Mi?rcoles, 23 de abril de 2008

Una profesión externa no es siempre prueba de que seamos creyentes verdaderos. En muchas oportunidades nos equivocamos en nuestro juicio con respecto a otras personas, incluso con respecto a nosotros mismos.  Cuando comparamos el trigo con la cizaña, de acuerdo a la enseñanza de Jesús, podemos obtener ciertos rasgos categóricos que despiertan nuestro interés en cuanto a la esencia y diferencia entre esas dos plantas.  El trigo es un alimento muy útil para la humanidad.  Con el trigo hacemos la harina y con la harina el pan.  Su aroma en la cocción alienta a nuestro apetito y puede llegar a ser uno de los principales nutrientes en nuestra dieta diaria.  El trigo es sembrado con gran interés por la raza humana, que desde tiempo inmemorial lo consume a diario. Sus espigas amarillentas se bambolean y mecen en el viento que anuncia su cosecha, dando alegría a los campos.  A cualquier país o región le puede escasear su alimento por diversas razones y siempre habrá alguna mano amiga que lleve trigo para mermar el hambre.  La cizaña, en cambio, crece libremente al lado del trigo, por doquier se extiende y no tiene que ser cultivada en forma especial. Su similitud es asombrosa, pero no da fruto que sacie el hambre humana.

En la Biblia encontramos varias referencias al trigo como planta noble con la cual se nos compara; a Pedro le fue dicho que Satanás le había pedido para zarandearlo como a trigo. Se nos dice también que el Señor tiene un aventador en su mano para limpiar su era, de manera que pueda recoger el trigo del granero y quemar la paja en el fuego que nunca se apagará (Mateo 3:11).  Otras referencias a la agricultura y a lo que en la tierra se siembra son dadas en forma metafórica de manera que podamos sacar provecho de ellas.  Por ejemplo, en la célebre parábola del sembrador, Jesús nos recuerda que la semilla sembrada en buena tierra se refiere a aquella persona que oye y entiende la palabra, dando fruto en consecuencia.  Jesús mismo se compara con el trigo, al decirnos que le había llegado la hora para que el Hijo del Hombre fuera glorificado: si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto. El que ama su vida la perderá, pero el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará (Juan 12).  Es indudable que Jesús hacía una referencia a su muerte, pero de seguida se refería al que perdiere su vida por causa del evangelio, al que entregare su vida al servicio del evangelio: ese es el que lleva fruto y el que ganará para vida eterna. Pablo también hace referencia al grano de trigo que se siembra, el cual debe morir primero para ser vivificado después.

La cizaña, en cambio, tiene otro sembrador.  Jesús dijo que el maligno es el que siembra la cizaña en medio del trigo, en medio de los trigales.  Después que la siembra se va y ella causa el problema a los agricultores y a los consumidores.  La similitud con el trigo es enorme cuando la cizaña está pequeña y cuando está creciendo; sólo se reconoce que es cizaña cuando se valora el fruto que ella ofrece.  Por supuesto que para un agricultor experto es mucho más fácil conocer la cizaña cuando está pequeña, pero para el común de los mortales el parecido entre el trigo y la cizaña es tan grande que logra confundirlo. La recomendación de Jesús es que nosotros no arranquemos la cizaña, no vaya a ser que arranquemos el trigo.  La tarea de separar trigo y cizaña es dejada para los ángeles en el tiempo de la cosecha.  Parece un sino inevitable tener que convivir con la cizaña, tener que sufrir las divisiones y las contrariedades.  Es Juan quien nos dice que hay algunos que salieron de nosotros pero que no eran de nosotros.  En esa dualidad vivimos: por un lado somos llamados a velar y orar, para no caer en tentación; por el otro lado se nos exhorta a dejar quieta a la cizaña al lado del trigo, no vaya a ser que arranquemos el trigo antes de tiempo pretendiendo deshacernos de la cizaña. 

Por eso hemos dicho que la profesión externa no sea suficiente prueba de la militancia verdadera. Hay gente que imita al pueblo de Dios, que se mezcla dentro de él y profesa la misma creencia.  Hay gente que como Simón el mago ha gustado del sabor del evangelio, pero esa gente no lleva buen fruto.  De allí que cobre vigencia la sentencia de Jesucristo por sus frutos los conoceréis.  La cizaña como planta puede ser similar al trigo pero su fruto no es el trigo.  Su fruto es otro y no nos sirve de alimento para nosotros.  Es el fruto el que nos permite marcar la diferencia.  Hay árboles que dan buenos frutos, y hay árboles que dan malos frutos.  Para poder dar buenos frutos, nosotros debemos estar conectados a la buena raíz, con buena tierra, abonada y fértil.  El reino de los cielos instaurado en nosotros es justicia, gozo y paz en el Espíritu. Ese Espíritu produce en nosotros un buen fruto: amor, gozo, paz, mansedumbre, etc. (Gálatas); interesante que sea un solo fruto el que produce, como cuando miramos a la mandarina como una sola fruta: ella puede contener gajos, pero un gajo no es la mandarina, y a ninguna mandarina le falta un gajo.  Hay mandarinas ácidas o dulces, pero para que sean mandarinas deben tener los gajos completos, pues es parte de su naturaleza el tener los gajos.  Pero nunca podríamos proponer que un gajo sea una mandarina.  Asimismo no podremos afirmar que los nueve gajos del fruto del Espíritu sean nueve frutos.  Ellos constituyen en forma integral el fruto del Espíritu.  De esta manera podemos alegar que no es posible que un cristiano abogue a su favor que tiene amor, pero que no tiene paz; que tiene mansedumbre, pero que no tiene templanza; que tiene fe, pero no esperanza; que tiene dominio propio, pero no amor, ni paz, ni fe. Sería como decir que hay un árbol de mandarinas que produce mandarinas sin sus gajos completos.

De la cizaña podemos esperar lo que sea porque la cizaña tiene como valor esencial el parecerse al trigo. Esa es su grandeza y ese es su peligro.  Su grandeza por cuanto cada vez que se habla de la cizaña se la compara con el trigo, pero su peligro porque al hablar del trigo hacemos referencia inmediata a la cizaña que crece junto a él, que se parece mucho a él, pero que no da buen fruto.  Da pura paja para ser quemada.  Porque es preciso que entre vosotros haya disensiones, para que se hagan manifiestos entre vosotros los que son aprobados (1 Cor.11-19). La cizaña crea disensión en la iglesia, pero cumple un objetivo profiláctico por cuanto permite que los que no participan de esa disensión sean los aprobados.  De allí que cobre sentido el hecho de que se nos exhorte a no arrancar la cizaña, sino a aguardar el día final en que los ángeles se encargarán de esa labor, evitando con ello que hagamos mal a la iglesia, arrancando también el trigo.  ¿Y cómo podríamos nosotros arrancar el trigo junto con la cizaña?  La respuesta no es sólo porque la cizaña se parece al trigo, sino porque hay trigo que se parece a la cizaña.  Aunque suene lo mismo, aunque parezca un galimatías o cacofónico, son dos criterios diferentes los que se encuentran yuxtapuestos en esta parábola del trigo y la cizaña.

Por un lado la cizaña se parece al trigo: hay personas metidas en las iglesias que simulan ser cristianos nacidos de nuevo porque tienen muchos objetivos.  Tal vez se sienten solos y necesitan compañía, necesitan un esposo o una esposa.  A lo mejor tienen relaciones de negocios importantes que exigen la militancia en la iglesia.  Tal vez habrá algún grupo que recuerda las enseñanzas de la Biblia que aprendieron cuando niños. Son muchas las motivaciones para llegar a una iglesia. Podría ser el temor a la muerte y se asiste allí por si acaso.  Sus frutos los van denunciando y nosotros podríamos identificarlos como cizaña, no obstante que se nos aconseja a no arrancarlos. 

Pero por otro lado el trigo se parece a la cizaña: quizás este punto de vista es más peligroso, ya que hay creyentes en la iglesia que imitan a la cizaña, que tratan de parecerse más al modelo pautado por el mundo, que se van mimetizando al punto en que se confunden con la cizaña misma.  Quizás por eso se nos recomendó a no arrancar la cizaña no vaya a ser que arranquemos también a estas espigas de trigo mimetizadas. Esto muestra el rasgo de misericordia más grande del Padre eterno, pues a pesar de esta similitud, él está consciente de que son ovejas y de que oirán su voz en el momento en que él las llame. 

La introducción de la apostasía dentro de la comuna eclesiástica ha generado un gran número de personas imitadoras del modelo mundano.  Quizás Hollywood se tragó al mundo y el inconsciente de aquellas personas está tan atascado en sus modelos de vida que les es difícil reaccionar al deber ser de la iglesia.  Los líderes de la iglesia andan en lo mismo; los pastores del rebaño también se han dispersado, subsumiendo lo que la militancia en el mundo les ha ofrecido.  ¿Cómo va a reaccionar una iglesia si milita en una alienación tan feroz al punto en que se le celebra el cumpleaños a Jesús?  ¿No es acaso una cursilería mundana la que han trasladado a la iglesia?  En ocasiones se copian los modelos de shows televisivos para animar a la congregación con concursos, competencias, maneras de cantar.  Vivimos en una época histórica muy volátil y cambiante, imitadora de los eventos que suponemos son el paradigma de autoridad a seguir.  Si la televisión lo dice ya eso es un argumento de autoridad.  Si aparece en internet, eso es otro argumento de autoridad.  Y nos hemos olvidado de la ley y el testimonio

La pereza mental de muchos dirigentes de la iglesia les hace desperdiciar el tiempo en modelos perniciosos para la iglesia.  La posibilidad de valorar críticamente al régimen de gobierno de turno está vedada en algunos centros eclesiásticos.  Los pastores se complacen con el rebaño que comparte su pereza, pues no exigen ni demandan.  Una iglesia no crítica a la ideología del mundo, que no valora los parámetros de vida sana, ni el amor por la naturaleza creada por Dios, que no entiende la importancia de la letra en la alabanza, es una iglesia que ha perdido el dinamismo natural a que fue llamada.  No olvidemos que Jesucristo volteó la mesa de los cambistas, pues habían desviado el principio por el cual debe ser tomado la casa de Dios, una casa de oración

Pero la cizaña ha ido haciendo más estragos en la comunidad espiritual cristiana.  Una subcultura que proviene de los centros de poder dominantes en el mundo se ha instaurado para generar diversión y acomodo comunitario.  Se pintan los huevos de pascua, se adornan los árboles de navidad, se celebra la fiesta de brujas, y como ya dijimos se le canta el cumpleaños a Jesús.  Es mucho más fácil para el trigo que se parece a la cizaña adaptarse al ritmo y pauta del mundo que batallar contra esos malos hábitos.  Todos esos hábitos o costumbres están fuertemente prohibidos en las Escrituras, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento.  Pero la pereza mental para estudiar esos libros es tan grande que se ha resuelto salomónicamente el problema: si lo hacemos como para el Señor está bien.  Con gran astucia el deseo oculto instalado en el inconsciente colectivo de las masas cobra vigencia al cantarle el cumpleaños a Jesús, una forma de celebrar el nacimiento del niño Tammuz de la Antigua Babilonia.  Claro que a Tammuz no le cantaban el cumpleaños, pero le celebraban cada año su nacimiento,  además de haberle dedicado el árbol de pino –el cual adornaban en el solsticio de invierno, equivalente a nuestra navidad- que aludía a su eternidad.  El pino siempre está verde todo el año, como señal de vida perenne, como Tammuz, el niño dios.     En el habla inglesa al Domingo de Pascua se le llama 'Easter Sunday', porque según la tradición teutónica, Eastre era la diosa de la primavera, cercana a la primavera.  El nombre Eastre derivó en Easter y sabemos que el término Pascua Florida o Easter, no se originó en la Biblia, sino que viene de la antigua divinidad anglosajona de la primavera, en cuyo honor se llevaba a cabo un festival anual de primavera.

 Alexander Hislop indica que el término Pascua Florida es de origen caldeo:  Easter es nada más y nada menos que Astarté, uno de los títulos de Beltis, la reina del cielo, cuyo nombre, como se pronunciaba por la gente de Nínive, era evidentemente idéntico con el que ahora se utiliza comúnmente en este país (EEUU).  Ese nombre, como fue encontrado por Layard en los monumentos asirios, es Ishtar (Las Dos Babilonias, Hislop, p. 103).  Para muchas naciones antiguas la conjunción del invierno y la resurrección del sol en esa época del año era un gran motivo de celebración.  De manera que la diosa germana de la primavera se convirtió en una celebración cristiana asociada a la resurrección.

De vieja data es esta costumbre de mezclar los valores culturales con los religiosos. Una estrategia parecida a la del mercadeo permitió alcanzar tácticas de acercamiento al mundo pagano, ofreciéndoles las celebraciones de sus dioses y de sus fiestas religiosas dentro de un nuevo marco de religión oficial dominante.  Ya Constantino se había hecho cristiano, en el siglo IV de nuestra era, y con ello había logrado asir a la masa creciente de los seguidores de Jesús.  La mejor forma para controlar el mundo de esa época era tener al lado suyo a esta gran muchedumbre, pero por otra parte era necesario alcanzar a los que ahora quedaban desplazados de esos servicios religiosos.  Nada más inteligente que la táctica de acercarlos dentro de un mismo marco: ahora se celebra lo mismo, solamente hemos cambiado de nombre.  Como cuando una compañía se declara en quiebra y aparece después bajo otro nombre o bajo otra razón social.  Fue de esta forma tan simple como paulatinamente se fueron incorporando a la iglesia cristiana del siglo IV todas esas tradiciones paganas que se santificaron por el solo hecho de tener el nombre de cristianas. 

En diversos libros de historia eclesiástica y de historia general encontramos estas claras referencias.  La lucha de Martín Lutero y de otros precursores del protestantismo frente a una Iglesia Católica embebida en esas tradiciones paganas fue un duro comienzo por revisar el destino de la iglesia, sus formas y sus doctrinas, al punto de desencadenar la Biblia (que literalmente se encontraba atada a los púlpitos) y darla a conocer a las masas a través de las traducciones a las lenguas que hablaban los europeos, para dar origen a un renacimiento espiritual en el mundo.  Pero muchas de esas tradiciones vinieron al nuevo mundo y fueron incorporadas, no en la nueva iglesia naciente, sino en  la cultura del nuevo continente.  Estas tradiciones tomaron tal fuerza que ahora, llenos de orgullo los ciudadanos del imperio naciente (EEUU) las celebran casi como fiesta patria.  Ese orgullo ciudadano se ha trasegado a la iglesia protestante, quien con mucha pasión ha culturizado al llamado tercer mundo evangélico con la celebración de todas sus hechicerías, pero que ahora no son hechicerías, por cuanto llevan el nombre de cultura evangélica.  Si cuando Constantino los nombres paganos fueron cambiados por nombres cristianos, ahora esos mismos nombres cobran vigencia bajo el manto del protestantismo del primer mundo, o del imperio.  Por ejemplo, en las iglesias evangélicas se ha enseñado que no es bueno tener imágenes, ni venerarlas; pero podemos hacer imágenes de Santa Claus, un santo bonachón incorporado a la cultura norteamericana.  Eso sí, no estamos hablando del San Benito de Palermo, un santo negro que celebran en muchas comunidades hispanas.  Ese santo negro ocupa un renglón negativo frente al pódium en que se encuentra Santa Claus. 

Por un golpe de genio táctico, la iglesia, mientras era intolerante a las creencias paganas, estuvo en posición de aprovechar las poderosas emociones generadas por la adoración pagana.  Con mucha frecuencia, las iglesias fueron construidas donde los templos estuvieron antes, y muchas festividades paganas fueron añadidas al calendario cristiano.  La Pascua Florida o Easter, por ejemplo, un tiempo de sacrificio y renacimiento en el año cristiano, toma su nombre de la diosa nórdica Eastre, en cuyo honor, sus ritos se celebraban cada primavera.  Ella sin embargo, era simplemente la versión norteña de la tierra-madre fenicia Astarté, diosa de la fertilidad (Los Últimos… Años Por: La Asociación de Reader’s Digest, 1981, p. 215).

El trigo ahora se parece a la cizaña.  Ese trigo ya no es aromático, sino fétido y enmohecido, que provoca náuseas, por lo cual el Señor ha dicho que lo vomitará de su boca.  Sus sacerdotes han violado mi ley y han profanado mis cosas sagradas; entre lo sagrado y lo profano no han hecho diferencia, y entre lo inmundo y lo limpio no han enseñado a distinguir; han escondido sus ojos de mis días de reposo, y he sido profanado entre ellos (Ezequiel 22:26).

Si tenemos que convivir con la cizaña ya eso es un duro trabajo. Pero más ardua labor es convivir con el trigo que se parece a la cizaña, que se mimetiza producto de su admiración y de su querer ser como ella.  Bajo esta reflexión uno podría preguntarse si el trigo semejante a la cizaña es lo que la Biblia denomina la apostasía.  Podría ser la advertencia que Pablo hiciera a Timoteo cuando le escribió diciéndole que el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios; por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia prohibirán casarse, y mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó para que con acción de gracias participasen de ellos los creyentes y los que han conocido la verdad. Uno se pregunta si ya estamos en los últimos tiempos, pues estamos viviendo una época en que se ha abandonado la buena costumbre de leer la Biblia en la iglesia, de estudiar la Palabra, de cantar los himnos cuya letra nos recuerda a la Palabra misma.  Se ha abandonado un conjunto de buenas costumbres para escoger un camino donde lo emocional, el ritmo, la letra alejada de la Palabra es lo que impera en las reuniones de la comunidad evangélica.   Uno debería intentar luchar contra esas costumbres perniciosas dentro de las iglesias y tratar de contactar a aquellos que coinciden en un mejor criterio de comunión, para aguantar hasta el final, mientras dure nuestra peregrinación por esta tierra. 

No en vano se nos dijo hace mucho tiempo,

César Paredes
[email protected] 

velad y orad para que no entréis en tentación.

Tags: SOBERANIA DE DIOS

Publicado por elegidos @ 15:12
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