Jueves, 06 de mayo de 2010

Esta par?bola se hizo famosa con ese nombre, aunque bien pudiera haber tenido otro t?tulo; algo as? como El Padre Expectante, A la espera del hijo, El regreso a casa, entre otros. ?Por la influencia de los masoretas, los que colocaron vers?culos y cap?tulos en la Biblia, la idea de los subt?tulos influy? en pensar que esta par?bola se refiere al hijo que es pr?digo. Si bien no se puede negar esa realidad, podr?a haber otras perspectivas desprendidas del texto.

En el cap?tulo 15 de Lucas aparece esta narrativa oral de Jes?s. El relato se inicia con la puesta en escena de los tres personajes principales: Un hombre ten?a dos hijos. El resto del cuento gira en torno a estos tres individuos que se muestran desde el comienzo. Los descendientes del padre son protagonistas, uno activo y el otro pasivo.? El fundador de la familia, es el Dios Padre. ?Aunque es el mismo Dios de la creaci?n, en la par?bola se hace referencia restrictiva a sus hijos, no a todas sus criaturas. ?Queda patentado que Jes?s en su par?bola hablaba de hijos, de ese estatus del cual hace referencia Juan en su primera carta: mirad cual amor nos ha dado el Padre, que seamos llamados hijos de Dios. ?El amor del Padre no est? en que seamos llamados criaturas de Dios, sino hijos y ovejas de Dios.

El hijo menor quiso pedir su herencia antes de tiempo. ?El problema presentado en la par?bola es que ese hijo menor era un malgastador, despilfarrador, derrochador de sus bienes. ?No fue un buen administrador como su hermano mayor, que se qued? en el trabajo de la casa. ?Se dedic? al consumismo y a la dicha del ojo: todo lo que pod?a gustar lo probaba, hasta la medida que sus bienes le permit?an: tal vez con una mujer en una taberna, o unas copas con esos amigos atra?dos por la fortuna econ?mica. ?La inconsciencia de este muchacho no le permit?a hacer reflexiones, que detuvieran su prodigalidad. ?Cegado por la vanagloria de la vida, los deseos de los ojos y las atracciones de la carne, la copa que empez? a beber hubo de sorberla hasta su final. ?Sabemos cu?l fue su l?mite, la ?ltima secci?n que apocaba su felicidad: se fue lejos a una provincia apartada para desperdiciar sus bienes. ?Al quedar sin dinero, vino una gran hambre en la regi?n, hasta que comenz? a faltarle de todo.

El instrumento utilizado para su castigo, fue la carencia de los recursos.? Causa y efecto juntos eran ahora el inicio de su tormento silencioso. Su manifestaci?n externa no puede ser m?s locuaz: se arrim? a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envi? a su hacienda para que apacentase cerdos.

El cerdo es un animal inmundo para el pueblo jud?o, por lo que tiene un valor ejemplar en el relato de Jes?s. ?El cerdo ama la porquer?a por naturaleza; es un animal muy contaminante, cuando no se le previene con la adecuada higiene en sus establos. ?El olor que se desprende de sus heces es altamente repugnante, asciende como un vaho pestilente al arreciar el calor del sol. ?Si hubo gran hambre en aquella regi?n, se ha de suponer que hab?a una sequ?a, causa normal de la escasez en las regiones agr?colas y pecuarias. ?Si el agua era escasa, la fetidez y corrupci?n del cuerpo del hijo menor acrecentaba su desasosiego.

Supongo que los cerdos, el esti?rcol y la pestilencia pueden muy bien representar el efecto del pecado en esta par?bola. La corrupci?n del pecado es m?s notoria en el hijo, por cuanto ya exist?a en ?l un paradigma para comparar. La naturaleza pecaminosa del hombre no le permite distinguir plenamente el esc?ndalo del deshonor, del vicio, de la falta de integridad en s? mismo. ?Para que exista el contraste, hace falta instalar la oposici?n en la naturaleza humana. De esta forma se produce un aquilatamiento, el test que permite contemplar el reborde del coraz?n humano. ?La nueva naturaleza del creyente est? en continua pugna con el viejo hombre, y en esa agon?a deja ver el contraste entre el pecado y su efecto con la santidad del Esp?ritu. De manera que el hijo pr?digo revela esta dicotom?a entre la vieja y la nueva naturaleza. Seg?n la historia, ?l siempre se sinti? hijo, no tuvo nunca duda al respecto. ?

En sus memorias estaba la casa de su padre. La abundancia de pan que un d?a tuvo estaba se confrontaba con el hambre que ahora sent?a. ?Ponderaba la higiene de su antiguo hogar, para poder resistir la pestilencia del chiquero de puercos. El pecado no paga r?dito alguno, simplemente retribuye un sentimiento de p?rdida total que desuela el alma. Se confront? con la realidad m?s cruel del sentimiento de privaci?n, disminuci?n y ca?da. ??Fue suficiente para estimular la conciencia de la otra realidad, aquella de la cual se hab?a apartado por voluntad propia, pero que no se hab?a borrado. ?Pudo haber dilapidado su herencia, pero eso a fin de cuentas eran bienes materiales. Lo que no pudo dilapidar fue su estatus de hijo, por ser una cualidad inherente a su persona. Su patrimonio indisoluble fue el objeto de valor que el mundo no pod?a ni deseaba adquirir.

Un texto del Nuevo Testamento dice: despi?rtate t? que duermes, y lev?ntate de los muertos, y te alumbrar? Cristo.? Ese verso est? destinado a los hijos pr?digos, no al hombre natural ajeno a la relaci?n con Dios, muerto en delitos y pecados. ?A este le hace falta una resurrecci?n, un nacer de nuevo, la obra del Esp?ritu. ?Pero al hijo pr?digo le hac?a falta solamente un despertar de entre los muertos, pues vivir con los que practican el pecado es cohabitar entre los muertos. ?El relato dice que volvi? en s?, porque se despert?.

Un combate entre el Esp?ritu de Dios y su conciencia le procur? la excitaci?n para volver en s?. Lo que se sigue despu?s son actos mec?nicos que se producen como consecuencia: Me levantar? e ir? a mi padre. ?El no pens? ir a otra parte, ni siquiera a hablar con el hermano mayor (en lo cual hubo sabidur?a), simplemente lo animaba el amor del padre. Despu?s de despertar, se levant? y emprendi? el camino de regreso a casa.

Aunque el hijo fue como el caballo o como el mulo, sin entendimiento, su relaci?n con el padre nunca se rompi?. ?Tanto el padre como el hijo mantuvieron sus roles. Dice lo narrado por Jes?s que a?n estaba lejos el hijo, cuando su padre lo vio y fue movido a misericordia. El padre lo vio de lejos porque tal vez present?a que ven?a. A lo mejor estaba acostumbrado a echar una mirada hacia el horizonte, con la esperanza de encontrar a su hijo de regreso. ?Dios sabe que regresaremos a casa, despu?s de habernos confrontado con el mundo y sus miserias. ?Su misericordia est? preparada desde la eternidad para aquellos a quienes ?l ha amado con amor eterno (Jerem?as 31: 3). ?

La consecuencia inmediata de su misericordia fue vestirle con el mejor traje, darle un nuevo el anillo de hijo (a lo mejor el anterior lo hab?a vendido en medio de sus pobrezas y farras), y colocarle calzado en sus pies. ?Por si esto fuera poco se mat? al becerro gordo y hubo fiesta. Todos se regocijaban por lo acontecido. El padre tambi?n dio un discurso y confirm?: ?este mi hijo muerto era, y ha revivido; se hab?a perdido, y es hallado.

En cuanto al resto de la familia, los celos y el enojo del hermano mayor le mantuvieron alejado del fest?n. ?Siempre habr? hermanos aferrados a la norma, dentro de la familia de los hijos pr?digos. Ellos se escudan en su capacidad productiva para las econom?as del reino. ?Pero el padre sigui? en su rol de padre para ambos. ?Dice el relato que le rogaba que entrase a la fiesta, y a?ad?a: Hijo, t? siempre est?s conmigo, y todas mis cosas son tuyas?tu hermano era muerto, y ha revivido; se hab?a perdido, y es hallado.

La otra gran moraleja resumida del texto, ser?a: No juzgu?is, para que no se?is juzgados.

C?sar Paredes

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Tags: SOBERANIA DE DIOS

Publicado por elegidos @ 16:50
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