Nadie argumentar? que el mal no exista. Cada uno admite que el mal existe en alg?n grado en el mundo. La pregunta hecha desde el punto de vista cristiano es ?c?mo puede la existencia de Dios armonizar con la existencia del mal? Sin embargo, lo que molesta en la mente de los hombres con respecto al mal es un problema de ?ndole intelectual. No es solamente un problema de la cristiandad. Las religiones o el secularismo piensan en el problema del mal. Los antiguos maniqueos concluyeron que el universo debe ser la resultante del conflicto entre dos divinidades independientes.? Ninguna de ellas, ni el buen dios ni el mal dios es omnipotente, por lo cual ninguno de ellos destruye al otro.
Esto es un problema filos?fico. La respuesta dada por muchos fil?sofos, desde la antigua Grecia hasta el presente momento nos muestra la distinta gama de opiniones sobre este asunto. Dentro de la historia del cristianismo podemos resaltar algunos argumentos muy importantes de acuerdo a la ?poca en que aparecieron. Por ejemplo, la respuesta de Agust?n dada a los Maniqueos es altamente relevante. En La Ciudad de Dios, dice: Nadie negar? que Dios es el supremo bien. Por lo tanto, cualquier carencia de bondad se opone a Dios, as? como el mal se opone al bien (Cap?tulo 3, Libro XII).
Para Agust?n, todas las cosas que existen son buenas y el mal no existe. No existe porque el mal no es una cosa creada. El hombre no escoge el supremo bien, y eso es malo, dice Agust?n. El mal es la ausencia de bien, como las tinieblas son la ausencia de la luz. El mal no es una cosa, sino una elecci?n en el sentido de que la gente escoge dejar fuera el supremo bien. Sin embargo, podr?amos preguntarnos en este punto ?qu? pas? con los ?ngeles? ?Qu? pas? con la posibilidad de que Dios preconociera esta ?ausencia de bien? y por qu? permiti? que esa realidad aconteciera? El problema contin?a, y Agust?n no lo resolvi? del todo. Su opini?n fue solamente una buena respuesta ante el contexto de los Maniqueos.
Siguiendo a la Biblia como el libro de la cristiandad, podemos considerar algunas de sus declaraciones.? El fruto prohibido del Ed?n fue el motivo de la primera desobediencia, y la respuesta equivocada en el fallido test acarre? la muerte en el mundo.? A pesar de todo lo dicho, el mal exist?a antes de que el hombre fuera creado. Se han expuesto muchas asunciones a trav?s de los siglos. Dios no es suficientemente bueno, pero a pesar de eso es el Todopoderoso que no quiso ponerle fin al mal y al sufrimiento. Dios es bueno, pero no Todopoderoso, por lo cual no puede eliminar el pecado y el sufrimiento en el mundo. Dios no es ni suficientemente bueno ni suficientemente poderoso. No hay Dios alguno. Hay muchos dioses y uno de ellos es malo. Dios es impersonal.
Muy a pesar de las interpretaciones filos?ficas y religiosas de los pensadores en la historia, la Biblia habla de un Dios que es Todopoderoso y bueno. Los te?logos han intentado responder a la pregunta acerca del mal, a trav?s de la era cristiana. La ?libertad de la voluntad? como concepto es una de las soluciones m?s populares para intentar resolver el problema del mal, pero deja el vac?o de que Dios no es Todopoderoso, por lo que esta libertad de la voluntad puede frustrar la voluntad de Dios. Si asumimos por un momento la presunci?n de que Dios en su soberan?a dio libertad de voluntad a la humanidad, podr?amos argumentar contra ese Dios el hecho de que prefiri? el respeto por esa voluntad humana antes que el eterno sufrimiento en el infierno. Tal Dios no es tampoco muy bueno que digamos. A la gente en el infierno no le importa un comino la susodicha libertad de la voluntad.
La Iglesia Reformada pens? tambi?n en el problema del mal. Dijeron que Dios es la soberana primera causa del pecado, pero no el autor del mismo. Solamente las segundas causas originan el pecado. El problema con este criterio es que tal Dios construye las circunstancias de las segundas causas, pero ?l no construye las contingencias en forma directa. Si esto es cierto, tenemos un problema con Judas. El fue el ap?stol de la traici?n. El fue escogido como el hijo de perdici?n. En ese sentido, ?l no era contingente. Los doce ap?stoles no era un grupo de personas reunidas en alg?n lugar, esperando que la bola de la ruleta escogiera entre ellos al que ser?a el traidor de Jesucristo. Si ese fuera el caso, entonces la contingencia es libre. Pero recordemos que Jes?s dijo de Judas que era el hijo de perdici?n. La forma como lo afirma la Biblia muestra que no hay lugar para la contingencia en Dios. Si Dios no interviniera en eso que desde nuestra perspectiva hemos dado por llamar contingencia, entonces ha sido un Dios con mucha suerte. Cada cosa que profetiz? se ha venido cumpliendo a cabalidad. Si ?l no est? en control de cada ?tomo, de cada circunstancia del universo, es en definitiva un Dios con mucha suerte.
Las contingencias son un buen concepto desde nuestra perspectiva limitada, pero en Dios lo que acontece es una necesidad. Los corredores del tiempo no son el espacio en el que el Todopoderoso se pasea, buscando datos para el futuro. El conoce lo que acontece porque ?l lo decreta. Si esta es la aseveraci?n de la Biblia, ?ha Dios decretado el mal? La Biblia nos dice que Dios es quien quita la vida. El mat? a cada persona en toda la tierra, salvo a ocho de la familia de No?, durante el diluvio (G?nesis 6:7, 13,17; 7:21-23). El les quit? la vida a los habitantes de Sodoma y de Gomorra y de las ciudades vecinas (G?nesis 19:24-25). Mat? a los primog?nitos en Egipto (Exodo 12:29). Y de Jes?s que es amor tenemos estas palabras: No tem?is a los que matan el cuerpo?m?s bien temed a aqu?l que despu?s de haber matado tiene el poder para echarlos en el infierno. Temed a ?l (Lucas 12:4-5).? En efecto, el Se?or ha hecho al malo para el d?a malo (Proverbios 16:4).
Estos son apenas algunos versos de las Escrituras. Sabemos que Dios no tienta a nadie, sino que cada uno es tentado de su propia concupiscencia. Pero el Dios de la Biblia se declara como el autor de todas las cosas. No tiene problema alguno haciendo semejante confesi?n. El problema del mal es un problema para la cristiandad que trata de defender a su Dios. Lo m?s interesante de este asunto, es que no importa lo que Dios haga en la humanidad y con la humanidad, cada ser humano termina siendo responsable de lo que hace. No somos agentes pasivos de nuestros actos, pues eso ser?a fatalismo. En cambio, somos agentes activos que permanecemos completamente responsables de nuestras acciones. El hombre cuando ha escogido libremente las acciones pecaminosas, en su escogencia las ha convertido en su segunda causa a trav?s de las cuales las cosas han sido determinadas para que pasen. Por ejemplo, Judas fue seleccionado como el traidor, pero no hubo sobre ?l ninguna compulsi?n externa. Ninguna presi?n le fue aplicada, sino que lo que hizo fue hecho por sus naturales. Tal parece que nuestra responsabilidad proviene del conocimiento que tenemos al diferenciar lo bueno de lo malo. Los ojos de la humanidad fueron abiertos en el G?nesis, cuando en el Ed?n Ad?n junto con su mujer comi? del fruto del bien y del mal. All? nace la responsabilidad, seguida de la culpa que es otro concepto. La culpa presupone que no se puede saldar el da?o que se ocasiona, pero que se debe pagar. Independientemente de lo que fue decretado tenemos la responsabilidad al saber distinguir lo bueno de lo malo.
La filosof?a nos puede dar herramientas para analizar el problema del mal. Sin embargo, corresponde a cada hombre encontrar la respuesta a ese planteamiento. La teolog?a cristiana y su relaci?n con el asunto del mal es un asunto a considerar por cada alma viviente. Responder que Dios es la causa pero no el autor no resuelve todo el problema. Lo resuelve de acuerdo al momento y contexto del te?logo, situado en un determinado espacio y tiempo. Pero argumentar sobre este asunto, a la luz de las Escrituras, nos ayuda a encontrar la final respuesta.
C?sar Paredes
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