Voy a referirme a la ofrenda de Ca?n y su rechazo por Dios. Para ello seguir? de cerca lo pautado por John Gill, el gran comentarista de la Biblia, quien fuera un pastor bautista ingl?s, estudioso de la Escritura, te?logo que milit? en la soteriolog?a calvinista. Naci? en 1697 y muri? en 1771. Dominaba desde los 11 a?os el lat?n y el griego, y m?s tarde desarroll? similares destrezas en la lengua hebrea. En uno de sus libros, La causa de Dios y Verdad, Gill desarrolla m?s de 250 estudios de textos usados por la contraparte romana y arminiana en contra de la tesis b?blica de la soberan?a absoluta de Dios. Gill se esmera en demostrar la distorsi?n que de la Escritura hacen los que son sus enemigos naturales, quienes pareci?ndoles toda ella una palabra dura de escuchar la tuercen para su propia destrucci?n. Precisamente, el primer texto que analiza en ese libro, es el referente a la ofrenda de Ca?n. Se encuentra en G?nesis 4:7. Si bien hicieres, ?no ser?s (aceptado) enaltecido? y si no hicieres bien, el pecado est? a la puerta; con todo esto, a ti ser? su deseo, y t? te ense?orear?s de ?l.
Ad?n ten?a el poder de hacer cualquier buena obra que requer?a la ley, pero el hombre desde la ca?da hubo perdido esa cualidad. ?La humanidad puede llegar a hacer, a pesar de su estado de ca?da y no regeneraci?n, ciertas cosas como leer las Escrituras, atender a un servicio p?blico de alabanza, entre otras actividades consideradas importantes. Sin embargo, como a Ca?n, todo eso le resulta vano, pues el sacrificio del imp?o es abominaci?n a Jehov? (Proverbios 15:8). En el caso que nos ocupa, Ca?n era un hombre malvado y no regenerado.
Distinguimos de este texto mencionado ciertos puntos derivados:
1) Ser?a impropio inquirir que un hombre perverso y no regenerado como Ca?n pudiera hacer buenas obras. Las personas en la par?bola de la invitaci?n a una cena -seg?n Lucas 14:15-24- pudieron asistir a dicha comida porque ten?an voluntad para hacer eso. Los hombres tienen un poder igual en su coraz?n, una voluntad, una inclinaci?n, para ir al lugar de alabanza a Dios, a una taberna, o a cualquier parte. Es f?cil observar que a menudo las personas tienen esa facultad en sus manos, mas no en el poder de sus corazones.? Los hombres no regenerados tienen la facultad de realizar buenas obras, en un sentido natural y civil, pero no en el espiritual. Pueden dar alimentos a los pobres, orar, leer, o?r, pero eso no implica que se haga en obediencia a la voluntad de Dios. El principio de amor a ?l necesita ser conformado en la fe, en el nombre de Cristo, y para la gloria de Dios por ?l.
2) En un sentido espiritual se niega que el malvado o no regenerado pueda hacer buenas obras. Eso es evidente por su natural estado y condici?n, ya que su estado mental e instintivo es de maldad, carnal, sin poder para cambiar, en sus traspasos y pecados. El hombre natural est? en la imposibilidad de hacer lo que sea espiritualmente bueno: No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno (Salmo 14:3 y Romanos 3:12). Pues no hay quien se sujete a la ley de Dios.? Eso ser? posible cuando el Et?ope cambie su piel o el leopardo mude sus manchas (Jerem?as 13:23). No se agarran uvas de los espinos o higos de los abrojos (Mateo 7:16). Para el cambio se necesita que la persona sea creada una nueva criatura en Cristo Jes?s, tener el Esp?ritu de Cristo colocado en la persona, haber nacido de nuevo por voluntad de Dios. ?Se debe ser creyente en ?l, antes de que se sea capaz de hacer algo espiritualmente bueno. Incluso los creyentes no est?n capacitados para realizar una buena obra por ellos mismos, es Dios quien produce en ellos tanto el querer como el hacer, por su buena voluntad (Filipenses 2:13).
3) La expresi?n dicha a Ca?n si t? haces lo bueno no presupuso que ?l tuviera el poder de hacer lo bueno, o de hacer lo que era espiritualmente bueno. Tampoco caer?amos en la falacia de suponer que Dios pudo no haber propuesto a Ca?n semejante idea, a menos que le hubiera dado la fuerza necesaria para procurarse buenas obras, como argumentan algunos. Dios no solamente pudo haberle propuesto eso a Ca?n, sino hab?rselo requerido de acuerdo con su ley, sin que por ello Dios se obligara a darle suficiente fuerza para que le obedeciera. El hombre por causa de su pecado ha perdido su poder para obedecer la voluntad de Dios de una manera firme y recta, pero eso no presupone que Dios haya perdido su autoridad para exigir, pues Dios no se obliga a s? mismo a darle suficiente capacidad a cada hombre de la humana raza para que le obedezca. Esto engloba dentro de la tesis de la responsabilidad humana. Una persona es responsable de pagar su deuda, y poco importa que tenga o no la capacidad para pagarla, pues aunque no tenga como pagar sigue obligado a cancelar lo que debe y lo que le es exigido por ley.
4) Estas palabras dichas a Ca?n se dijeron en un sentido ceremonial, no moral. Ca?n y Abel fueron educados en la necesidad y el uso de hacer sacrificios; ellos ofrecieron la ofrenda al Se?or, cada uno de acuerdo a su llamado y empleo: uno con los frutos del suelo, el otro con los primeros frutos del ganado. Dios acept? la ofrenda de Abel, pero no quiso la de Ca?n. Eso hizo a Ca?n un hombre feroz, por lo cual Dios le pregunt?: ?por qu? est?s molesto? Si hubieses ofrecido rectamente, ?no se te habr?a aceptado? Ca?n fall? en la forma y manera del sacrificio de la ofrenda (el autor de Hebreos dice que Abel por fe, ofreci? a Dios mejor excelente sacrificio que Ca?n-Heb.11:4). Se deduce que Ca?n ofreci? su sacrificio sin fe, sin la perspectiva del sacrificio de Cristo. Fue un sacrificio aparente, hip?crita, actu? sin un principio recto y sin un objetivo recto, por lo cual sus obras son llamadas malas (1 Juan 3:12), de la misma forma que cualquier obra de los no regenerados y malvados.
Las diferencias entre las obras de los no regenerados y los nacidos de nuevo ser?an:
1) Dios se complace en las obras de sus hijos (los ya regenerados);
2) Ninguna obra es aceptada por Dios como satisfactoria y agradable, a menos que la persona que la ofrenda haya sido aceptada previamente por Dios, en tanto haya sido regenerada por ?l;
3) Dios demostr? primero respeto por la persona de Abel, y despu?s por su ofrenda, lo cual muestra que la aceptaci?n de su persona no estuvo dependiendo de la aceptaci?n de su ofrenda, sino viceversa;
4) Las mejores ofrendas de los santos son imperfectas, y manchadas de pecado, pero son aceptables por Dios a trav?s de la persona de Jesucristo;
5) Ning?n hombre puede ser justificado por sus obras (Hechos 10:35, sino que en toda naci?n se agrada del que le teme y hace justicia. Romanos 9:18, De manera que de quien quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece. 2 Corintios 5:9, Por tanto procuramos tambi?n, o ausentes o presentes, serle agradables. Efesios 1:6,?para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado. 1 Pedro 2:5, vosotros tambi?n, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo).
6) No hay aceptaci?n de ninguna persona, excepto que sea considerada en Cristo como Mediador. Ca?n, dice la Escritura, era del maligno. No hay raz?n, pues, para creer que alguna vez ?l haya estado en Cristo, por lo tanto nunca fue aceptado por Dios.
Con este primer texto analizado, se intenta dejar por un lado la tesis de la salvaci?n por obras. Ya desde muy temprano el G?nesis muestra lo pernicioso del sacrificio del imp?o, lo abominable que suele ser presentar una ofrenda cuando el oferente no es aceptado por Dios. Y Dios es el que justifica. Si la persona no ha nacido de nuevo, si no tiene el Esp?ritu de Cristo, entonces vanas son incluso todas sus ofrendas o sus obras.
C?sar Paredes
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