Uno de los baluartes de la llamada Reforma Protestante ha sido el rescate de la doctrina de la gracia. Gratia Sola, se suele decir. Dios es visto como un Rey Soberano, el que predestina y preordena todo cuanto acaece en el universo, a?n desde antes de la fundaci?n del mundo. Un Dios tan poderoso y por naturaleza tan perfecto es capaz de mantener sus promesas. La Reforma desarroll? tambi?n la explicaci?n de la corruptibilidad del hombre. El ser humano est? tan sumergido en el pecado, al punto que se torna incapaz de hacer algo por s? mismo. La naturaleza humana es enemiga de Dios, y por consiguiente no puede agradarle en nada cuanto haga. El pecado de Ad?n, como representante de la raza ca?da, ha pasado de generaci?n en generaci?n inhabilit?ndonos para nuestro cambio y rescate. La humanidad se hace meritoria de un castigo proporcional a su delito. Siendo que Dios es un ser eterno y que el pecado es permanente, entonces el castigo debe sufrirse en proporciones semejantes: eternas y permanentes. Esa es en s?ntesis la tesis reformada, que no es otra que la descifrada de su interpretaci?n de la Biblia.
Por otro lado, otro de los puntos desarrollados en la Reforma Protestante fue el de la elecci?n incondicional de Dios hacia un pueblo que se propuso formar. Ya que la humanidad est? en total depravaci?n, lo cual no significa que est? absolutamente depravada -pues es posible que todav?a aparezcan nuevas formas de desviaci?n moral y maldad-, se hace necesario un rescate. Esa restauraci?n es motivada solamente por el prop?sito eterno del Creador en procurarse un pueblo para S? mismo. Por supuesto, de la naturaleza ca?da del hombre no se puede esperar una auto-resurrecci?n, sino una salvaci?n desde afuera. Es el Deus ex machina que entra en escena para ese rescate. En ese escenario aparece la elecci?n incondicional. Dios se propuso desde los siglos construir de la misma masa unos vasos para honra, para alabanza de su gloria. Esa proposici?n en su mente se hizo sin miramientos en la calidad de los hombres totalmente depravados e imposibilitados para amistarse con Dios. La masa de barro del G?nesis habla de la formaci?n biol?gica de donde vinimos. La Biblia usa la met?fora del Alfarero con la masa de barro haciendo distintos tipos de vasos: unos para deshonra y otros para honra. Esa met?fora ilustra el nivel absoluto del poder del Alfarero en su derecho de hacer lo que desee con su barro. La greda es la mezcla de la tierra con el agua y con ello el alfarero elabora sus productos. Lo que ?l haga con su masa es independiente de la voluntad del barro, que en la met?fora parece ser que no tiene ninguna.
En efecto, la tierra mojada con el agua carece de voluntad. Incluso el vaso formado sigue careciendo de voluntad. Solamente pasa a ser un vaso ?til o in?til en las manos del alfarero. Esta significaci?n existencial es impactante. Entendemos su valor en cuanto que nosotros podemos convertirnos en alfareros y de esa manera nos habilitamos para construir vasos de cer?mica. Comprendemos perfectamente la met?fora b?blica de que somos absolutamente barro formado en las manos del Alfarero. Sin embargo, cabe la gran pregunta: ?acaso un vaso hecho para honra o deshonra tiene voluntad para quejarse? ?Podr? decirle el vaso a quien lo form?, por qu? me has hecho as?? Sabemos que los vasos de tierra que podamos hacer nunca nos har?n semejantes planteamientos, pero nosotros tenemos sentimientos, alma, vida, coraz?n, esp?ritu, y a trav?s de esos elementos aparece la interrogante ?por qu? me has hecho as?, Se?or?
La pregunta existencial que nosotros nos hacemos no tiene relevancia ante la presencia del Creador. En la met?fora b?blica se nos dice que nosotros no somos nada para altercar con el Alfarero. El Alfarero ha dicho en otros contextos que nosotros somos nada y menos que nada, incluso se nos llega a comparar con trapos de mujer menstruosa. Eso somos desde su perspectiva. Argumentamos que un vaso de barro no siente ni se duele al ser lanzado al fuego para ser cocido, pero nosotros sentir?amos un dolor interminable si fu?semos lanzados al lago de fuego conocido como el infierno eterno, preparado para el diablo y sus ?ngeles. Por otro lado no existe el grito de s?lvese quien pueda, sino la advertencia de que nadie se puede salvar a s? mismo. No hay religi?n que valga para tal fin.
En el contexto de la depravaci?n total se hace necesaria la elecci?n incondicional. Incondicional por cuanto no depende de nosotros, aunque queramos y corramos, pues estamos absolutamente incapacitados e inhabilitados para agradar a Dios. Dios odia al pecado, y tambi?n al pecador que comete pecado. De manera que su rechazo nos espanta y nos apesadumbra. Claro es que a muchos y a miles y a millares eso no les preocupa. Pero para una gran cantidad de personas que logran entender el fen?meno esto es una verdadera tragedia. Algunos asumen el sentido tr?gico de este hecho teol?gico huyendo del Creador y refugi?ndose en una actitud existencial de olvido del problema, auxili?ndose con sustancias, espect?culos, entretenimiento que le brindan un poco de sustento a su desgracia. Otros se organizan y asumen una actitud teol?gica interpretativa de los hechos narrados en la Biblia, argumentando que all? estas verdades no se dicen. Que Dios es misericordia y amor, que en nuestro criterio de justicia debe haber igual oportunidad para todos los hombres en ese rescate del cielo. En s?ntesis, este ?ltimo grupo reinterpreta las Escrituras para narcotizarse y entumecerse, tomar placer y hacerse creer a s? mismos que ellos son vasos de honra porque eso depende de la voluntad del vaso. Es claro que la met?fora b?blica no da para tanto. El vaso b?blico no tiene voluntad y carece de propiedad para argumentar contra el Alfarero.
Si hay depravaci?n total -todos pecaron y est?n destituidos de la gloria de Dios- y por consiguiente tenemos una paga que cumplir -la paga del pecado es muerte-, pues a Ad?n se le dijo el d?a que de ?l comiereis morir?is, entonces un muerto carece de voluntad para vivir. L?zaro fue resucitado por Jesucristo, como un v?vido ejemplo de demostrarnos varios hechos. Por un lado Jes?s es la resurrecci?n y la vida; por otro lado L?zaro hed?a pues ten?a varios d?as de muerto. Un muerto no genera sino mal olor y est? incapacitado para o?r, para hablar, para vivir. Un muerto no tiene voluntad, es como un vaso de barro crudo o cocido. Esto tambi?n nos ense?a que la orden de Jes?s L?zaro, ven fuera es un imperativo expresado por alguien facultado para tal fin. Esa acci?n fue dirigida de una manera espec?fica a una persona espec?fica, la cual estaba incapacitada por su naturaleza de muerto. Sin embargo, esa orden ten?a el prop?sito de darle vida, de resucitarle. Esa orden nunca dependi? de la voluntad del muerto y fue una orden limitada a esa persona. El que Jes?s haya pronunciado esas palabras poderosas no implicaba que los otros muertos que tambi?n estaban enterrados en Israel, en el mundo entero, iban a levantarse. La orden iba atada al nombre del beneficiario. Entonces esto ilustra tambi?n lo que se denomina la expiaci?n limitada.
Si bien la expiaci?n es sin l?mites, en cuanto infinita, su limitaci?n aparece en su aplicaci?n. De otra manera existir?a lo que se denomina universalismo, es decir, que Cristo al morir en la cruz muri? para hacer realidad la salvaci?n de toda la humanidad. Eso ser?a contradecir la misma Escritura, pues la existencia del infierno de la cual habl? much?simo Jes?s confirma que muchos son los que se pierden. El mismo Judas era un hijo de perdici?n, para que la Escritura se cumpliese. De manera que la Escritura debe cumplirse y el infierno con su gente es parte de su declaraci?n. Entonces la expiaci?n universal, en el sentido de que todos los individuos de la raza humana son salvos en Cristo, es una ficci?n considerada como her?tica.? ?Qui?nes son entonces los beneficiarios de la expiaci?n de Cristo en la cruz?
A pesar de esta clara deducci?n l?gica en cuanto a la expiaci?n, hoy d?a, algunos hablan de la ilimitada limitada expiaci?n ya que en 1 de Juan 2:2 leemos que Jes?s es la propiciaci?n por nuestros pecados: y no solamente por los nuestros, sino tambi?n por los pecados de todo el mundo. Se argumenta desde esta tesis que no existe contradicci?n en la Biblia. No se dice que a los apartados para condenaci?n, creados para tal fin, denominados vasos de ira preparados para el d?a de la ira, Cristo les expi? sus culpas. Por un lado, lo que intenta explicar con esta variante de la ilimitada limitada expiaci?n es el sentido en que Cristo absorbi? la ira de Dios contra el pecado de los elegidos, los que est?n en Cristo sea en el pasado, en el presente y en el futuro. Por otro lado, dentro de esta tesis algunos aseguran que el sacrificio de Cristo es suficiente para los pecados de todo el mundo, y si el mundo quisiera no habr?a problema con la extensi?n de la expiaci?n de Cristo, pero el mundo no lo desea. Entonces se dice que a pesar de que el sacrificio del Mes?as fue suficiente para todos, es solamente eficiente para los elegidos, que son los que efectivamente van a creer. Los que justifican esta variante aseguran que el sacrificio de Jes?s en la cruz fue suficientemente justo como para abarcar a la humanidad completa y declararla justa. Sin embargo, es eficiente en los que fueron elegidos por el Padre para tal fin, pues la humanidad muerta en delitos y en pecados es incapaz por s? misma de tener la voluntad de creer por fe, o de nacer de nuevo.
No obstante, en la explicaci?n anterior pareciera haber un error interpretativo al conferir a la palabra todos, un valor absoluto. No es lo mismo el car?cter distributivo que el car?cter colectivo. Me explico: Y sal?an a ?l toda la provincia de Judea, y todos los de Jerusal?n; y eran bautizados por ?l en el r?o Jord?n, confesando sus pecados (Marcos 1:5). Este texto no est? implicando que toda la provincia de Judea fuera bautizada por Juan (pues hubo miles que no lo hicieron, por ejemplo los fariseos, los saduceos, etc.). Eso ser?a hablar de un todo distributivo, distribuido a cada habitante de Judea. Simplemente es un todo colectivo, referente a algunos habitantes de Judea. Cuando decimos que todo el pa?s est? consternado por lo sucedido, no implica que cada habitante necesariamente lo est?. Por ejemplo, hay ni?os en ese supuesto pa?s que ni siquiera se han enterado de lo sucedido, pero que por formar parte colectivamente del pa?s son incluidos en la sentencia gramatical. Asimismo, cuando Juan habla de la expiaci?n de los pecados nuestros y de los de todo el mundo, no se est? refiriendo necesariamente a un todo distributivo, sino colectivo. Ser?a contradictorio para La Biblia, para el evangelio de Juan -entre otros textos de la Escritura-, el pretender que la expiaci?n es universal para cada habitante del planeta. Eso incluir?a a Judas y al Fara?n, de los cuales Las Escrituras expl?citamente hablan como modelos de condenaci?n. Juan dirige su carta a la cristiandad; recordando que hay muchos cristianos, les dice que Cristo es la propiciaci?n por sus pecados, pero tambi?n por los de los dem?s (todo el mundo) en el sentido del resto de la cristiandad. No solamente de los jud?os cristianizados en ese momento, sino por los que vendr?n despu?s, as? como Cristo tambi?n es la propiciaci?n para los gentiles, a quienes Pablo alcanzar?a en su ministerio. De igual forma incluye a los creyentes del Antiguo Testamento, los cuales por fe se mantuvieron como viendo al invisible. Esos son los de todo el mundo de Juan. El ap?stol no puede contradecir en ese texto lo que ?l mismo ha escrito en Juan 17 referente a la oraci?n de Jes?s, cuando cit?ndolo expuso: no ruego por el mundo. Mal podr?a Juan quien escribi? esta cita de Jes?s contradecir a su Maestro y Se?or, argumentando unos a?os m?s tarde que Jes?s sin haber rogado por el mundo, justo antes de morir, en realidad muri? por todo el mundo distributivamente. En su segunda carta ?l la inicia de la siguiente manera: El anciano a la se?ora elegida y a sus hijos, a quienes yo amo en la verdad; y no s?lo yo, sino tambi?n todos los que han conocido la verdad, a causa de la verdad que permanece en nosotros, y estar? para siempre con nosotros? ?C?mo puede haber una se?ora elegida (la iglesia) y sus hijos (sus miembros), si el resto del mundo permanece en rechazo a esa iglesia, habiendo Cristo muerto en expiaci?n por todo el mundo? Resulta indudable que el ap?stol Juan no puede contradecirse a s? mismo. Simplemente hay que entender el contexto de las palabras y el sentido general de toda la Escritura.
Veamos otro ejemplo. En romanos 5: 18 leemos:?As? que, como por la transgresi?n de uno vino la condenaci?n a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificaci?n de vida. Esa expresi?n a todos los hombres le?da en sentido distributivo implicar?a que existe la salvaci?n universal. De nuevo eso contradice a Jesucristo quien habl? much?simo sobre el infierno, sobre aquellos que ?l rechazar?a en su juicio dici?ndoles: nunca os conoc?. O dici?ndoles: apartaos de m?al lago de fuego eterno. De manera que ese texto de romanos hay que interpretarlo a la luz de toda la Escritura. De nuevo, sirva para exponer una vez m?s lo antes dicho: por la transgresi?n de uno vino la condenaci?n a todos los hombres (ese todos los hombres es distributivo), y por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificaci?n de vida (ese todos los hombres es colectivo). Dios no se contradice y en ese esp?ritu debemos tener cuidado con las trampas del lenguaje. Sobran los textos para exponer, y faltan las p?ginas para explicar por ahora. Entendido este criterio es conveniente aplicarlo al texto de la expiaci?n de Jesucristo. El vino a salvar a su pueblo de sus pecados (Mateo 1:21); El es el buen pastor que da su vida por las ovejas (Juan 10:11); pero vosotros no cre?is, porque no sois de mis ovejas (Juan 10: 26). Ac? Jes?s aclara que vino a morir por sus ovejas, no por el mundo en general, no por las cabras, no por la ciza?a. Aclara que hay un grupo de personas que no creen en ?l porque no son de sus ovejas. No dice que no son de sus ovejas porque no creen en ?l, sino que no creen en ?l porque no son de sus ovejas. Para creer en ?l es necesario primero ser de sus ovejas, por las cuales vino a poner su vida en expiaci?n suficiente para la salvaci?n y santificaci?n. Por esa v?a se produce el nuevo nacimiento, una operaci?n absolutamente de parte del Esp?ritu Santo, sobre los elegidos del Padre. Y Pablo afirma: Y si alguno no tiene el Esp?ritu de Cristo, no es de ?l (Romanos 8:9).?
Esto es parte de la providencia divina. Como dijera Spurgeon, sea lo que Dios ordene, esto ocurrir?. Y la sabidur?a de Dios nunca ordena algo sin prop?sito. Cada cosa en este mundo est? trabajando para un gran final. Eso no es fatalismo, sino providencialismo. De hecho los fatalistas sostienen que aquello que habr? de suceder, sin duda suceder?. Pero Dios sostiene que cualquier cosa que ?l ordene, eso acontecer?. Si ?l orden? la expiaci?n de sus elegidos, no puede ser de otra forma, por m?s que el sentido democr?tico de la predicaci?n del evangelio proponga una salida m?s diplom?tica a la pregunta de ?por qu?, pues, Dios inculpa?
Dios declara el fin desde el principio, desde los tiempos antiguos. Aquellas cosas que todav?a no han acaecido han sido declaradas por Dios como aquello que vendr?. Ese es el Dios de la providencia. Su consejo permanecer? para siempre, y har? todo cuanto quiera -lo que le agrada hacer (Isa?as 46:9-10). Esta es la m?s alta soberan?a que se pueda concebir. ?l est? a cargo de todo cuanto acontece en su creaci?n.? Para algunos esta soberan?a es una herej?a, pues les arrebata la ilusi?n de la libertad, o del mencionado libre albedr?o. Pero Dios declara el fin desde el principio, por lo cual escogi? a Jacob y desech? a Esa?, a?n antes de que hubiesen hecho bien o mal, para que el prop?sito del que elige prevaleciera? (?pues no hab?an a?n nacido, ni hab?an hecho a?n ni bien ni mal, para que el prop?sito de Dios conforme a la elecci?n permaneciese, no por las obras sino por el que llama) (Romanos 9:11).
No hay nadie que pueda interferir con sus planes. A?n la oraci?n con la m?s constante s?plica, solo ser? respondida si es de acuerdo a su voluntad. La oraci?n misma es un medio dejado por su providencia para que se cumpla su voluntad cien por ciento. Nuestros altibajos en la oraci?n solamente nos afectan a nosotros, en la medida en que eso mismo es parte de su plan eterno e inmutable. Pablo lo comprendi? en la revelaci?n y pudo escribir: porque en ?l vivimos, nos movemos y somos?Dios produce en nosotros el querer como el hacer, por su buena voluntad. Esto es parte de sus riquezas, de la profundidad de su sabidur?a, de lo insondable de sus caminos. ?Qui?n entendi? la mente del Se?or? ?O qui?n fue su consejero?
Si desde la eternidad un Dios que es inmutable, con prop?sitos eternos, se propuso reservarse un pueblo para s? -como lo demuestra el caso del Alfarero construyendo vasos de honra para su gloria-, entonces la expiaci?n de Jes?s ha debido ser para ese grupo de elegidos. Jes?s definitivamente no muri? por Judas, no se dio en rescate por Judas, el hijo de perdici?n reservado para tal fin, para que La Escritura se cumpliese. Y si la expiaci?n de Jes?s dej? por fuera a Judas, ciertamente dej? por fuera a muchos que murieron antes de Judas, as? como a los que han muerto despu?s de ?l sin conocimiento de la verdad. Esta situaci?n conlleva al menos a dos preguntas: 1) ?Hizo Dios a prop?sito tal acci?n, de manera que solamente se expiara a los que ?l voluntariamente escogi? desde antes de la fundaci?n del mundo? 2) ?Cuando Dios eligi? lo hizo porque vio en los elegidos cualidad alguna que mereciera incluirlos en la expiaci?n hecha por Jes?s?
La forma de responder a estas inquisiciones, o m?s bien el hecho de hacer una u otra pregunta, demuestra tambi?n dos caminos interpretativos de la Biblia. El nuevo problema que surge es que esos dos caminos o sistemas de interpretaci?n son excluyentes, al menos a primera vista. Si se excluyen entre ellos, entonces solamente uno debe prevalecer. Y de nuevo, ?cu?l es el criterio que se desprende de las Escrituras?
Un Dios con absoluto poder no puede tener obst?culo alguno para salvar o para condenar. De hecho ?l lo afirma: Yo s?lo soy Dios, y fuera de m? no hay otro, y de mi mano no hay quien salve.? Otros textos dicen: Todo lo que quiso ha hecho?No hay quien detenga su mano y le diga ?qu? haces?? Si se propone hacer alguna cosa, entonces la hace. Irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios (Romanos 11:29); de manera que nadie puede resistir su gracia salv?fica. La gracia de Dios se basta a s? misma. B?state mi gracia, le fue dicho a Pablo, por lo cual el ap?stol se gloriaba en sus debilidades. Nunca se ufan? en su fortaleza, sino en su debilidad, pues la gracia de Dios le era suficiente. En un sentido el hombre resiste la gracia de Dios, pues no hay quien le busque, no hay ni siquiera uno, no hay quien haga lo bueno, no hay justo ni a?n uno, todos pecaron y cada quien se apart? por su camino; todos est?n muertos en delitos y pecados, son duros de cerviz, incircuncisos de coraz?n. Es por este conjunto de cualidades negativas que el mundo resiste al Esp?ritu Santo. Si quisi?ramos verificar que a pesar de esa resistencia natural, por la que el ser humano se opone a la oferta p?blica del evangelio, Dios vence esa oposici?n y aguante, esa reticencia y desacuerdo del coraz?n de los hombres, nos bastar?a con ojear la vida de Pablo. Llamado antes Saulo, perseguidor de los cristianos, asolador de la iglesia, el que entraba casa por casa, arrastrando a hombres y mujeres para entregarlos a la c?rcel, fue derrumbado de su caballo cayendo a tierra junto con su altivez. Bast? un resplandor del cielo para que lo cegara, una voz en el camino hacia Damasco dici?ndole: Saulo, Saulo, ?por qu? me persigues? Temblando y temeroso en el acto exclam?: ?Qui?n eres, Se?or?... ?qu? quieres que yo haga? (Hechos 9).? A esto llama la Reforma Protestante Gracia Irresistible.
La consecuencia l?gica de este proceso en el cual ha habido una elecci?n incondicional -no basada en m?rito humano alguno-, una expiaci?n suficiente y limitada para los elegidos, una gracia oportuna e irresistible, es la perseverancia de los santos.? Dado el hecho innegable de la depravaci?n total humana, su incapacidad para ser rescatados por s? mismos, para buscar a un Dios al cual por naturaleza se detesta, se hace imperativo de parte de Dios el elegir a quienes ?l quiera salvar. Si eligi? a un vasto grupo humano para tal fin, luego los expi? solamente a ellos, pues de lo contrario ser?a un sin sentido que los expiados estuviesen en el castigo eterno. A este grupo de escogidos para alabanza de su gloria les dio gracia irresistible, capaz de vencer el natural rechazo de su coraz?n de piedra hacia el Creador. Les dio un coraz?n de carne. Por supuesto, ya que no depende de nosotros, sino del que llama, entonces se supone que los escogidos para salvaci?n no ser?n arrebatados de la mano de Cristo. Y dado que tenemos un coraz?n de carne dispuesto a seguir su voluntad, entonces no nos escaparemos de sus manos, como si pudi?ramos. De otra manera ser?a ?l un Dios sin prop?sito cumplido, o con prop?sito fallido.
La gran pregunta siempre aparece: ?Por qu?, pues, inculpa? Pues ?qui?n ha resistido a su voluntad? La respuesta es la misma: ?qui?n eres t? para que alterques con Dios? ?Podr? decirle la olla de barro a su alfarero, por qu? me hizo as?? ?O no tiene potestad el alfarero para hacer un vaso para honra y otro para deshonra? (Romanos 9). Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y ?l hace seg?n su voluntad en el ej?rcito del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ?qu? haces? (Daniel 4:35). Sin embargo, el llamado sigue siendo a arrepentirse, a cambiar de mentalidad, y a creer en el evangelio, que es la buena noticia de que Jesucristo pag? nuestras culpas. Grande es el misterio de la piedad. ?C?mo oir? la gente el evangelio, si no hay quien les predique? Quiso Dios salvar al mundo por medio de la locura de la predicaci?n. Eso es evidente, pues ha podido salvar primero que nada a todos, y luego por cualquier otra v?a m?s sensata, m?s expedita. No obstante, este fue el m?todo escogido y la naturaleza humana lo rechaza. Es por eso que se afirma una vez m?s: Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios (Efesios 2:8).? Y la fe viene por el o?r, y el o?r por la palabra de Dios. Si oyereis hoy su voz, no endurezc?is vuestro coraz?n. El evangelio, del cual muchos se averg?enzan, es el poder de Dios para salvaci?n. Esa es su locura, la locura de la predicaci?n de Dios, con la cual quiso salvarnos.
C?sar Paredes
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