Jueves, 16 de septiembre de 2010

Los pueblos en general tienden a crear ficciones. A veces se les da por la imaginer?a divina, tratando de asir lo que sus mentes conjeturan de ese dios que presuponen est? del otro lado, un poco m?s all? de esta esfera terr?quea. El testimonio de las mitolog?as comparece ante nosotros dando fe de esa realidad. La Biblia tambi?n testifica de esas naciones y conglomerados humanos que intentan acercarse a su concepci?n de lo divino a trav?s de la confecci?n de un ?dolo.

Adem?s de lo que observamos bajo formas dadas a las maderas, a las piedras y metales, y a veces al barro, la imaginaci?n se voltea hacia la construcci?n de otra ficci?n, la de los arquetipos o modelos sociales. Los contempor?neos sistemas de publicidad se han encargado de transmitir y hasta de imponer los criterios de la moderna imaginer?a urbana. Surge el ?dolo de nuestro tiempo que va acompa?ado de su exigencia por la adoraci?n. Al no alcanzar realizar su anhelo, el hombre de hoy puede estrechar el sustituto de ese modelo por intermedio de un objeto f?sico o de un artefacto. No fue distinto en milenios anteriores, simplemente que no exist?an los medios de comunicaci?n masiva de la actualidad. Sin embargo, la casta religiosa impon?a la construcci?n hipot?tica, modelo o arquetipo de lo que se deb?a adorar.

Mucho m?s libres ahora que antes, los humanos buscan dar rienda suelta a su manera de so?ar, confeccionando ?dolos no s?lo de madera o metal, sino de im?genes mentales que pueden mutar al ritmo de sus necesidades existenciales. A pesar de tan vasta variedad, el producto sigue siendo el mismo, un ?dolo. Ese parece ser el criterio del Nuevo Testamento cuando Pablo asegura que un ?dolo no es nada en s? mismo. No obstante, el mismo ap?stol asegura que a pesar de no ser nada en s? mismo, el ?dolo nos trae un gran peligro, ya que est? representando a un demonio.

El trasfondo teol?gico del asunto estriba en que un dios falso sustituye al Dios verdadero. A pesar de su falsedad, ese objeto de adoraci?n recibe la gloria que el dador de la vida merece. En la teolog?a cristiana eso obedece al complot de Satan?s, el enga?ador de la raza humana. A partir de su enga?o, se elevan a un primer lugar los valores secundarios, d?ndosele categor?a de absoluto a lo que es relativo. El dinero, el poder, el placer en su variada dimensi?n, la fama, el conocimiento, el Estado, son algunos de los senderos para la confecci?n de los objetos de adoraci?n.

El antropocentrismo conlleva a la elaboraci?n de dioses creados por los humanos. En su anhelo de ser soberana, legisladora y se?ora de su destino, la humanidad ha pretendido explicar las cosas que le desbordan a trav?s del otorgamiento de poderes especiales a ciertos elementos de la creaci?n. Cuando esta manera de adoraci?n se vuelve m?s abstracta, aparecen los dioses no materializados en objetos, pero siempre humanizados en las leyendas y f?bulas recreadas como historias. Una caracter?stica com?n dentro de la idolatr?a es la ausencia de culpa o pecado, como muestra de la ficci?n teol?gica de los pueblos.

Los dioses son buenos, no persiguen siempre y cuando se les calme con d?divas y sacrificios. Nunca han pretendido desarrollar el concepto de pecado, pues ?ste es por naturaleza la contradicci?n al Dios verdadero. Por la v?a de amuletos, de fetiches, de im?genes, las culturas humanas han participado de la idolatr?a. Cada ?dolo creado corresponde a la exigencia de resoluci?n de una necesidad espec?fica. Por esa v?a esos objetos o sujetos de adoraci?n sustituyen a Dios. Y detr?s de esos ?dolos est?n los demonios, como afirma Pablo en una de sus cartas del Nuevo Testamento. De manera que parece que ese servicio idol?trico no es tan inocente como supone, sino pernicioso en forma especial para los que practican tales servicios.

El problema con Lucifer, a partir del relato de Isa?as, en cap?tulo 14, fue su terrible soberbia. Quiso arrebatar la gloria de su Creador, quiso suplantarlo porque se enamor? de su propia hermosura con la que fue creado. Pretend?a levantar su trono junto a las estrellas de Dios y ser semejante al Alt?simo. Intentaba duplicarlo, ser una r?plica perfecta, pero se olvidaba que Dios no tiene segundo, no hay nadie que le iguale, incluso por definici?n. De all? la consecuencia de que fuera derribado hacia los lados del abismo. En el libro de Ezequiel, cap?tulo 28, podemos ver otra descripci?n semejante acerca del surgimiento de Lucifer como pr?ncipe del mal. Perfecto eras en todos tus caminos desde el d?a que fuiste creado, hasta que se hall? en ti maldad. A causa de la multitud de tus contradicciones fuiste lleno de iniquidad, y pecaste?Se enalteci? tu coraz?n a causa de tu hermosura, corrompiste tu sabidur?a a causa de tu esplendor; yo te arrojar? por tierra?espanto ser?s.

Esta breve descripci?n del pr?ncipe de este mundo nos revela que su intento primigenio fue emular a Dios, suplantarlo. Sus t?cticas hoy d?a muestran que persigue la misma meta de antes: robar la adoraci?n que se le hiciera al Alt?simo. A?n en la tentaci?n que sufriera Jesucristo en la tierra, Satan?s le propuso recibir los reinos de este mundo a cambio de su adoraci?n: todo esto te dar? si postrado me adorares. Ese es su objetivo claramente establecido desde que fue hallado en ?l maldad. Los demonios, que son los ?ngeles ca?dos a quienes ?l arrebat? del cielo para que le siguieran, son sus compa?eros de lucha en su prop?sito constante: la b?squeda de su propia alabanza. En la colaboraci?n que le prestan esos ?ngeles o demonios, los ?dolos constituyen el veh?culo por el cual es transportada su adoraci?n. El es el suplantador.

Con el objetivo de atribuir divinidad a los objetos de culto, bajo la sutileza de la representaci?n simb?lica, Satan?s obtiene el desv?o de la adoraci?n al Dios del cielo y de la tierra hacia una veneraci?n y contemplaci?n de las cosas afectadas en el acto de su contemplaci?n. Esos objetos pueden ser un animal, un astro, un elemento concreto, una estatua o pintura, la belleza femenina o masculina, la memoria de una persona honorable, la pasi?n y la fama, entre una infinidad de posibilidades, hasta el de un sistema religioso capaz de rendirle tributo directo con rituales y sacrificios. Siempre hay un com?n denominador en esos objetos: la atribuci?n de divinidad a esas cosas que se contemplan.

Entre todos los pueblos de la tierra, Israel hab?a escapado de la idolatr?a, lo cual constitu?a un privilegio grande para esa naci?n. En muchas ocasiones fue advertida a no hacerse imagen de figura alguna, efigie de var?n o hembra?de animal?para que nunca se inclinara hacia ellas ni se sintiera seducida a servirles (v?ase Deuteronomio 4:16-19; Lev?tico 19:4; 26:1; Ezequiel 8:10; Salmo 115:4, etc.). Pero a pesar de ello, fueron muchas las ocasiones en que cay? abatida ante los ?dolos, llegando incluso a colocarse una imagen de uno de ellos en el santuario bajo el gobierno de Manas?s. Esto nos muestra la tendencia natural humana a desviarse de la gloria de Dios. Su inclinaci?n se ve dominada por sus caprichos, estado salvaje, malicia, inmoralidad, tinieblas y actitud contra la ley divina, para producir en consecuencia la multiforme mixtura y el gran surtido de objetos de culto.

En el Nuevo Testamento sigue la advertencia contra los ?dolos. Se define que ellos en s? mismos no son nada, nada pueden hacer, nada pueden amedrentar. Pero se aclara que detr?s de ellos est? el pr?ncipe de este mundo a trav?s de sus ministros los demonios. Como legado de la teolog?a cristiana tenemos esa revelaci?n sorprendente: el cristiano no tiene nada que temer de esos objetos de culto, pero cuidado, hay una advertencia si se pretende acercarse a ellos con el fin de rendirles tributo. Es Satan?s quien gobierna esos impulsos naturales humanos conducidos a la adoraci?n de los ?dolos, por lo que detr?s de ellos est?n los demonios recibiendo ese sacrificio de alabanza. Siempre se reitera la admonici?n contra ellos, y el ap?stol Juan llega a exclamar en una de sus cartas: hijitos, guardaos de los ?dolos.

La respuesta emocional del ser humano a los fen?menos de la naturaleza, a sus aconteceres emocionales y vicisitudes, toma como proyecto la ficci?n teol?gica del ?dolo. La humanidad creada a la imagen de Dios es un claro argumento contra la idolatr?a. Somos linaje de Dios (Hechos 17:28), como dijera uno de los poetas griegos antiguos, citado por Pablo en esa regi?n. Pablo reconoci? la verdad de ese dicho, por cuanto somos imagen y semejanza del Dios alt?simo. De ello se deduce que si su imagen est? en nosotros, mal podr?amos suponer a ese Dios ser semejante a plata, oro, piedra, escultura de arte o producto de la imaginaci?n humana. No obstante, a pesar de las observaciones b?blicas, le ha tocado a la perversi?n eclesi?stica contradecir estas verdades reveladas. A trav?s de sus personeros jer?rquicos, de sus te?logos de renombre, se eleva como argumento de falsa autoridad la falacia de Roma, al exhortar a sus fieles a la adoraci?n de los ?dolos.

Le toc? al Papa Le?n XIII arremeter contra el dictamen de Exodo 20, el gran tratado contra la idolatr?a de los Diez Mandamientos. En una enc?clica o carta a sus obispos, ese Papa orden? que en las escuelas de filosof?a religiosa se ense?ara de conformidad con la Summa de Tom?s de Aquino, la cual prescribe:

?La misma reverencia debe manifestarse a una imagen de Cristo, que a Cristo mismo; y siendo as? que Cristo es adorado con latr?a (supremo culto religioso) se deduce que su imagen debe ser venerada con la adoraci?n de latr?a.?Summa, Sec. 11. 25, 3. La cruz recibe la misma adoraci?n que Cristo, esto es, la de latr?a, y por esa raz?n nos dirigimos y suplicamos a la cruz, del mismo modo que lo hacemos a Cristo mismo.? Idem, Sec. III. 25, 3. Por cuanto las im?genes de los santos denotan su excelencia, pueden ser y deben ser adoradas con cierta adoraci?n inferior de dul?a, como los mismos santos que ellos representan, aunque no con esa absoluta especie que se ofrece a sus prototipos, sino tan s?lo relativa.??Summa, Sec. II. 94, 2.

El texto es sumamente claro y habla a gritos sobre la mala intenci?n de Roma y a qui?n realmente sirve. Le siguen las medallas bendecidas con im?genes de Cristo, de la virgen Mar?a, de un santo, de los diversos recordatorios. Escapularios y medallas milagrosas, orfebrer?a popular que se arraiga en las masas, todo entregado como la cultura de los pueblos que bien se hace en integrar. Por si fuera poco, el Concilio Vaticano II, bajo Juan XXIII, decret? mantener la pr?ctica de exponer en las iglesias im?genes sagradas a la veneraci?n de los fieles. El Papa Juan Pablo II tambi?n se entrega por completo a Mar?a, llegando a exclamar su c?lebre Totus Tuum, (todo tuyo), descansando en las manos de un demonio. ?No es eso lo que ense?an las Escrituras? ?Que un ?dolo no es nada en s? mismo, pero que detr?s de ?l est?n los demonios? ?Que los que sacrifican a los ?dolos, a los demonios sacrifican?

El clamor de Juan en su primera carta deja ver el peligro para los que sacrifican a los demonios: guardaos de los ?dolos.? Porque un ?dolo es algo que toma el lugar de Dios, cualquier cosa a la que se le d? la preeminencia y la adoraci?n debida al Se?or de se?ores, al que son sometidas todas las cosas, por el cual todas ellas fueron hechas: a Jesucristo.

Finalmente, Juan nos asegura lo siguiente:?Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna (1 Juan 5:20). El ?nfasis en lo que es, en la verdad, se contrapone a lo que no es, a la mentira. Un ?dolo no tiene real existencia, y la tragedia consiste en que su imagen muerta no causa ning?n bien, porque no es genuina. Los ?dolos no son nada, son cosas vanas, vapores, vac?os; son la ausencia de vida pretendiendo sustituir la vida real. La prueba revelada nos ense?a que ellos tienen ojos, orejas, boca, nariz, manos y pies, pero no ven, no oyen, no hablan, no respiran, no palpan nada y no caminan. Sus hacedores tienen que moverlos. Esta revelaci?n encontrada en la Escritura nos muestra lo in?til de su servicio. Sin embargo, si esto quedara all? no habr?a mayor problema sino una p?rdida de tiempo. La gravedad del asunto estriba en que detr?s de ellos pululan los demonios.

Satan?s ha procurado el servicio a los ?dolos desde la antig?edad. En la ciudad de ?feso se erig?a el templo de Diana, una de las maravillas del antiguo mundo. Ello generaba divisas a los fabricantes de estatuillas, motivaba el traspaso de dinero en las manos de los comerciantes y manten?a avivada a la ciudad en un gran movimiento religioso. Hoy d?a recordamos a muchas ciudades del mundo que se prestan para el turismo religioso. No en vano la palabra turismo nace de la vuelta que daban las procesiones dirigidas en la antigua Francia hacia la ciudad de Tours. Al darle la vuelta con sus mu?ecos a cuestas, se gener? el vocablo tourner, que en franc?s significa voltear, dar la vuelta. Por el hecho de que movilizaba a las masas de diferentes ciudades se genera tambi?n el vocablo turismo. De manera que la antigua ?feso es un modelo de lo que ahora ha venido a ser una instituci?n, el turismo religioso. Y eso mueve dinero, toca intereses de afecto popular y de la instituci?n que favorece los votos y devoci?n a las deidades.

El regalo del evangelio es mostrarnos al verdadero Dios, a su Hijo Jesucristo. Pero es tambi?n el contacto con la realidad. Nuestra adoraci?n al Dios revelado es genuina, real, original, opuesta a la copia, a la imitaci?n, a la ficci?n teol?gica del ?dolo. Esto nos permite vivir en armon?a con el Dios invisible (Hebreos 11:27), bajo el presupuesto de la fe como evidencia de las cosas que no se ven. Si No? nunca hab?a visto un diluvio ni una lluvia, y le crey? al Dios invisible, si Abraham tambi?n le crey? acerca de la ciudad celestial, nosotros tambi?n podemos sostenernos como viendo al Invisible. La posibilidad del cristiano es enorme cuando puede estar en contacto con la realidad, con el Esp?ritu de Dios que es verdad, con la Palabra que es verdad, con el Camino, con la Verdad y con la Vida. Los ?dolos est?n muertos y representan la muerte espiritual; el Dios vivo es la vida eterna para sus hijos. Cuid?monos de las imitaciones, que no son m?s que ficciones. Acostumbr?monos a la verdad y todo intento de enga?o ser? cotejado con el conocimiento de lo verdadero. Recordemos una vez m?s, detr?s de los ?dolos est?n los demonios. El que sacrifica a los ?dolos -alabanza, contemplaci?n, tiempo, recuerdos- en cualquiera de sus manifestaciones -el Estado, la belleza, el dinero, el poder, la estatuilla, la imagen de la divinidad, la memoria de un hijo, el orgullo de una meta alcanzada, la fama, a?adido a un gran etc?tera- a los demonios sacrifica.

El viejo intento de Lucifer de alcanzar la adoraci?n que le era propia al Alt?simo, se ha venido concretando en el sinn?mero de servidores que d?a a d?a deambulan como sus esclavos en las c?rceles que nunca abre, atados a la imagen que a nivel espiritual controlan los demonios, sus agentes ministeriales. En su previsi?n eterna e inmutable, el Padre tambi?n se ha reservado para S? a una multitud que no se puede contar -a trav?s de los siglos- que no doblan sus rodillas delante de Baal, sino que adoran en esp?ritu y en verdad lo que tambi?n conocen por la revelaci?n anunciada. ?No pod?is beber la copa del Se?or, y la copa de los demonios; no pod?is participar de la mesa del Se?or, y de la mesa de los demonios (1 Corintios 10:21). O estamos en Cristo como nuestra realidad, o nos perdemos en la ficci?n teol?gica.

C?sar Paredes

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Tags: SOBERANIA DE DIOS

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