Lunes, 25 de octubre de 2010

A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendici?n y la maldici?n; escoge, pues, la vida, para que vivas t? y tu descendencia? Estas palabras habl? Mois?s de parte de Dios para con el pueblo de Israel. Primero que nada debemos comprender que el destinatario de este dictamen es Israel, y no el resto del mundo. Eso es muy importante, antes de reclamar que ese texto hace referencia al libre albedr?o o libertad de escogencia de los humanos en cuanto a la salvaci?n eterna. ?Ya sabemos que esas palabras fueron dirigidas a Israel en un pacto en la tierra de Moab.

Este texto de Deuteronomio prueba la libertad para actuar en asuntos de materia civil.? El contexto mostrado en el texto sugiere el del gobierno en la tierra, pues se habla de tu descendencia. Est? relacionado con la familia, con el comportamiento c?vico ante el colectivo, en referencia a los hijos, a las artes y a las ciencias.? Toca la vida marital, el comercio, cada asunto que contribuya al bien, al placer y a la ventaja de la vida civil. ?Mois?s en ning?n momento le dijo al pueblo que ellos ten?an el poder de escoger entre la vida y la muerte, entre la bendici?n y la maldici?n, sino que les dio imperativos: escojan entre lo uno y lo otro. El imperativo no presupone la capacidad. ?Una persona puede tener una deuda millonaria, por lo cual tiene el imperativo de pagarla aunque no tenga la capacidad de hacerlo.?

La cita no habla de la escogencia entre la salvaci?n y el infierno, sino que tiene enormes relaciones c?vicas con la conducta a seguir en un momento hist?rico. Mois?s les entrega su opini?n: les dijo que escogieran la vida, es decir, que se comportaran de acuerdo a las leyes dadas a ellos, para que alcanzaran la felicidad de la vida social y civil.

Al escoger entre algo bueno o algo malo, debemos descubrir qu? es lo que mueve a la voluntad humana.? Supongamos una situaci?n de compra de un autom?vil, en la que un vendedor nos dice: delante de ti est?n estos modelos de carros, unos rojos, otros amarillos, otros azules. Observa sus m?quinas, su t?cnica, su comodidad. Escoge, pues, el que mejor te convenga, pues de ello depende el que seas feliz respecto a tu escogencia? Desde nuestra perspectiva, sentimos que tenemos la libertad para escoger entre uno y otro modelo, de preferir un color frente a otro.? Pero lo que nos lleva a la decisi?n final son factores que van m?s all? de nuestra absoluta voluntad. La voluntad es una sierva de ciertas circunstancias culturales, econ?micas, subjetivas, familiares, o incluso referidas al inconsciente colectivo.? De acuerdo a mi nivel adquisitivo o a mi capacidad de cr?dito, puedo decidir entre un alto o un bajo precio.? De acuerdo a las preferencias subjetivas de color, elijo el azul o el rojo, o tal vez el amarillo. Dada mi ignorancia en cuanto a nivel tecnol?gico y mec?nica, entonces no tengo opini?n sobre la calidad del motor. El n?mero de personas que podr?an utilizar el autom?vil influir? en si elijo la camioneta, el autom?vil de cuatro puertas, o el mini carro de dos puestos.? Esa gran libertad de mi voluntad se ve dominada, reducida, cercada y seducida por algunos de los par?metros mencionados.? Esa libertad de mi voluntad es sencillamente una esclava.

La Biblia me dice que el coraz?n del rey est? en las manos de Jehov?.? Si ese es el presupuesto para un rey, qu? no habr? de esperar el resto de la poblaci?n.? Esa es la otra variable que no incluimos en cuanto a la compra del autom?vil. Poco importa que quien compre el autom?vil sea el Fara?n de Egipto, para que diga:? ?Qui?n es el Dios de Israel para que tome en cuenta su voluntad?

De igual forma, el texto que nos ocupa apunta a una decisi?n civil del pueblo de Israel, que nada dice acerca de la vida eterna.? La voluntad humana que se dice libre, no es necesariamente independiente de los m?ltiples factores que se vinculan con ella.? Sigue sujeta a la autoridad de Dios y a su poder que todo lo controla. La voluntad humana estar? determinada por lo bueno o por lo malo, pero no puede permanecer en equilibrio, neutra o indiferente.? La voluntad del hombre ca?do se torn? adicta al pecado, en el cual se complace, y ya no es libre para querer o poder hacer lo bueno que agrada a Dios.? Pero la voluntad del hombre regenerado est? inclinada tanto al bien como al mal, que se levantan como dos principios alternos: el de su corrupci?n y el de la gracia de Dios.? En este caso, la voluntad se mueve libre, pero en atracci?n a sus objetos.? La parte corrupta del hombre se inclina de buena gana hacia el mal; ?por la gracia, la nueva criatura se mueve hacia lo que es espiritualmente bueno.? El hombre regenerado con la carne sirve a la ley del pecado, pero con la mente a la ley de Dios.?

Jesucristo estuvo bajo la necesidad de cumplir la justicia de Dios, y lo alcanz? voluntariamente. La voluntad del hombre ca?do no quiere someterse a la voluntad de Cristo, pero en el d?a de su poder es libre para tal fin, ya que Dios opera la transformaci?n con suave omnipotencia y con omnipotente suavidad, en palabras de Agust?n.

Pero conviene distinguir entre libertad natural y libertad moral. ?La natural es esencial para cualquier acci?n de la vida.? Por ejemplo, el hombre perverso act?a con una libertad natural hacia el pecado; sin embargo, su libertad moral, que no le es esencial para su libertad natural, est? esclavizada al pecado. Una persona no regenerada puede tener una profesi?n externa admirable: puede asistir regularmente a la iglesia, dar ofrendas, cantar, orar, ayudar a los pobres, llevar una vida ejemplar en el matrimonio.? Todo eso lo hace en virtud de su libertad natural. ?Pero para que sus actos sean aceptados y agradables a Dios deben ir acompa?ados de la libertad moral, y esto s?lo se logra con el nuevo nacimiento. Por eso dice la Escritura que: el sacrificio de los imp?os es abominaci?n a Jehov? (Proverbios 15: 8).

El hombre natural no est? habilitado para escoger lo que espiritualmente le conviene.? Su estatus es de muerte y de inclinaci?n al mal. El llamado del evangelio es al cambio de mentalidad, para entender que se est? perdido sin Cristo. Dios le atestigu? a Mois?s acerca de su propia elecci?n, y le mostr? de qu? manera endurecer?a el coraz?n de Fara?n.? Mal pudiera ahora haber supuesto que el hombre estar?a libre para decidir entre la vida o la muerte espiritual. Su contexto hist?rico fue absolutamente civil, cuando recomend? lo que recoge la cita de Deuteronomio.?

C?sar Paredes

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Tags: SOBERANIA DE DIOS

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