Martes, 21 de septiembre de 2010

El amor a los elegidos frente al amor universal a la raza humana pareciera ser el gran debate teol?gico de los tiempos cristianos. Los arminianos suponen que una vez que al hombre le haya sido dada la gracia habilitante o preventiva queda en disposici?n de su plena voluntad para decidir a favor o en contra del prop?sito de Dios. En otros t?rminos, el hombre sigue siendo due?o de sus contingencias y Dios un Dios de suerte cuando esas contingencias se adaptan a su plan que se dice eterno e inmutable.

Se entiende que en el hipot?tico ejemplo de habilitar a las personas para que reciban el regalo de 100 millones de d?lares, ellos deber?n decidir libremente. La mayor?a los tomar?, porque no hay da?o alguno en hacerlo. Todo lo contrario, es mucho el beneficio personal para cada uno que lo acepte. Con el evangelio, que es una oferta superior a los 100 millones ofrecidos sucede lo contrario: la mayor?a lo rechaza. Entonces debe ser porque la gente no entiende el sentido del regalo, lo que implica que esa gracia habilitante no es eficaz. O es que la gente repudia el regalo, lo cual tambi?n supone que esa gracia preventiva no ha cambiado los corazones de la gente para aceptar el regalo. Queda una pregunta por responder, ?qu? pasa con los que han recibido el regalo por intermedio de esa gracia habilitante? Responder que lo han recibido implica aceptar que aqu?lla ha sido eficaz y por lo tanto se valida. Pero si logramos demostrar que nunca ha habido tal aceptaci?n por medio de esa v?a, entonces quedar? evidenciado lo falaz de tal proposici?n.

De nuevo la Biblia testificar? a favor de uno o de otro. Jesucristo dijo que las decisiones y los actos de las personas son actos inevitablemente determinados por una condici?n interna, inherente a la naturaleza de las personas. No puede un ?rbol bueno dar frutos malos, o a la inversa. Si un ?rbol no es ni bueno ni malo, ?c?mo podr?amos determinar sus frutos? De manera que no puede un hombre que no es bueno ni malo, sino en una gracia intermedia o neutra, que lo habilita para decidir, llegar a escoger lo bueno o lo malo, si su naturaleza se ha neutralizado, como en el ejemplo del ?rbol.? Solamente un hombre espiritualmente regenerado puede entender y ver las bondades del evangelio (1 Corintios 2:14).? Incluso Arist?teles lleg? a admitir en la Etica para Nicomedes que la virtud no es un atributo natural humano.

Un hombre ciego no puede ver a menos que sus ojos sean abiertos. No puede, por m?s que se le coloque en medio de una visi?n neutralizada, sin luz y sin oscuridad, llegar a ver. Los que son ciegos espirituales -como afirman las Escrituras- no podr?n ver las bondades del evangelio a menos que le sean quitadas las vendas de los ojos. Esa facultad no la puede otorgar un terreno neutral de gracia. No dice la Escritura que a los hombres ciegos se les quitan las vendas por un momento para que vean la bondad del evangelio y decidan. Al contrario, dice que a este pueblo hablar? en par?bolas, para que viendo no entiendan o vean?Lo que se nos dice es que Dios quitar? los corazones de piedra y pondr? los de carne, para que sigamos al Se?or. Y eso es una actividad de un solo lado, realizada por la absoluta soberan?a y voluntad de Dios sobre los que ?l quiere, sobre los que ?l escogi? desde antes de la fundaci?n del mundo, mucho antes de que hici?semos bien o mal, de acuerdo al afecto de su querer.

En efecto, Jes?s lo dijo una y otra vez en diferentes contextos. Baste este ejemplo para entender la falacia arminiana contempor?nea de la gracia habilitante. Jes?s dijo: Ustedes no creen porque ustedes no son de mis ovejas (Juan 10). No dijo ustedes no son mis ovejas porque no creen. La condici?n para creer no depend?a de una gracia habilitante para tomar la decisi?n, sino del hecho de ser ovejas. Creer es un signo de ser oveja de Dios. El que es de Dios, las palabras de Dios oye. Pero ustedes no las oyen porque no son de Dios, dijo Jes?s a un grupo de jud?os. La naturaleza de la persona determina la escogencia que ella haga. Jes?s no or? por el mundo (Juan 17) sino por los que el Padre le dio, y todo lo que el Padre le da viene a ?l, y ?l no le echa fuera. Adem?s, nadie puede ir a Jes?s, a menos que el Padre le haya enviado (Juan 6). ?Qu? pas? con ese mundo, por el cual Jes?s no or?? Ellos no fueron objeto de su oraci?n, mucho menos de su gracia habilitante. No hay tal gracia, pero si la hubiere entonces quedaron por fuera de ella en la oraci?n de Jes?s recogida en Juan 17.

En Mateo 12:33 se encuentra la clave del fen?meno de creer. No expres? Jes?s nada parecido a la teor?a arminiana de la gracia preventiva. Al contrario, dijo algo demasiado importante para pasar por alto: Haga al ?rbol bueno y su fruto ser? bueno, o haga al ?rbol malo y su fruto ser? malo. Fij?monos que la posibilidad de hacerlo bueno o malo es una posibilidad que escapa al ?rbol mismo. No puede por s? mismo un ?rbol hacerse bueno o malo. No se coloca al ?rbol en un terreno neutral para que decida hacerse bueno o malo. Dios no se presenta como imparcial, sino al contrario, ya que ?l hace la luz y crea las tinieblas, ?l abate y ?l enaltece, ?l crea la adversidad. De ?l hablan los profetas como el que hace todas las cosas y de quien ha hecho todo lo que ha querido. ?Habr? acontecido algo malo en la ciudad, el cual Jehov? no haya hecho? No es un Dios neutro que ama las cosas neutras y ama las decisiones humanas. Simplemente hizo al hombre incapacitado para el bien-someti?ndolo a la vanidad del pecado- pero tuvo misericordia de un grupo. A ese grupo ?l llama ?rbol bueno, oveja, hijos.? No hay igualdad de oportunidades en el plan de Dios. ?Por qu?, pues, inculpa? Pues ?qui?n ha resistido su voluntad?

Cristo no muri? por los ?ngeles ca?dos. Hay te?logos que oran por ellos, para ver si Dios se compadece tambi?n de esos seres. Eso es l?gico en la suposici?n de la igualdad de oportunidades. Ah, pero Dios ha podido dejar a toda la humanidad ir al infierno y seguir?a siendo Dios igualmente, y con todos sus atributos, incluido el de la justicia. No obstante, el milagro estriba en que haya querido tener misericordia de una parte de esa raza ca?da, y eso es de su soberana voluntad. La pregunta nuestra deber?a ser: ?Por qu?, pues, salva a Jacob? Y no ?por qu?, pues, condena a Esa?? He all? el intercambio de la pregunta. La respuesta, aunque la pregunta parezca m?s benevolente, sigue siendo la misma: ?Y qui?n eres, oh hombre, para que alterques con Dios??

Si nosotros no deseamos a Dios, la escogencia que hagamos de ?l ser? imposible, o simple fruto del azar. Es necesario que nuestra naturaleza sea modificada, cambiada, que nazcamos espiritualmente antes de poder tomar cualquier decisi?n a favor de su evangelio. Ah, pero eso se logra por voluntad divina (eso es Monergismo, el trabajo de un solo lado, en este caso de Dios). De manera que el Esp?ritu es quien opera ese nuevo nacimiento de acuerdo a los planes del Padre, pues el Esp?ritu todo lo escudri?a, a?n la mente de Dios, y no habla de s? mismo sino que habla lo que oye del Padre. La gente no puede ser parcialmente humana, tampoco puede estar parcialmente viva o parcialmente regenerada. O se nace del Esp?ritu o se est? muerto en delitos y pecados. L?zaro no estaba parcialmente muerto en su tumba; tampoco parcialmente vivo. Pero a L?zaro le fue dicho ven fuera por parte del que es la resurrecci?n y la vida. ?Por qu? Jes?s no dijo la misma palabra a los otros miles de muertos de entonces? ?D?nde qued? su equidad espiritual? ?Por qu? no ejerci? la gracia preventiva arminiana? A lo mejor era porque no la conoc?a?

?Ser? que en unos hay m?s abundante gracia habilitante o preventiva que en otros? ?Por qu?, pues, no da igual gracia con igual eficacia a cada uno? ?No ser?a eso tambi?n mucho m?s equitativo? Porque al final lo que le importa a ese Jes?s es salvar a toda la humanidad, ?verdad? El problema es que los arminianos sostienen que la gracia de Dios es la pen?ltima causa de la salvaci?n, mientras que la fe del pecador es la ?ltima, la condici?n ?ltima. Pero la Escritura dice: ?Qu? tienes t? que no hayas recibido? (1 Corintiios 4:7). Tambi?n dice: Por la gracia de Dios soy lo que soy (1 Corintios 15:10) (Esto tambi?n es Monergismo).

No ser?a suficiente el que Dios habilitara con su gracia a la humanidad escogida para que tomara la decisi?n de su destino, para que pudieran tener la opci?n de aceptarle o de rechazarle. Por ejemplo, un musulm?n que jam?s ha o?do el evangelio y que llega a morir es un musulm?n que jam?s ha tenido esa gracia habilitante. Pues de nada le hubiere servido esa gracia si no se le hubiere anunciado el evangelio. De esta forma queda demostrado que eso es un mito urbano-teol?gico, lo de la gracia habilitante molinista y semipelagiana.

En el supuesto negado de que la hubiere -ya sabemos que no opera en las personas que jam?s han o?do el evangelio- solamente aquellos que la aceptasen ser?an sus beneficiarios placenteros. Pero surge de nuevo la interrogante: ?c?mo van a aceptar dicha gracia preventiva o habilitante si ellos est?n muertos en delitos y pecados? ?Podr? o?r o escuchar un muerto la expresi?n de Dios: epa, aqu? viene la gracia habilitante? L?zaro no estaba pensando en la posibilidad de Jes?s, tampoco ten?a maneras de expresarlo. Mucho menos pod?a escuchar la conversaci?n de Jes?s con sus hermanas en la puerta de su tumba. Ah, pero escuch? la voz habilitante y restauradora a la vida: L?zaro, ven fuera. Asimismo el hombre de la mano seca no pudo estirar la mano al mandato de Jes?s, a no ser que en ese mandato hubiera una orden no escuchada por el mismo hombre enfermo, que le fuera operativa en la restauraci?n de las funciones de su mano. S?lo de esa forma pudo obedecer al mandato de Jes?s de extiende tu mano. Tambi?n esto es Monergismo.

Pero hay m?s.? La gracia habilitante molinista no llega a todos, como ya dedujimos por el ejemplo del musulm?n. Llega solamente a unos cuantos que oyen el evangelio. Entonces tendr?amos que seguir preguntando con Hunt: ?qu? amor es ese?? La pregunta sigue encendida, y es la misma anunciada en Romanos 9: ?Por qu?, pues, inculpa? Pues ?qui?n ha resistido a su voluntad? Si no se puede resistir a su voluntad, mucho menos podemos suponer que la gracia de Dios sea resistible. Irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios. ?Por qu? no aceptar sencillamente la revelaci?n de su Palabra que dice: tendr? misericordia del que tenga misericordia, endurecer? al que quiera endurecer?

Jes?s hubiera tenido un hipot?tico conflicto al suponer como variable v?lida el libre albedr?o de L?zaro, por el cual ?ste hubiera rechazado volver a la vida. A lo mejor no hubiera querido seguir compartiendo en su aburrido hogar; o tal vez se encontraba en un mejor sitio. Asimismo, el hombre de la mano seca ya estaba habituado a su malestar, podr?a no haber querido volver a la normalidad, o tal vez pudo estar de acuerdo con los fariseos para argumentar con ellos que no era l?cito que se trabajara (por consiguiente se hiciera un milagro) en el d?a de reposo. Hay tantos suicidas en el mundo que no quieren sanar, que podemos suponer tambi?n que en aquella ?poca hab?a suicidas. Pero los mandatos a L?zaro y al hombre de la mano seca fueron dirigidos a personas inhabilitadas f?sicamente para obedecer a sus respectivas ?rdenes.

Cristo no profiri? semejantes palabras bajo el supuesto de la habilidad de L?zaro o del hombre de la mano seca. Tampoco cont? con el libre albedr?o o la libre voluntad de ellos, no apel? a su consentimiento. Incluso nuestros d?as han sido todos fijados de antemano: ciertamente sus d?as est?n determinados, y el n?mero de sus meses est? cerca de ti; le pusiste l?mites, de los cuales no pasar? (Job 14:5). ?El rey Ezequ?as nos muestra con su solicitud el control que Dios tiene acerca del l?mite de nuestros d?as en la tierra. Dios le concedi? a Ezequ?as quince a?os m?s de vida. Justamente de un hijo que tuvo ese rey durante los quince a?os concedidos vino el Mes?as Jesucristo. Sabemos que el nacimiento y la ascendencia del Cristo conocido desde los siglos no fue un evento casual que el Padre aprovechara, para colar a su Hijo en su prop?sito eterno. De manera que a?n esa petici?n del rey Ezequ?as tambi?n estuvo prevista desde la eternidad por el Padre en su voluntad. Dios no tiene consejero y no consulta a nadie para hacer como quiere. El hace lo que le place, en el cielo y en la tierra. Nuestro Dios est? en los cielos; todo lo que quiso ha hecho (Salmo 115:3); ni una de las cosas predichas ha faltado: Y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas (Salmo 139:16).

Cuando Jes?s escogi? a sus ap?stoles, al hacerle el llamado a los doce -incluyendo a Judas, el cual era del maligno- no les consult?, no les argument?, no les pregunt?, simplemente les dijo s?gueme, y al instante le segu?an. Uno aleg? que ten?a que enterrar a su padre, pero ?l le respondi?: deja que los muertos entierren a sus muertos.? Tremenda respuesta: estaba llamando a uno para darle vida y no negoci? con ?l la posibilidad de darle vida a su padre o a los suyos. No, simplemente resalt? que a?n toda su familia estaba muerta en delitos y pecados, y por lo tanto eran ellos, los muertos, los que enterrar?an a su padre tambi?n muerto. Entonces es absolutamente vano suponer que nosotros aceptamos a Cristo como nuestro Salvador y Se?or.? Nosotros no aceptamos nada, porque nada se nos ha pedido que aceptemos, nada se nos ha preguntado, nada se nos ha argumentado. Al igual que aquellos disc?pulos, nosotros hemos respondido al llamado absoluto de nuestro Dios. Las v?as de ese llamado han sido variadas, pero en todas ellas ha habido el doble anuncio de arrepent?os y creed en el evangelio. El que nos hayamos arrepentido y hayamos cre?do en el evangelio ha sido de pura gracia, no por obras, ni siquiera de la fe, pues la fe es un don de Dios, y no es de todos la fe. La fe salv?fica nos ha sido otorgada como parte del paquete del nuevo nacimiento (Monergismo). Eso se expone en la Escritura de muchas maneras. Somos activamente responsables de nuestros pecados y rebeliones contra Dios, pero pasivamente capaces para arrepentirnos y creer en el evangelio.

Nuestra inhabilidad no presupone nuestra inculpabilidad. En ocasiones los habitantes de una naci?n cuando nacen lo hacen asumiendo la deuda externa e interna de esa naci?n. Les corresponde como ciudadanos acarrear con los efectos de esa deuda. Poco importa que las nuevas generaciones proclamen alg?n d?a que ellos no causaron esa deuda, que fueron sus padres, sus antecesores. Que est?n incapacitados para pagar la cuenta y sus intereses. Simplemente deben acarrear con la responsabilidad, sin importar su incapacidad. Es posible que los ciudadanos negocien esa carga o es posible que les sea cancelada, pero no podr?n de buenas a primeras sugerir que no la asumen. En ese mismo paralelismo, espiritualmente estamos muertos en delitos y pecados, estamos inhabilitados para la vida como lo estuvo L?zaro. Solamente la voz liberadora del Todopoderoso pudo volverlo a esta existencia, pero observemos que entre tantos miles y millones de muertos en Israel, as? como en el mundo circundante, solamente le fue dicho a L?zaro que saliera de su tumba. Eso es soberan?a absoluta de Dios, no de L?zaro.

Una de las doctrinas de la Reforma Protestante establece la corrupci?n total del hombre natural, en un todo de acuerdo con lo dicho por Romanos 8:7-8: Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven seg?n la carne no pueden agradar a Dios. Y en otra cita se se?ala: Pero, ?somos nosotros mejores que ellos? En ninguna manera?que todos est?n bajo pecado. Como est? escrito: No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron in?tiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno (Romanos 3:9-12). El mismo escritor dijo en otra carta: Y ?l os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al pr?ncipe de la potestad del aire, el esp?ritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y ?ramos por naturaleza hijos de la ira, lo mismo que los dem?s (Efesios 2:1-3).

De estos textos se deduce claramente que todos sin distinci?n ni excepci?n somos hechos de la misma masa, que todos ?ramos por naturaleza malos y est?bamos perdidos. Pero tambi?n se desprende que a unos se nos dio vida, cuando est?bamos muertos en nuestros delitos y pecados. Se nos dio el regalo, como a L?zaro cuando estuvo muerto. No se nos facilit? gracia habilitante o gracia temporal para decidir. De manera que depende de Dios que tiene misericordia de quien quiere, y se compadece de quien quiere compadecerse (Monergismo). La teolog?a b?blica es teoc?ntrica, no antropoc?ntrica. La teolog?a arminiana es antropol?gica, coloca al hombre como centro del mundo y a Dios al servicio humano. Arminio intenta superponer la raz?n y la l?gica de lo humano a la revelaci?n de la soberan?a de Dios. Dios es en definitiva el autor y el consumador de la fe; por tanto el que empez? la obra en nosotros la habr? de acabar hasta el fin. Pero quien no entiende este planteamiento expuesto en la Biblia deber?a pensar en el texto ya mencionado que exclama: Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden.

Unos disc?pulos de Jes?s, que ya hab?an cre?do en ?l, se escandalizaron de esta doctrina, la que en t?rminos modernos y en palabras de Arminio se dice como repugnante. Ellos al instante le dejaron exclamando que esa palabra les era dura, y que qui?n la pod?a escuchar. La respuesta de Jesucristo para ellos sigue vigente hoy d?a: se volte? hacia sus otros disc?pulos y les dijo: ?quer?is vosotros iros tambi?n? Pedro exclam?: Se?or, ?a qui?n iremos? T? tienes palabras de vida eterna.

C?sar Paredes

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Publicado por elegidos @ 21:54
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