ame, y pese a la naturaleza universal del bien o mal que de ello derive.

Kant intenta cumplir con los est?ndares de lo que ?l considera correcto, sin importarle las consecuencias que surjan de dicho cumplimiento. ?Para ello presupone un ser ideal que act?a siempre mirando hacia el imperativo categ?rico, y que encontrar?a una voluntad pura, aunque esa pureza de la voluntad no garantice un mejoramiento en el mundo, en los t?rminos de que reduzca el sufrimiento o que agigante la justicia.

Hubo una reacci?n pol?mica a su planteamiento de este imperativo categ?rico, por un fil?sofo franc?s llamado Benjamin Constant. Este fil?sofo le plante? el siguiente acertijo: un hombre le da cobijo en su casa a un amigo, perseguido injustamente por una banda de criminales. Cuando esta banda llega a su casa y pregunta por su paradero, el hombre, movido y forzado por sus imperativos categ?ricos a no mentir, revela d?nde se esconde su amigo. A partir de este problema podemos ver que para Kant el deber del deber camina por un sendero muy diferente a la respuesta pragm?tica que pudiera darse a esa pregunta. El justo medio mostrado por los griegos antiguos, pregonado por Arist?teles como la recomendaci?n para responder argumentos como el ac? mostrado, es dejado de lado. ?Pero la civilizaci?n cristiana tiene su respuesta en las Escrituras. Muchos casos en la Biblia nos hablan de la soluci?n pragm?tica a este acertijo. ?En el libro de Exodo, cap?tulo 1, versos 15 al 21, se nos narra la historia del rey de Egipto -su Fara?n- que orden? a las parteras que asesinaran a los varones primog?nitos. ?Pero las parteras temieron a Jehov? y no hicieron lo que el rey de Egipto les hab?a ordenado, dejando a un ni?o vivo, en este caso a Mois?s. Las parteras le mintieron al Fara?n, dici?ndole que las mujeres hebreas eran muy fuertes y par?an antes de que ellas llegaran. La consecuencia fue que el Dios de la Biblia fue amable con las parteras, y las bendijo.

A partir de este texto, el imperativo categ?rico est? subordinado al imperativo hipot?tico. El Dios de la Biblia juzga este juego de una manera diferente a como lo hace Kant. Otro ejemplo b?blico es el caso presentado con Rahab la ramera. ?Ella escondi? a los esp?as de Israel, minti?ndole al rey de Jeric?, pero Dios a?adi? bendici?n a esa mujer. Esta historia se encuentra en el libro de Josu? 2:1-4. El autor de Hebreos nos cuenta que por fe, Rahab la ramera?no fue muerta con los que fueron desobedientes (Hebreos 11:31), y Santiago nos dice que ?no fue Rahab la ramera justificada? cuando recibi? a los mensajeros y los envi? por otro camino? (Santiago 2:25-26).?

?Qu? sucedi? con el rey David? El estuvo enga?ando, haci?ndose el tonto, el mudo, echando saliva por su boca, pretendiendo ser otra persona en procura de su propia protecci?n. ?Esta historia encontrada en el Primer libro de Samuel, cap?tulo 21, nos comenta que Aquis, el rey de Gad, cuando se dio cuenta de que era un tonto el que estaba all?, no quiso saber nada de ?l. De esta manera qued? Aquis burlado por David, y le perdon? la vida.

La ?tica de Kant ve este resultado como un segundo objetivo. Su principal prop?sito, el deber por el deber, constituye un argumento parad?jico. La satisfacci?n del deber podr? ser la intenci?n de aquellos que se unen a ?l en esta direcci?n. Pero cuando queden satisfechos de su primera meta (el deber por s? mismo), eso no es m?s que un medio para la satisfacci?n moral. ?Ante esta contradicci?n, yo contin?o con el Dios de la Biblia, muy a pesar de que no podamos universalizar en el mundo sus conceptos emp?ricos de la prudencia.

El Dios de la Biblia no nos ha ordenado actuar en forma ciega ante el deber ser, pues en muchos momentos nos recomienda el justo medio.? ?No dijo Jesucristo, que nos pusi?semos de acuerdo con nuestro adversario?? Ponte de acuerdo con tu adversario pronto, entre tanto que est?s con ?l en el camino, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al alguacil, y seas echado en la c?rcel (Mateo 5: 25).? Por otro lado, Salom?n recomend?:? No seas demasiado justo, ni seas sabio con exceso; ?por qu? habr?s de destruirte? (Eclesiast?s 7: 16).? Estos son m?s argumentos anti-kantianos, que junto a los anteriores, que fueron expuestos, han sido extra?dos de la Biblia.?

C?sar Paredes

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Tags: SOBERANIA DE DIOS

Publicado por elegidos @ 19:40
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